La geopolítica es como una partida de ajedrez donde los reyes, reinas y peones se mueven constantemente, a menudo influenciados por lo que el jugador más impredecible haga en su siguiente movimiento. En este tablero internacional, Donald Trump representa ese jugador que puede hacer que cualquier estrategia bien pensada se tambalee en un abrir y cerrar de ojos. Y tras su reciente reelección, una de las preguntas que ronda en la cabeza de los analistas es: ¿qué sucederá con Aukus? Esta alianza estratégica entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia tiene implicaciones importantes en el contexto de la creciente influencia de China en el Indo-Pacífico. Pero antes de entrar de lleno en el tema, pongámonos cómodos y charlemos un poco sobre lo que está en juego.

¿Qué es Aukus y por qué es importante?

Para los que no están muy familiarizados, Aukus es una alianza geoestratégica creada en 2021, diseñada a menudo como una respuesta frente a la creciente proyección militar de China. Pero vamos a ser honestos, no se trata de un acuerdo cualquiera, ya que incluye un compromiso significativo de Estados Unidos para dotar a Australia con submarinos de propulsión nuclear. A primera vista, esto suena a película de Hollywood, donde las naciones protagonizan un drama internacional lleno de intriga y decisiones con enormes repercusiones.

Muchos recordamos el momento en que se anunció Aukus. Se respiraba en el aire un aire de expectativa. Quedé tan impactado como cuando descubrí que mi café de la mañana no era café, sino una mezcla sin cafeína. ¿Qué había sido de nuestra buena y vieja rivalidad con el Dragón Chino? En la cumbre del G20 de noviembre, Reino Unido había empezado a recalibrar sus relaciones con China, lo que hizo que las alarmas sonaran en muchos despachos de Washington. Esto trae a colación un dilema: ¿puede Aukus coexistir con un enfoque más suave hacia China?

La incertidumbre ante el regreso de Trump

Las decisiones personales de Trump son como un juego de lotería. Puedes ganar un premio gordo, o simplemente quedarte mirando cómo se reparte el dinero mientras tú te quedas con las manos vacías. En su primer mandato, Trump adoptó un enfoque de «America First» que parecía más bien una versión moderna de «Voy a hacer lo que me plazca, y que los demás se las arreglen». Así que, volviendo al tema, muchos se preguntan: ¿seguirá apoyando Aukus o cambiará el rumbo?

Un posible escenario: ¿(otra) reunión al estilo de Mar-a-Lago?

Uno se imagina a Trump reunido con los líderes británico y australiano en Mar-a-Lago, quizás mientras mastica un pedazo de carne mal asada y reflexiona sobre la importancia de una poderosa flota nuclear en la región. Puede que se pregunte: «¿Por qué debería preocuparme por China cuando puedo hacer tratos comerciales fantásticos con Australia y Reino Unido, aunque implique ceder parte de nuestra flota?»

Esta imagen humorística que acabo de pintar es, sin embargo, más común de lo que parece. Aunque el acuerdo Aukus está diseñado para fortalecer la capacidad de defensa de Australia, implica también que Estados Unidos tiene que reducir temporalmente su propia flota. Esto va en contra del mantra de «America First», generando una tensión inherente en la estrategia.

La reunión de Aukmin: ¿ambigüedad o estrategia clara?

La reunión reciente en Londres entre los ministros de Exteriores y Defensa británicos y australianos era una forma de reafirmar y coordinar la colaboración en materia de defensa ante este torbellino geopolítico. La llegada del gobierno laborista de Keir Starmer ha cambiado el tono, pero su enfoque hacia Pekín sigue siendo ambiguo: desafiar, competir y cooperar. Una estrategia que, dicho sea de paso, bien podría ser un reto para un cóctel en una fiesta de alta sociedad, donde todos intentan ser amables pero terminan tirándose miradas envenenadas.

La ironía de esta situación es que, mientras Starmer intenta mejorar las relaciones con China, muchos analistas estadounidenses ven este acercamiento como una falta de entendimiento del verdadero desafío que representa Pekín. Alexander Gray, un ex-asistente en temas de seguridad nacional, ha criticado públicamente estos esfuerzos. Entonces, ¿es el alcance de la mano hacia China un retroceso pecaminoso en la defensa de una alianza que pretende ser fuerte y feroz?

La pieza clave: estratégica o emocional

A veces, el amor por nuestra propia nación puede nublar nuestro juicio. Durante el primer mandato de Trump, muchos en Washington entendieron que Aukus es un paso hacia la construcción de relaciones más fuertes con aliados clave en el Indo-Pacífico. Pero la realidad es que, con un liderazgo incierto y decisiones que parecen más bien tomadas en modo «improvisación», las cosas podrían complicarse.

Uno de los desafíos más grandes para Trump será entender que esta alianza no se basa únicamente en acuerdos militares. Hay un trasfondo emocional y psicológico que también hay que considerar. La percepción de que Estados Unidos es el «gran guardián» de Occidente podría ser la carta que la administración debe jugar, pero ¿qué hay del costo? Es decir, si Estados Unidos decide no ser el guardián, ¿cómo se reconfiguraría la alianza Aukus?

Los ojos en el Indo-Pacífico: ¿tecnología militar y submarinos hipersónicos?

En cuanto a la tecnología, Aukus no es solo un juego de números; también se centra en el desarrollo de capacidades militares avanzadas conocidas como el «Pilar II». Este incluye tecnologías que van desde navegación cuantificada hasta capacidades de guerra electrónica. El hecho de que el acuerdo también incluya la co-desarrollo de misiles hipersónicos suena a ciencia ficción, pero es una realidad cada vez más tangible.

En este contexto, hay quien podría argumentar que el verdadero desafío no es solo obtener tecnología avanzada, sino el hecho de que esta tecnología podría caer en manos erróneas. Es como darle un Ferrari a un amigo que no sabe manejar. Cuando miré a mi amigo intentando aparcar uno, no pude evitar el crujir de mis dientes de ansiedad. ¿Qué pasará si estos sistemas de armas se vuelven más accesibles que un sándwich en un bar?

El nuevo rol del Reino Unido: más allá de las fronteras europeas

Ahora, con todas las cartas sobre la mesa, Reino Unido ha conseguido un lugar privilegiado en la nueva alineación internacional. Su reciente adhesión al Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP) lo coloca como un jugador clave en la región. A pesar de que algunos analistas ven este pacto como más simbólico que eficaz, reconozcamos que se trata de una jugada de poder. La antigua potencia colonial se está reponiendo y buscando recuperar su influencia en un mundo dominado por nuevas potencias emergentes.

¿Por qué es importante? Simple. Aunque las cifras hablan por sí solas (un aumento apenas del 0,08% en el PIB durante los próximos diez años), Reino Unido está en el tablero, donde se mueven las piezas diplomáticas. La influencia que puede ejercer sobre países del Indo-Pacífico no debe subestimarse. Además, la adquisición de submarinos de propulsión nuclear podría ofrecerle a Australia una ventaja estratégica, lo que lo convierte en un socio valioso en este complejo juego de ajedrez.

Conclusiones: entre desafíos y oportunidades

En los tiempos inciertos que se avecinan, el futuro de Aukus y su impacto en la geopolítica mundial es un lápiz afilado que podría terminar escribiendo la historia de una nueva era. Donald Trump, con su estilo particular y decisiones inesperadas, puede enfrentar una serie de dudas sobre cómo manejar estos acuerdos, especialmente cuando se trata de la supresión de la influencia china.

Mientras tanto, los líderes británico y australiano tendrán que adentrarse en este nuevo capítulo con astucia y sabiduría, forjando nexos y vinculos que durarán más allá de las elecciones y las alianzas temporales. ¿Tendrán la habilidad de poner sobre la mesa un plan viable que mantenga fuerte a Aukus a pesar de las incertidumbres políticas, o será un barco que se desmoronará bajo la presión de la ambigüedad?

Solo el tiempo nos dirá si este acuerdo será un hito en la historia o una simple nota al pie en el libro de la política internacional. Lo que es seguro es que muchos agradecen estas dinámicas, pues a falta de dramas palaciegos, siempre quedará la geopolítica para mantenernos al borde del asiento. Al fin y al cabo, nadie se sienta a ver una película de acción esperando que todo salga bien, ¿verdad?