La escena en la que veterinarios de toda España se reúnen en el recinto ferial de IFEMA, en pleno corazón de Madrid, es bastante elocuente. Un grupo de profesionales, armados no solo con pancartas, sino con una buena dosis de indignación, reclama a voces la derogación del Real Decreto 666/2023. Este decreto, que define la distribución, prescripción, dispensación y uso de medicamentos veterinarios, a muchos les parece más un país de las maravillas con un mad hatter burocrático que una normativa sensata y práctica. ¡Pero, un momento! ¿Qué está pasando realmente en este escenario?

¿Qué dice el Real Decreto 666/2023?

A menudo, los textos legales pueden parecer laberintos con un diseño deliberadamente complejo. El Real Decreto 666/2023 es, en esencia, una respuesta a la creciente preocupación sobre la resistencia a los antimicrobianos. Su intención es noble: mejorar la trazabilidad de los medicamentos e intentar combatir un problema que cada vez más se siente como una sombra amenazante sobre la salud pública. Sin embargo, la implementación ha dejado mucho que desear.

Este decreto obliga a los veterinarios a registrar electrónicamente todas sus prescripciones a través de la plataforma de Vigilancia de Prescripciones de Antibióticos. Aunque la intención es clara, muchos profesionales critican la medida, señalando que aplicarla se convierte en una carga burocrática que podría incidir en la calidad del servicio veterinario.

Lo que hace la norma verdaderamente polémica es que, según Sebastià Rotger, presidente de la Confederación Empresarial Veterinaria Española (CEVE), España se sitúa al mismo nivel que Italia en cuanto a tener la normativa más restrictiva en comparación con el resto de Europa, e incluso algunos aspectos la colocan como la más dura de todas. ¡Vaya sorpresa! ¿Acaso se intenta obtener un récord Guinness de prohibiciones en el sector?

La voz de la indignación: Perspectivas de los veterinarios

Con un tono casi teatral, las palabras de Rotger resuenan en el aire: «Las normas de Europa no piden esto.» ¿Y qué es lo que quieren los veterinarios? La respuesta es clara: quieren un decreto que tenga más sentido común y que facilite su trabajo en lugar de entorpecerlo.

La Real Sociedad Canina Española (RSCE, que se ha alineado con los veterinarios «sin fisuras», también ha lanzado críticas hacia la norma. Consideran que es desproporcionada y que limita la capacidad de los veterinarios para tomar decisiones clínicas. Imagínate llevar a tu perro a un veterinario que, por culpa de un barco de papeleo, no pueda proveer el tratamiento que tu mascota realmente necesita. Es de suponer que no estarás de acuerdo con esa situación.

En un momento de reflexión personal, recuerdo a mi propio veterinario, el Dr. Parker, quien a menudo decía que el mejor tratamiento comienza no solo con medicinas, sino con una buena conversación. Con el tiempo, su capacidad de adaptarse y ofrecer alternativas se vio comprometida ante restricciones administrativas.

La carga burocrática: ¿realmente es necesario un registro electrónico?

La pregunta que muchos veterinarios se hacen es: ¿Es realmente necesaria esta carga burocrática adicional? Según Rotger, un veterinario promedio puede pasar entre 35 y 55 minutos de su jornada laboral solamente subiendo datos a esta plataforma. Esa media hora podría ser utilizada para atender más pacientes o para aprender sobre nuevas técnicas veterinarias. Y aquí viene la pregunta: ¿vale la pena deshumanizar un trabajo que se basa principalmente en la conexión entre el veterinario y el animal?

No hace mucho, un amigo mío llevó su gato, Mr. Whiskers, para un chequeo rutinario. Tuvo que esperar porque el veterinario estaba atrapado en una maraña de formularios, ¡como si estuviera intentando salir de un episodio de «Stranger Things»! Las máquinas registradoras pueden ser útiles, pero hay un tiempo y un lugar para todo, ¿no crees?

¡Protestas a la vista! El próximo encuentro en marzo

La situación ha alcanzado un punto crítico donde las voces de los veterinarios están pidiendo a gritos atención. El próximo 5 de marzo, distintas asociaciones han convocado una concentración frente al Ministerio de Agricultura para hacer notar sus reivindicaciones. Sin duda, esta es una oportunidad para que los ciudadanos se informen y apoyen a quienes velan por la salud de sus mascotas.

Pero hablemos sinceramente. Siempre es útil ver el otro lado. Mientras que la resistencia a los antimicrobianos es un problema genuino y creciente, la pregunta es: ¿estamos sacrificando la calidad del cuidado animal en aras de la burocracia? Este equilibrio es uno de esos rompecabezas a los que ningún veterinario, o dueño de mascota, quiere enfrentarse.

El dilema entre burocracia y cuidado adecuado

La burocracia en el sector veterinario ha cruzado una línea. Cada veterinario sabe que el mejor tratamiento se basa en la relación que establecen con sus pacientes de cuatro patas. La carga administrativa excesiva complica este proceso y, sinceramente, yo me pregunto: ¿es esta la dirección que queremos tomar en el mundo de la medicina veterinaria?

En un momento de honestidad, debo admitir que soy un poco escéptico sobre la efectividad de este tipo de normas. Solo porque algo suena bien en papel no significa que funcione bien en la vida real. Si bien el argumento sobre la resistencia a los antimicrobianos es completamente válido, recordar que la empatía y la atención personalizada son la clave del cuidado animal no debe ser olvidado.

Preguntas para reflexionar

Mientras contempla este dilema, es bueno hacerse una serie de preguntas. ¿Vale la pena un sistema que, en teoría, debería mejorar la calidad del servicio, si en la práctica podría llevar a una disminución del mismo? ¿Son realmente efectivos los métodos actuales para combatir la resistencia a los antibióticos en la práctica veterinaria?

Cada veterinario tiene su propia respuesta, pero lo que está claro es que ellos no desean cargar con sanciones que podrían ser devastadoras para su práctica. Sabemos que la salud de nuestras mascotas está de por medio. Entonces, ¿qué es más importante? ¿La burocracia o la atención adecuada?

La necesidad de un cambio

La solución, desde la perspectiva de muchos veterinarios, es simple: regresar a las bases, a un sistema que permita a los profesionales ejercer su trabajo sin las ataduras que impone el burocratismo. Tal vez la clave radique en volver a un marco regulatorio más equilibrado, que no solo considere la resistencia a los antimicrobianos sino que también permita el ejercicio pleno de la profesión veterinaria.

Por lo tanto, la solución parece ser un cambio en el enfoque de la legislación: uno que permita a los veterinarios actuar en beneficio de sus pacientes y, por ende, de los dueños de mascotas que depositan su confianza en ellos. Es posible que esto requiera un diálogo constructivo y colaborativo entre las organizaciones reguladoras y los veterinarios. Algo que, a medida que avanza el tiempo, parece más que nunca una necesidad urgente.

Conclusión: ¿Qué pasará ahora?

A medida que la fecha de la concentración se acerca, la pregunta se cierne en el aire: ¿lograrán los veterinarios hacer eco de sus demandas en el Ministerio? ¿Cambiará la perspectiva de las instituciones sobre la importancia de facilitar y no complicar? Solo el tiempo lo dirá.

En este escenario de cambio y resistencia, lo único que queda claro es que la comunidad veterinaria está dispuesta a luchar por lo que creen que es justo. Y eso, sinceramente, es algo que todos deberíamos apoyar. Porque al final del día, se trata de la salud y el bienestar de esos peluditos que conocemos y amamos. ¿No crees que merecen lo mejor?