En el mundo actual, donde las ciudades se expanden más rápido que nuestras capacidades de adaptación, el transporte urbano se ha convertido en un tema crucial. En este sentido, hay un par de ciudades que destacan por su singular enfoque hacia la movilidad: Tokio y Madrid. ¿Sabías que Tokio tiene una población cuatro veces mayor que la de Madrid, pero los coches se ven con menos frecuencia? Esta es solo una de las muchas diferencias sorprendentes que existen entre estas dos metrópolis.
Acompáñame en este recorrido por la movilidad urbana y cómo Tokio ha logrado que los coches sean realmente una rara avis en sus calles, mientras que nosotros (los que vivimos en Madrid) durante años hemos estado atrapados entre el tráfico y la búsqueda eterna de un lugar de estacionamiento. ¿Estás listo para una aventura sobre ruedas… o más bien, sin ellas?
Contexto demográfico y de infraestructura
Las cifras no mienten
España tiene una extensión de 506,030 km² y alberga a 48,35 millones de personas. Por otro lado, Japón, en una superficie menor de 377,974 km², cuenta con 124,5 millones de habitantes. Sin embargo, la densidad de población es un tema que realmente deja perplejo a cualquiera: en Madrid, el número asciende a unos 5,265.91 habitantes por km², mientras que en Tokio, la sorprendente cifra es de 6,501.58 habitantes por km². Aquí es donde empieza la pregunta del millón: ¿por qué nuestros coches no desaparecen en Madrid de la misma manera que lo hacen en Tokio?
Un vistazo a la cultura del transporte urbano
Uno de los mayores secretos del sistema de transporte de Tokio es que enfatiza el uso del transporte público y, sorprendentemente, las bicicletas. Pero, ah, la vida en las grandes ciudades como Madrid nos ha enseñado que la comodidad de tener un coche siempre está a un paso. ¿Quién no ha soñado con hacer una escapada con amigos, cargando todo en el maletero sin preocuparse por el transporte público? Sin embargo, la realidad es que el tráfico y las dificultades para aparcar en Madrid pueden hacer que esa escapada se sienta más como un castigo que como un placer.
El secreto del éxito urbano de Tokio: el Shako Shomeisho
Lo que realmente limita el uso del coche
Para desentrañar el enigma de por qué Tokio tiene menos coches a pesar de su alta densidad poblacional, debemos hablar de un concepto fascinante: Shako Shomeisho. Este término hace referencia a un certificado necesario para poder adquirir un coche. ¿Qué implica esto? Básicamente, debes demostrar que tienes un lugar donde aparcarlo. De lo contrario, olvídate de obtener el vehículo que tanto deseas.
Japón, a través de métodos regulatorios, ha logrado crear un entorno donde la necesidad de un automóvil particular no es tan latente. La falta de espacio y la presión por el transporte colectivo han originado una cultura donde andar, usar la bicicleta o el transporte público son opciones viables. ¡Y a la vez divertidas! ¿Quién podría resistirse a un viaje en tren en una de esas líneas rápidas que hacen que la distancia entre Tokio y Kioto parezca un paseo por el parque?
La historia detrás de la prohibición del coche
De la devastación a la planificación
El crecimiento de Tokio es un fenómeno que desencadena en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Durante estos años, la ciudad fue devastada, y se construyó de manera desorganizada, con edificios erguidos unos al lado de otros sin seguir un plan maestro. Esto resultó en calles angostas que no solo son un desafío para los coches, sino también para los peatones.
De hecho, puedes imaginarte a los planificadores urbanos de la época: «¡Arturo! ¡La ciudad necesita autos, vamos a construir más carreteras!». Y Arturo, con su café en mano, debe haber respondido: «Claro, pero también deberíamos considerar que la gente necesita moverse sin ser aplastada por un SUV». Así es como el caos original de Tokio condujo a las regulaciones que sentarían las bases del enfoque moderno sobre la movilidad.
La primera medida importante fue implementada en los años 50, prohibiendo el aparcamiento en la calle. Recuerda, eso es absolutamente prohibido. Imagínate a un madrileño tratando de encontrar una plaza de parking y de repente escuchando que aquí no se puede aparcar. Sería como decirle a un turista que Madrid no tiene tapas. ¿Estamos locos?
La imposibilidad de tener un coche sin aparcamiento
El Shako Shomeisho es solo una parte del rompecabezas. En Tokio, si no tienes un espacio de garaje, no puedes tener coche. Eso significa que muchas personas optan por no poseer uno. Suena como un sueño para algunos, pero para los amantes del motor podría ser un verdadero dolor de cabeza. A pesar de que Tokio tiene una densidad de coches similar a Madrid (629 coches por cada 1,000 habitantes), obtener un vehículo en espacios urbanos puede ser una odisea, especialmente cuando hay una multitud de regulaciones que siguen.
En Tokio, el costo de mantenimiento de un coche puede ser abrumador. Las tarifas para los shaken, que son inscripciones obligatorias, reflejan lo que sería para nosotros el “ITV” en España, pero a precios muy superiores. ¿Quién necesita un 📅 coach cuando tienes el shaken para recordarte lo que no puedes hacer?
Las bicicletas como rey
Un fenómeno que no se ve venir
Cuando piensas en Tokio, probablemente imaginas luces brillantes, edificios altos y una constante afluencia de gente. Sin embargo, pocas personas piensan en las bicicletas. Las cifras de 2020 nos dicen que el 17% de los trayectos diarios en Tokio se realizan en bicicleta. ¿Lo has escuchado? ¡Díganle a Madrid que se ponga al día!
Y lo curioso es que, mientras aquí pasamos horas en atascos con nuestro coche, en Tokio la gente va en bicicleta y llega a sus destinos con la precisión de un reloj suizo. ¡Qué envidia! Hay días en que pienso que la bicicleta es la mejor solución. Pero luego me despierto y veo que el cielo está gris y mojado, y mi entusiasmo se marcha como el sol. Cada vez que veo un ciclista en bicicleta parece que me gritan: “¡Mira qué libres somos!”
El ejemplo de una ciudad que cuida de sus bicicletas
Tokio no solo alberga a ciclistas, sino que también se preocupa por ellos. Las rutas bien diseñadas, la infraestructura adecuada y las estaciones de aparcamiento para bicicletas convierten a la ciudad en un lugar ideal para pedalear. Mientras tanto, en Madrid, las aceras son más bien un campo de batalla y las bicicletas tienen que sortear un curso de obstáculos.
Conclusiones: ¿y Madrid qué?
Después de realizar este recorrido, es imposible no preguntarse: ¿Qué puede aprender Madrid de Tokio? Bueno, podría ser el momento adecuado para repensar el urbanismo de la capital española. Las plazas de aparcamiento podrían convertirse en parques y espacios para el esparcimiento, quizás incluso en áreas donde las familias puedan disfrutar.
¿Y si, en lugar de construir más autopistas, comenzamos a reinventar la movilidad sostenible y el uso de bicicletas? ¿Por qué no imaginamos a las calles de Madrid repletas de ciclistas, sonrisas y… menos estrés?
Madrid puede aprender mucho de Tokio no solo en lo que respecta al transporte, sino también en la planificación urbana. Al final, lo que realmente importa no son los coches, sino el bienestar de los ciudadanos.
Así que sí, Tokio y Madrid son muy diferentes en su enfoque hacia la movilidad, y quizás deberíamos seguir su ejemplo. Porque lo que realmente queremos es un lugar donde movernos sea tan fácil como decidir ir a la panadería a por unos croissants.
Reflexión final
Si este artículo te ha hecho reflexionar sobre cómo nos movemos en nuestras ciudades, ¡mision cumplida! Cambiar nuestra forma de habitar y trasladarnos no es tarea fácil, pero con pequeños pasos, como optar por la bicicleta o promover un uso más eficiente del transporte público, podríamos estar un peldaño más cerca de tener ciudades más amables y sostenibles.
Así que, la próxima vez que estés atrapado en un atasco sin salida, recuerda que hay un mundo diferente donde las bicicletas son más que un medio de transporte; son un estilo de vida. Y quizás, solo quizás, podamos empezar a hacer algo al respecto aquí y ahora.