El pasado fin de semana, Sevilla se viste de gala, y no solo porque el sol brille con fuerza en la capital andaluza. No, es que el derbi sevillano es una de esas ocasiones en las que las calles se tiñen de colores y el aire se llena de una expectativa que podría cortarse con un cuchillo. En esta ocasión, el Sevilla FC se impuso al Real Betis Balompié por 1-0 en un enfrentamiento que resonaría por mucho tiempo en la memoria de sus aficionados.
Un clásico que nunca decepciona
Ah, los derbis. Esos partidos que tienen el poder de hacer que los hinchas se sientan vivos, que los corazones laten al unísono con los cánticos en las gradas. Para muchos, los derbis son como una mezcla de la final de la Champions y la fiesta de cumpleaños de ese amigo que nunca falta, ¿verdad? Aunque, en este caso, el cumpleaños fue un poco más amargo para los béticos, pero más sobre eso después.
El Sevilla llegó a este partido tras un par de temporadas para olvidar. Con una situación de crisis institucional que muchos pensaban que sería lo último que verían, el equipo se propuso demostrar que en el derbi cualquier cosa puede suceder. Y vaya que lo hicieron. En un ambiente cargado de emoción en el Sánchez Pizjuán, el Sevilla se mostró como un verdadero gladiador que, armado de garra que recordaba sus mejores años, se lanzó a la arena, dispuesto a salir victorioso.
La historia en el campo: un gol que cambió todo
La primera parte del partido fue como un partido de ajedrez, ¿no les parece? Ambos equipos tanteándose, con el Sevilla asumiendo un papel ligeramente más ofensivo. Turbobasados, las jugadas daban paso a una estrategia medida. Sin embargo, un gol anulado al Sevilla a los diez minutos, donde Ejuke gritó al cielo tras un remate que, lamentablemente, fue anulado por fuera de juego, iluminó un poco el tono gris que traía consigo el Betis.
Pero como decía mi abuela: “En un derbi, no se puede dar nada por hecho”. Esa verdad fue reafirmada cuando el minuto 50 llegó. Después de un remate de Agoumé que impactó en la mano de Llorente, el árbitro, Juan Martínez Munuera, señaló penalti. A pesar de las protestas de los jugadores del Betis como si estuvieran en un drama de Shakespeare, el VAR confirmó la decisión y ahí estaba Dodi Lukébakio, dispuesto a anotar.
Con la tranquilidad y la firmeza de un estudiante que ha estudiado para el examen final, Lukébakio transformó el penalti en el único gol del encuentro. ¿No es fantástico cómo el fútbol puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos? El Pizjuán estalló, y la afición sevillista vibraba al unísono. Fue como si el desánimo de temporadas anteriores se disipara, al menos por un rato.
El espectáculo continúa: Sevilla contra un Betis apático
Como todos los buenos cuentos, la historia tenía que seguir. Una vez que el Sevilla se puso por delante, se notó una visibilidad en la confianza del equipo. Se volvieron más audaces, como un niño que se atreve a pedir más postre después de cenar. Sin embargo, su rival, el Betis, parecía estar en una noche en la que las cosas simplemente no salían. Paulatinamente, los hombres de Manuel Pellegrini se mostraron como un equipo desdibujado, impreciso, y sin la profundidad que se esperaba de ellos.
Es curioso recordar un derbi vivido hace un par de años en una situación similar. Aquella noche, de pie en las gradas, vi cómo las ilusiones se desvanecían a medida que el equipo rival se reía de nuestras esperanzas, como si tuvieran un mapa del tesoro y nosotros solo un par de migas. Pero hoy el rol se invirtió, y el Sevilla tenía la brújula en sus manos.
Mientras tanto, el Betis luchaba por encontrar su ritmo. Con varias jugadas de peligro que se perdían en el aire, y un Lo Celso que, aunque esforzado, no lograba dejar huella en el verde del campo, el estreno de un nuevo aspirante al trono de los derbis no parecía lejano. ¿Qué les pasa a los béticos en estos partidos? A veces se siente como si entraran al campo como aquellos que llevan un paraguas en un día despejado, listos para algo que nunca acontece.
Momentos que definen caracteres
El derbi no solo se define por un gol o una victoria, sino por esos pequeños momentos que quedan grabados en la memoria. Jesús Navas, a sus 38 años, se convirtió en el «rey de los derbis» tras sumar su victoria número 28, superando así a Joaquín, un ícono bético. Esos encuentros no solo miden destrezas deportivas, sino el legado de quienes han respirado la pasión de un club durante años.
y si bien el campo se llenaba de gritos y emociones, no podemos dejar de mencionar a Manolo Pellegrini, quien a sus 71 años se convirtió en el técnico más veterano en dirigir un partido de Primera División. Un gran momento que, sin embargo, tuvo un sabor amargo para él, especialmente considerando que a pesar de su dilatada carrera, sigue sin poder vencer al Sevilla en la Liga.
Hacia el futuro: ¿qué podemos esperar?
Con esta victoria, el Sevilla y el Betis se encuentran empatados a 12 puntos en la clasificación, lo que abre la puerta a un montón de preguntas. ¿Puede el Sevilla mantener este buen estado de forma y avanzar en la tabla? ¿O el Betis encontrará la manera de levantarse de este golpe y plasmar el talento que todos saben que poseen? Las respuestas solo se conocen con el tiempo, y el tiempo, como decía aquel filósofo que siempre olvidamos citar, es un maestro sabio.
Ambos equipos lucharán en su camino hacia la tan añorada clasificación a competiciones europeas, lo que añade otro condimento a la rivalidad. Esta temporada está lejos de terminar, y cada encuentro será como una nueva página en un libro donde la historia nunca se repite. La tensión y la emoción aumentan, como el aroma de un platillo que se cocina lentamente en la cocina.
La opinión de la afición
No es raro escuchar a los aficionados comentando sobre el estado de sus respectivos equipos en una charla de café. De hecho, me acuerdo de una anécdota que me ocurrió una vez. Estaba en una terraza hablando con un amigo bético tras una derrota de su equipo en un derbi. Él, con un dolor en el alma, afirmó que «el fútbol tiene la extraña capacidad de hacerte sentir más vivo cuando las cosas son difíciles». Y reflexionando, es verdad. La pasión que despierta el fútbol está inigualada.
Es importante recordar la importancia de estos partidos para las aficiones, quienes, después de todo, son la ese objetivo final que ambos equipos persiguen. La espera y las ansias antes del derbi son ese momento de unión que va más allá del terreno de juego.
Conclusión: emociones, lágrimas y risas
Sevilla ha vuelto a mostrar su garra en el derbi, y aunque hoy haya sido su día de suerte, el Betis deberá levantarse y reflexionar sobre lo acontecido. Como en cualquier historia, hay ganadores y perdedores, pero lo que verdaderamente queda son las emociones que se generan y los recuerdos que se crean.
Así que, mientras las luces del Sánchez Pizjuán se apagan y los aficionados comienzan a disolverse en las calles de Sevilla, sabemos que la pasión por el fútbol sigue viva, palpitando en cada rincón, lista para escribir su próximo capítulo en la historia de este hermoso deporte. ¡Y yo, como aficionado, estoy aquí, listo para disfrutar de cada instante!
¿Estás listo para el próximo derbi? ¡A por ello!