Un vistazo al fenómeno de los niños youtubers

¿Te has preguntado alguna vez cómo es ser un niño youtuber en la actualidad? En nuestra cultura actual, los chicos y chicas que dominan las plataformas como YouTube e Instagram son auténticas celebridades. Desde unboxing de juguetes hasta tutoriales de maquillaje, estos pequeños influencers cuentan con una legión de seguidores que podría hacer sonrojar a cualquier adulto en el mundo del espectáculo.

Yo mismo he pasado horas viendo videos de niños desarrollando sus carreras en estas plataformas, lo cual me lleva a preguntarme, ¿es esto realmente un trabajo normal o estamos ante un fenómeno que roza la explotación infantil? Este dilema ha captado la atención del Gobierno español, y ha iniciado un debate muy necesario sobre cómo regular el trabajo de séptima categoría en el entorno digital.

Una jungla de influencers

A partir de la reciente decisión del Ministerio de Trabajo, se han puesto en el punto de mira las condiciones laborales de los niños youtubers, que cada vez son más comunes en España. La ministra Yolanda Díaz ha señalado que la situación es como una «jungla», donde la única regla parece ser que, si tienes un smartphone y carisma, puedes hacer lo que quieras. Y, seamos realistas: ¿quién no ha soñado alguna vez con convertirse en el próximo Leotube o Mikeltube, llenando su habitación de juguetes y dulces a cambio de visualizaciones?

Pero, ¿a qué costo? En Estados Unidos, por ejemplo, hemos visto casos escalofriantes de familias que han convertido a sus hijos en auténticas máquinas de hacer dinero en YouTube, y es que, como dicen, «el dinero no duerme». Tristemente, algunos padres han llevado este fenómeno al extremo, tratando a sus pequeños como figuras de negocio y no como niños, lo que ha llevado a un creciente interés por regular estos contenidos.

El nuevo decreto: una solución necesaria

El nuevo decreto que se está preparando busca establecer ciertas regulaciones en torno a estos jóvenes creadores de contenido. A partir de ahora, los menores que deseen colaborar en proyectos artísticos necesitarán una autorización administrativa. Pero, ¿realmente esto es suficiente para evitar la explotación?

Desde el Gobierno se han mencionado varias medidas, como establecer horarios de trabajo, garantizar que los padres estén presentes durante las grabaciones y asegurar que los niños continúen su escolarización. Todo esto suena muy bien en teoría, pero en la práctica, ¿será realmente efectivo? Recuerdo una vez cuando, emocionado por ver la última sensación de YouTube, me di cuenta de que el video había sido publicado en la madrugada de un día escolar. ¿Quién está realmente supervisando esto?

El fantasma de la explotación

Uno de los puntos más inquietantes que se ha mencionado es la explotación de los niños dentro de este nuevo ecosistema digital. A menudo se dice que estos chicos son «fuentes de ingresos» importantes para sus familias, y aunque no se trata de un trabajo en una fábrica (afortunadamente), el hecho de que haya padres que tomen decisiones financieras basadas en el rendimiento de sus hijos en línea es preocupante. En este sentido, los niños están siendo entregados a un mundo sin reglas donde cada clic podría traducirse en una paga.

Parece que no solo los adultos están consumiendo estos contenidos. Los niños también están bien al tanto de que tienen poder. Recuerdo una vez, mientras estaba en el parque, escuché a un grupo de pequeños hablando sobre a quién podrían bloquear en su canal de YouTube, como si eso fuera algo normal. ¿Qué pasará cuando estén expuestos a las críticas y presiones de las redes sociales? Esto me lleva a pensar en cómo encajarán las ansias de fama con la inevitabilidad de fallar.

Comparaciones internacionales

Es interesante notar que otros países de nuestro entorno han abordado el problema de los niños creadores de contenido en línea con más rigidez. En Francia, la regulación desde 2020 exige la comunicación previa a la autoridad laboral para el trabajo de menores de 16 años en plataformas digital. Limitan las horas de grabación y establecen controles sobre las ganancias. Este modelo podría servir como un espejo en el que España debería mirarse. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es suficiente proteger a los niños de una cultura que a menudo los ve como simples productos?

Protección y derechos de los artistas

Otro punto destacado en la nueva legislación es la inclusión de medidas de protección en el ámbito artístico, especialmente en lo relacionado al abuso sexual. La legislación también propone incorporar el mediador de intimidad, una figura que ha ganado popularidad en rodajes para garantizar la seguridad de los artistas, incluidos los más jóvenes. Sin embargo, en una era donde la comunicación es constante y las líneas se vuelven borrosas, ¿será este mediador suficiente? ¿Realmente tenemos en cuenta lo que estos chicos piensan sobre los ambientes en los que se desenvuelven?

La inteligencia artificial y el futuro del contenido digital

Y si pensabas que el tema de los niños youtubers era complicado, ahora se suma el debate sobre la inteligencia artificial (IA) en el mundo artístico. La ministra Yolanda Díaz ha señalado que la IA «no es tan artificial, es humana», argumentando que se nutre de las voces e imágenes de los artistas. Esto suscita más preguntas que respuestas. Por ejemplo, si un niño crea contenido y una empresa utiliza su imagen sin su consentimiento, ¿quién controla esa propiedad?

Esto recuerda la historia de uno de mis amigos, que en un intento por diseñar un juego de mesa, terminó filtrando accidentalmente su idea. Se dio cuenta de que en el mundo digital las cosas se propagan más rápido que un rumor en la cafetería. Las ganas de compartir y crear son mucho más poderosas a esa edad, pero la realidad a menudo es que esos deseos pueden convertirse en pesadillas por las malas decisiones de las empresas que buscan capitalizar cada píxel de contenido.

Conclusiones: ¿un futuro más seguro?

A medida que el nuevo decreto se perfila y las regulaciones se presentan, es evidente que se necesita un cambio. La responsabilidad no solo recae en los creadores de contenido, sino también en los padres y las plataformas donde se publica el contenido. Mi esperanza es que podemos crear un entorno que no solo valore la creatividad de estos jóvenes, sino que también los proteja de las presiones de un mundo que no siempre es amable.

Al final del día, queremos que los niños sigan siendo niños. ¿Podremos encontrar un equilibrio entre la fama, el éxito y la protección de aquellos que, a menudo, son los más vulnerables en este juego de luces y cámaras? Las respuestas son tan variadas como los tipos de contenido que vemos hoy, pero una cosa es segura: el diálogo ha comenzado, y eso es un paso en la dirección correcta.

Así que ahí tienes, amigos, una mirada sobre la realidad de los niñosyoutubers en España. La responsabilidad social, por fin está tomando protagonismo. Ahora, lo único que nos queda es esperar que este nuevo decreto no solo se convierta en papel mojado, sino que realmente marque la diferencia en las vidas de estos pequeños creadores.