Recuerdo la primera vez que vi un monólogo de Miguel Gila. Era una noche cualquiera, y mientras cambiaba de canal, de repente, me vi atrapado por su irrupción en la TV. Aquella figura delgado, vestido de manera tan peculiar, con ese tono de voz que oscila entre la ternura y la ironía. Gila, con su estilo único, hacía reír mientras abordaba un tema que para muchos resultaba incómodo: la Guerra Civil Española. Años después, al leer sobre su vida, me cuestioné: ¿cómo un hombre que había vivido tantos horrores podía hacer reír a otros?

el legado cómico de un soldado

Para muchos, la Guerra Civil es tema de estudio, dolor y, a menudo, un tabú. Sin embargo, Gila tenía una forma especial de abordar temas controvertidos. Su famoso gag de preguntar “¿Quién es el enemigo?” mientras rivalizaba con su propio imaginario, permitía a los espectadores reflexionar sobre el sinsentido de la guerra. ¿No es curioso cómo el humor puede ser un refugio en tiempos difíciles? ¡Ay, las tragedias! A veces, la risa es la única forma de enfrentar lo inexplicable.

Pero, detrás de esa risa había un hombre que vivió en carne propia las penurias de un conflicto bélico. Se alistó voluntariamente en el ejército republicano y sobrevivió a un fusilamiento en el que podría haber encontrado un final trágico. En su autobiografía, “Y entonces nací yo: Memorias para desmemoriados”, narra episodios de su vida que no solo reflejan su capacidad de resistencia, sino también su brillante sentido del humor. Muchas veces me pregunto, ¿qué pasa por la mente de una persona que transforma su dolor en arte?

la valentía de un comediante

En una época donde la censura dominaba el panorama cultural de España, Gila se atrevió a transformar el contexto bélico en una herramienta de crítica. Su valentía es digna de reconocimiento. Como apunta el cineasta Alexis Morante, director de la película “¿Es el enemigo?”, “Gila se vestía de soldado en un país militarizado y se ponía en un escenario a hacer parodia de la guerra”. Y eso, amigos, es transformar la tragedia en comedia, un acto de verdadera valentía.

Aquí es donde Morante entra en juego. La película busca revivir la figura de Gila en esta generación moderna, aquellos que quizás conocen su nombre pero no sus historias. Por eso, se ha propuesto usar un “lenguaje narrativo moderno” —una decisión que me parece excelente. ¿No es impresionante cómo el cine puede rescatar historias olvidadas y hacerlas relevantes para las nuevas generaciones? Nos invita a recordar, a aprender, y tal vez a reírnos, incluso de lo trágico.

una mirada moderna a un clásico

La película de Morante no solo busca entretener; quiere que los jóvenes se pregunten sobre la historia y, tras ver la película, busquen más sobre este ícono del humor español. “Se iban a Google porque la historia les ha impactado”, comenta el director, y honestamente, no puedo evitar sonreír. Eso es exactamente lo que intentamos hacer en el mundo del contenido nativo: atraer la curiosidad del público moderno.

Quienes crecimos en los años 90, con series como Los Serrano, quizás tengamos una visión más acotada de la figura de Gila, quien parece lejos en el tiempo. Pero esta nueva búsqueda de su esencia resuena. Quizás tú también te identifiques con el niño que, al ver a su padre reír con Gila, no entendía del todo por qué la risa era tan contagiosa. Esa magia, ese enigma: ¿cómo puede hacer reír a millones al hablar de la guerra?

el humor en tiempos de crisis

El contexto social es crucial aquí. Gila entendió que el humor podía ser una vía de escape, un refugio para todos aquellos que llevaban en su espalda el peso de la historia. Su chiste sobre la guerra carecía de bandos y colores, lo que lo hacía accesible y transversal, capaz de resonar con cualquiera que haya sentido la bitter realidad de un conflicto.

Uno se pregunta, ¿es el humor un privilegio en tiempos de guerra? ¿No es, de hecho, la forma más pura de resistencia? Gila sabía que a pesar de las dificultades, el rayo de luz del humor era lo que nos unía. El cineasta Morante ha querido reflejar eso al presentar a un Gila no solo como un ícono de la comedia, sino también como un hombre que se reía frente al horror.

el proceso de creación y la búsqueda del tono

Uno de los grandes retos que enfrentó Morante fue el tono. ¿Cómo se narra la vida de un hombre cuyas experiencias son a la vez trágicas y cómicas? Hacer esta película lo llevó a un viaje introspectivo, similar al de Gila, que se enfrentaba a su pasado con valentía. La comparación con La vida es bella de Roberto Benigni es significativa; ambos trabajos permiten que la controversia y la tragedia se enmarquen dentro del ámbito del humor, creando un espacio para la reflexión.

La dificultad de encontrar dicha mezcla no debe ser subestimada. Mirando hacia atrás, pienso que todos tenemos esas experiencias donde intentamos hacer reír a alguien en momentos difíciles. Recuerdo un cumpleaños de un amigo donde la risa fluía como un vino tinto descontrolado. Pero detrás de la sonrisa, existía una sensación de pérdida que todos compartíamos. Ese fue mi pequeño homenaje.

recordando a gila: el valor de la memoria

La pérdida de figuras como Gila en la memoria colectiva es un recordatorio de cuanto cambiamos con el tiempo. Morante se esfuerza por rendir homenaje a Gila a través de su película, tratando de llevar su legado a aquellos que parecen haberlo olvidado. Al final del día, la memoria histórica es crucial no solo para entender el pasado, sino también para forjar el futuro.

Cuando pienso en cómo el humor puede romper barreras e inspirar, creo que Gila es un claro ejemplo. Él nos enseñó que incluso en los momentos más oscuros, todavía podemos encontrar luz. Y es importante, especialmente hoy, que sigamos recordando las historias de quienes se atrevieron a reír en tiempos de guerra.

En resumen, ¿estás listo para ver la vida de Gila con nuevos ojos? La próxima vez que te rías de su chiste sobre la guerra, recuerda que hay un contexto detrás y una historia que merece ser contada. La película “¿Es el enemigo?” no solo representa a un gran humorista, sino también un acto de resistencia, un recordatorio de que siempre se puede encontrar felicidad, incluso en las circunstancias más adversas.

Las historias de nuestras vidas son valiosas, y a través de ellas, podemos comprender por qué el humor, la risa y la verdadera empatía son necesarios para sanar las heridas del pasado. Recuerda, el espíritu de Gila sigue vivo, riéndose de lo absurdo, invitándonos a reflexionar sobre nuestra historia con una sonrisa.