¿Qué pasa con el Real Madrid y el Baskonia? Ambos equipos emblemáticos del baloncesto español han tenido un comienzo de Euroliga que ni el más optimista de sus aficionados podría haber anticipado. Este artículo se adentra en los altibajos (que en este caso son más bajos que altos) de estos dos gigantes de la competición, y trata de entender cómo es posible que equipos con tanta historia y talento se encuentren en esta situación complicada.

El naufragio del Real Madrid: ¿un discurso sobrio o un grito desesperado?

Comencemos con el Real Madrid, que parece estar atrapado en una especie de bucle de desastres. La última derrota frente al Anadolu Efes (64-74) fue un claro reflejo de las dificultades que están afectando al equipo. En el primer tiempo, el equipo de Chus Mateo tuvo un rendimiento que podría describirse como “horresco referens” —una expresión latina que significa “es aterrador de solo pensarlo”. Un 25-47 en el marcador es un duro golpe y, honestamente, uno se pregunta si los jugadores fueron a jugar o si decidieron hacer turismo por el WiZink Center.

Facundo Campazzo, que no se caracteriza precisamente por ser un hombre de pocas palabras, no se anduvo con rodeos; su resumen de la primera mitad fue un lapidario “hicimos una mierda”. Es complicado argumentar en contra de ello. La falta de energía era palpable, y cada vez que un tiro exterior se elevaba, caía como plomo. Ocho fallos en once intentos. No sé ustedes, pero yo en esos momentos suelo taparme los ojos, como cuando vemos en la televisión a alguien que se va a caer; sabemos que lo van a hacer, pero no podemos evitar mirar. Eso fue lo que sentí cada vez que un jugador madridista intentaba encestar.

Un intento de remontada que se desvaneció como el humo

La segunda mitad tuvo un aire de esperanza, donde el Madrid intentó remontar con lo que se podría denominar un arranque de «furia y clase». Recuerdo una vez que traté de organizar una cena sorpresa; las expectativas eran altísimas y, en cambio, se convirtió en una serie de despropósitos. La situación fue casi igual: un triplete de Sergio Llull encendió momentáneamente los ánimos, pero se extinguió tan rápido como encendí las velas (oly, las llamas y yo no nos llevamos bien).

Cuando uno está a un punto de alcanzar la gloria, una sola jugada puede cambiar el rumbo del partido. Y ahí estaba el destino que, cual maldición gitana, le hizo un tapón a Hezonja que podría haber cambiado todo: un infortunio que llevó al Madrid a perder el impulso momentáneo que habían conseguido.

La tensión entre el público en el WiZink era palpable; el «¡sí se puede!» resonaba en las gradas, pero tras el último tiro del partido, con la esperanza desvanecida, se desvaneció igualmente el aliento de los aficionados. ¿Has tenido alguna vez esa sensación de que todo se derrumba justo cuando comenzabas a soñar? Pues así se sintió el ambiente. Nadie quería creer que estos magos del baloncesto se desmoronaran de este modo.

La paradoja de la condición física

Hablando de condiciones, el tema de la fatiga salió a relucir. Tavares, Hezonja y Campazzo son verdaderamente titulares de un equipo, pero ¿por qué parecía que jugaban un maratón en vez de un partido de baloncesto? Después de un inicio tan infame, es casi como si las piernas dijeran «en esta película no quiero estar más». La pregunta que me asalta es: ¿cómo puede un equipo con tanto talento no gestionar la carga física de forma eficaz?

Los jugadores de baloncesto, como buenos atletas, deben tener un régimen de entrenamiento envidiable. Pero claro, cuando hay que jugar 40 minutos, el cuerpo empieza a cobrar factura. Es como intentar llevar una carga de libros y, al final, darte cuenta de que no solo no has llegado a tu destino, sino que has dejado caer la mayoría de ellos por el camino. Así se sintió el final del partido con el Efes: una oportunidad tirada al suelo.

Baskonia: lo mismo pero diferente

Si el Madrid tuvo un mal despertar, el Baskonia no fue menos afortunado. La derrota frente al Mónaco (75-87) fue otro canto de sirena en un océano de calamidades. Vitoria parecía un lugar desolado, donde la esperanza de una victoria se evaporó como el agua en un día de verano. La primera parte del encuentro fue desastrosa, y poco hay que decir cuando tu equipo se hace «muy pequeño», como un niño que se esconde detrás de su madre en un primer día de colegio.

Leí una vez que el baloncesto se trata de control, y en este juego, el Baskonia perdió el control por todos los lados. ¿Te imaginas un barco de papel en una tormenta? Pues eso fue lo que sucedió en el Buesa Arena. Intentaron remediarlo en la segunda mitad, pero el equipo del Mónaco había apuntalado su juego y se mostró resistente ante cada embestida.

Reflexiones finales y un ojo en el futuro

En resumen, tanto el Real Madrid como el Baskonia necesitan revisar su manual de instrucciones. Este inicio de la Euroliga 2023-24 debería ser un grito de alerta, un faro encendido que les recuerde que aún hay tiempo para enmendar el rumbo. Después de todo, la belleza del deporte radica en la incertidumbre de cada partido.

Ambos equipos no solo tienen que lidiar con la presión y la incomodidad de las derrotas, sino que también deben encontrar la manera de volver a ser los gigantes que una vez fueron. Y ahí está el desafío: la capacidad de levantarse después de caer, de reinventarse y de recordar que el baloncesto, más allá de los números y las estadísticas, es un juego que se basa en el corazón, la pasión y el trabajo en equipo.

Así que, amantes del baloncesto, afilen sus lápices para las notas de estos partidos. Ha pasado un mes y seguramente ambos equipos se reencontrarán con su esencia. ¿Estás listo para vivir las próximas noches europeas con intensidad? Porque, como decía mi abuela, «nunca es tan oscuro como para no ver una estrella».

¿Qué les depara a Madrid y Baskonia en lo que queda de la temporada? Solo el tiempo lo dirá.