El Real Madrid ha vuelto a tropezar en un terreno complicado; esta vez, el destino fue Estambul, y la Euroliga se ha convertido en un verdadero laberinto para los de la capital española. Con una racha de tres derrotas consecutivas, el panorama no parece nada alentador. Vamos a desmenuzar este encuentro con un tono conversacional, porque, seamos sinceros, hay mucho que comentar sobre lo que ocurrió en la cancha. ¿Preparados? ¡Vamos allá!
Un escenario desolador: ¿qué le pasó al Madrid?
Desde un principio, el equipo dirigido por Jasikevicius llegó a este partido con un quinteto inédito. Por allí estaban Campazzo y Smith como dos bases al frente, acompañados por dos cincos: Bruno Fernando y Tavares. Este arreglo táctico podría sonar audaz, pero para los aficionados merengues, solo significó una cosa: un equipo desdibujado, y eso se notó en los primeros momentos del encuentro.
Resulta curioso recordar cómo, en mis días de aficionado al baloncesto, a veces lo más emocionante era justo lo opuesto a lo que se esperaba. Imaginen que te sientas en el sofá, palomitas en mano, mientras esperas un espectáculo. Sin embargo, el juego arranca y los puntos en el marcador parecen más un concurso de lanzamiento de triples frustrados que un verdadero encuentro de baloncesto. ¿Les suena familiar? Este era el escenario en que se encontraba el Madrid.
Un comienzo desalentador
Los primeros minutos fueron un desfile de errores: pérdidas de balón, tiros fallidos y una defensa que a ratos parecía más un colador que una muralla. Matt Hayes-Davis abrió el marcador después de casi cuatro minutos, lo que, para toda la afición, se sintió como una eternidad. Tal vez esté exagerando un poco, pero en el hogar de los amantes del baloncesto, cuatro minutos sin puntos son como un año en tiempo de perro.
Campazzo y Tavares decidieron por fin romper ese 0-0, pero el aire de esperanza se desvaneció rápidamente. Los aficionados empezaron a preguntarse: «¿Qué está pasando aquí?». Tras un par de intentos fallidos, el juego se mantuvo estancado por un 16-16 que parecía más un mal chiste que un marcador serio.
La estrategia del Fenerbahçe
El Fenerbahçe, por otro lado, no sólo aprovechó las debilidades del Madrid, sino que también se armó con una estrategia de triples que dejó a los visitantes atónitos. Imagínate estar en un partido donde tu rival empieza a lanzar desde la línea de tres mientras tú te ves obligado a hacer malabares en la defensa. Era esa clase de noche en la que las estadísticas son inquebrantables: 34 lanzamientos de tres, en comparación con solo 28 de dos. A veces uno se pregunta si el entrenador turco se fue de fiesta la noche anterior y decidió, «¡Vamos a disparar desde todas partes!»
Con un parcial de 12-0 en los últimos minutos de la primera mitad, el 40-28 al descanso fue un verdadero golpe en el estómago para el Madrid. Conversando con un amigo, le dije que este partido parecía una película de terror donde el equipo de blanco era el protagonista que se metía en problemas a cada paso.
A gritos de «más dureza»
«Más dureza», pedía Jasikevicius. Y es que, en un momento en que el equipo necesitaba una chispa, su estrategia parecía carecer de la ferocidad necesaria. Llull y sus triples llegaron a dar esperanza, pero el equipo local comenzó a dejar claro quién estaba en control del juego. La alegría dura poco en la cancha cuando los errores son más que los aciertos. Las técnicas y las faltas personales fueron algunas de las cerezas en el pastel de la frustración.
A este punto, muchos comienzan a pensar: ¿qué dirá la afición en Twitter? Si alguna vez se ha preguntado cómo manejar el descontento en redes sociales tras una derrota, créame que leer comentarios después de un partido perdido es una especie de terapia inversa. ¡Ups!
Un tercer cuarto desastroso
Aunque había la esperanza de un comeback, el Madrid se encontraba a la deriva. Tavares, el gigante, intentó tomar el control, pero al final del día, el baloncesto es un juego de equipo, no de un solo hombre. Los tiros exteriores de Hayes-Davis y Guduric fueron el sello de un cuarto que se volvió una autentica pesadilla para los merengues. Un marcador de 69-54 al final fue el canto de cisne para un equipo que, aún con sus deficiencias, había esperado dar batalla.
Pasar de ser un equipo temido por todos a uno que parece desmoronarse cada vez que se presenta en la Euroliga es, digamos, desconcertante. 16 pérdidas y solo 10 asistencias pintan un retrato desolador sobre la fluidez del juego del Madrid.
Reflexiones finales: ¿qué sigue para el Madrid?
Con tres derrotas seguidas, la situación se empina en la clasificación de la Euroliga, y uno no puede evitar preguntarse: ¿cuál es la siguiente jugada? La afición está inquieta, y las voces críticas empiezan a alzarse. Pero en el baloncesto, como en la vida, hay que lidiar con las derrotas. Todos hemos pasado por semanas malas, ¿verdad? Ya sea en el trabajo o en lo personal, ¡esa sensación de que todo se desmorona!
El camino se complica, pero la temporada aún no ha terminado. A veces, justo cuando parece que todo se ha perdido, los equipos encuentran una manera de sobreponerse. ¿Será este el caso del Real Madrid? Solo el tiempo lo dirá, pero hoy, en esta caída estrepitosa, hay lecciones que aprender. Desde la camaradería en el banquillo hasta la necesidad de una defensa férrea, el Madrid necesita un verdadero despertar.
Así que, mientras esperamos el próximo partido, levanto mi bebida en un brindis por las victorias futuras, porque después de todo, lo único constante en el baloncesto, y en la vida, es el cambio. ¡Arriba el Madrid!
¡Hasta la próxima, amigos!