El fútbol es un deporte que despierta pasiones, en especial aquí en España. Desde el momento en que te sientas en el sofá con un buen bocadillo de jamón y un refresco, la adrenalina comienza a fluir, y aunque esté un poco molesta tu espalda, la emoción del partido te mantiene despierto. Sin embargo, a menudo, cuando la emoción está en su máximo apogeo, se ve interrumpida por decisiones arbitrales que dejan a los aficionados rascándose la cabeza. Hoy, quiero hablar sobre lo que pasó en el reciente enfrentamiento entre Las Palmas y Barcelona, un partido que no solo trajo acción y emoción, sino que también nos dejó con más preguntas que respuestas en cuanto a la efectividad del VAR.
La jugada que encendió la polémica
Fue un sábado cualquiera, el cielo azul de Las Palmas contrastaba con el verde vibrante del campo. El score era 0 a 1, y el FC Barcelona parecía estar logrando una victoria más. Sin embargo, las cosas se tornaron tensas en el minuto 80, cuando el equipo local comenzó a atacar con rabia, buscando el tan ansiado empate. Fue entonces cuando ocurrió una jugada que, a estas alturas, ya ha pasado a ser parte del capítulo de los «grandes absurdos» del VAR.
¿Quién no ha sentido ese cosquilleo en el estómago cuando tu equipo empieza a atacar? Yo mismo recuerdo cuando un día en el campo del barrio, un tiro de esquina terminó en un golazo, sólo para que el árbitro invalidara la jugada por un fuera de juego bastante dudoso. ¡El grito de gol se convirtió en un grito de desesperación! Ese tipo de sentimientos son los que se replicaron en el estadio cuando un disparo a puerta de Alex Suárez encontró la mano de Eric García. Alguien en la sala del VAR decidió que esto necesitaba ser revisado, y ahí comenzó la odisea.
El eterno tiempo de espera
Si hay algo que caracteriza al VAR, es su capacidad para generar tensión y malestar. En este caso, Cordero Vega, el árbitro del partido, se vio obligado a revisar la jugada, lo que tomó casi tres largos minutos. Tres minutos en los que el público, los jugadores y, seguro que hasta los comentaristas, se preguntaban qué estaba pasando realmente. En un mundo donde vemos información en tiempo real, lo que estos minutos significado fue una pérdida de atención que rápidamente se convirtió en frustración.
Al ver repetidas imágenes del disparo, era evidente que se habían producido múltiples acciones susceptibles de revisión. Por un lado, el balón había estado en fuera de juego, y por otro, hubo una mano de Eric García. Pero en lugar de seguir un proceso claro, las decisiones arbitrales se enredaron cada vez más, convirtiendo la situación en un laberinto en el que pocos podían seguir el hilo. ¿No les suena esa sensación de confusión y desesperación? Como cuando intentamos seguir una conversación entre los amigos que hablan todos a la vez, ¡es todo un desafío!
Y es que, aunque se supone que el VAR tiene como objetivo resolver polémicas, muchas veces parece más bien un fabricante de confusión.
¿Qué es lo que falla en el VAR?
Lo irónico de esta situación es que los protocolos del VAR no parecen estar a la altura del espectáculo que nos ofrece el fútbol. Según los informes, el VAR no puede analizar un fuera de juego si el balón no termina en gol y, para abordar esto, se necesita revisar primero las posibles faltas. En este caso, el sistema se volvió tan complicado que los aficionados se preguntan si es más efectivo tener un árbitro como antes, con toda la presión de decidir en el momento. ¿No sería mejor simplemente permitir que el árbitro haga su trabajo?
Como dices la famosa frase: «Más vale malo conocido que bueno por conocer».
El diálogo que se escuchó entre el árbitro y el VAR parece más un juego de palabras que una aclaración. Mencionaron la mano y luego el fuera de juego, y al final, lo que había sido una posible pena máxima para Las Palmas, se convirtió automáticamente en un «nada que ver aquí». La desesperación estaba en el aire, y los gritos para revisar el VAR se volvieron más frecuentes. Al final, fue un juego de sombras donde, a la larga, nadie salió beneficiado.
Las quejas de Las Palmas
No satisfechos con una jugada polémica, los jugadores de Las Palmas, hasta ese momento, estaban decididos a reclamar un penalti en el minuto 92, cuando un jugador del Barça, Balde, pisó a Sandro. Si ya la primera jugada había dejado a muchos en shock, esta segunda petición quedó en el limbo, donde el VAR decidió no intervenir.
La sensación de impotencia en el estadio era palpable. Desde las gradas, parecía que los aficionados veían cómo su equipo se enfrentaba no solo a los jugadores del Barcelona, sino también al mismo VAR, que una vez más fallaba en su misión de traer justicia al campo. En definitiva, esos gritos de penalti se convirtieron en un eco de un reclamo olvidado.
¿Por qué algunos incidentes se revisan mientras que otros se ignoran? Aún así, hay quienes creen que las decisiones arbitrales no son solo una cuestión de reglas, sino de contexto. El VAR, aunque parece un aliado en las contiendas modernas, frecuentemente decide permanecer en un silencio ensordecedor.
¿Dónde están las soluciones?
En un mundo donde los avances tecnológicos son la norma, no podemos continuar confiando en un proceso que no ofrece claridad. ¿Qué se necesita para que el VAR cumpla sus promesas? Primero, una revisión del protocolo es fundamental. La implementación de un sistema que priorice claridad y rapidez podría ser la clave. Debemos dejar de dar vueltas sobre lo mismo.
Además, se podría incorporar una comunicación más transparente con los aficionados. Las transmisiones en vivo podrían incluir explicaciones sobre lo que se está revisando, en lugar de dejar que los espectadores solamente especulen. Eso no solo sería mejor para la experiencia de los aficionados, sino que también podría ayudar a disminuir la frustración que genera un partido.
Reflexiones finales y anécdotas
En el fondo, todo esto me trae a la memoria un día en el que una piña de piñones que había llevado a un partido se convirtió en el tema de conversación más popular entre los aficionados. Era un partido emocionante, pero mis tiernos 8 años y un gol de último minuto fueron opacados porque alguno de mis amigos no dejaba de recordar cómo había perdido el equilibrio y volcado todas las piñas sobre la cara de un delantero local.
Pero aquí estamos, hablando sobre la importancia de la claridad en el deporte, esa misma claridad que mis amigos y yo anhelamos tener el día que la piña se desbordó. Con la tecnología actual y el VAR en el centro de atención, los aficionados se merecen una experiencia de juego sin desvíos, sin confusiones.
Así que la pregunta persiste: ¿Estás listo para un futuro en el que el VAR, finalmente, cumpla su potencial? La respuesta se encuentra en nuestras manos, pero hasta entonces, te dejo con la idea de que la próxima vez que veas un partido, quizás deberías tener un bocadillo a mano y una paciencia extraordinaria al mismo tiempo.
La discusión está abierta. La próxima vez que veas el VAR en acción, recuerda que detrás de cada decisión hay una historia, y esa es la esencia del fútbol que tanto amamos.