No hay duda de que la política, como un buen plato de espaguetis, puede convertirse en un lío indescifrable. En el último episodio de esta serie enredada, el presidente Pedro Sánchez se encuentra en el ojo de la tormenta debido a su relación con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Este escándalo, que hemos dado en llamar «Delcygate», ha estado alimentándose de versiones contradictorias y giros inesperados, como una telenovela de esas que atrapan hasta al más escéptico de los espectadores. Pero, ¿qué ha sucedido realmente?
¿Qué sabemos sobre el caso Delcygate?
Para poner las cartas sobre la mesa, todo este turrón comenzó en enero de 2020, cuando Delcy Rodríguez, quien no es precisamente una persona a la que los europeos consideren «visitante de la casa», aterrizó en el aeropuerto de Barajas, Madrid. En su momento, Pedro Sánchez, en una intervención en el Congreso, afirmó que su llegada fue «improvisada» y que su exministro José Luis Ábalos solo actuó para «evitar una crisis diplomática».
Sin embargo, las cosas se complicaron cuando un informe de la Guardia Civil reveló que Sánchez sabía de la visita antes de que sucediera. ¡Ups! ¿Recuerdas ese momento incómodo cuando te descubren mintiendo sobre haber terminado esa última porción de pizza? Algo así, pero en un escenario mucho más amplio, con mucho más en juego.
Sánchez ha pasado de afirmar que la visita no estaba planificada a reconocer que su número dos en el Gobierno estaba al tanto de la llegada de Rodríguez. Entonces, la pregunta que muchos se hacen es: ¿realmente había una «cancelación» de ese recibimiento que nunca se llevó a cabo? Aparentemente, la única cancelación que ocurrió fue la de la credibilidad de nuestro presidente.
La confesión de Sánchez: ¿verdad o estrategia?
Seamos claros. Cuando Pedro Sánchez reconoce que estaba al tanto de la visita, pero intenta desmarcarse del recibimiento oficial, se siente un poco como cuando uno trata de evadir la responsabilidad de romper el jarrón familiar. Podría funcionar en la casa, pero en la política, ¿realmente te lo perdonan tan fácilmente?
Lo que destaca en todo este asunto es que la versión de Sánchez es tan creíble como una película de ciencia ficción de bajo presupuesto. Si su gobierno comenzó en 2018 aprobando sanciones contra Rodríguez, sería difícil de creer que no supiese que su llegada a España levantaría más de una ceja. Y aquí viene la parte divertida: no se trata solo de la llegada de una funcionaria venida de un régimen controversial, sino de una serie de interacciones que involucran a su exministro Ábalos, quien dice que él no sabía nada. ¿De verdad? Aquí, mi amigo, es donde la trama se espesa más que un café cargado.
Una relación con Ábalos que no es fácil de ignorar
José Luis Ábalos ha sido un aliado cercano de Sánchez. Alguien que ha estado en la misma senda política, o en su defecto, en el mismo barco (aunque no estemos seguros de que este último no se esté hundiendo). Su defensa de «yo no sabía» es casi tan impresionante como una acrobacia de circo. Después de todo, Ábalos no solo es exministro de Transportes sino también un personaje clave en el ascenso de Sánchez al poder.
Y aquí viene la verdadera cuestión: si sabemos que Sánchez confió en Ábalos, ¿es alguna vez realista la idea de que no sabía nada de lo que sucedía a su alrededor? Esto nos lleva a la idea de complicidad versus ignorancia. Permíteme pelear un poco por la ignorancia… claro, si un famoso director de cine dijera que nunca se enteró de lo que ocurre en su película, ¿le creerías?
Un juego de culpas y responsabilidades
La estrategia de dividir responsabilidades es como un truco de magia: parece genial, pero cuando investigas más a fondo, empiezas a preguntarte cómo hiciste para que desapareciera. Sánchez intentando arrojar toda la responsabilidad a Ábalos puede sonar convincente, pero ¿realmente creemos que un lobo quiere salir solo del bosque? La mayor parte del tiempo, los lobos trabajan en manada.
La confianza del público y el efecto «boy who cried wolf»
Volviendo al dilema entre complicidad e ignorancia, hay otra gran pregunta: ¿qué pasará con la confianza del público en Sánchez? Después de que el presidente se convirtiera en el famoso «chico que gritaba lobo» con sus múltiples versiones de lo que realmente sucedió, sinceramente, ¿alguien realmente puede creer en su última afirmación?
La estrategia de comunicación y la falta de enfoque
Mientras tanto, otros miembros del gobierno como Pilar Alegría siguen arrojando más leña al fuego, diciendo que el aterrizaje de Delcy fue solo «una parada técnica del avión». We need a break, porque si eso es verdad, realmente no entendemos cómo funcionaban las paradas técnicas en el servicio al cliente durante las consultas con las aerolíneas. ¿Es o no es? La falta de coordinación dentro del Gobierno añade confusión a este proceso que ya desbordaba los límites de lo aceptable. ¿Es esto lo que llamamos un «gran gobierno colaborativo»?
Conclusiones que nos dejan más preguntas que respuestas
Al finalizar esta trama, nos encontramos con muchas preguntas. ¿Sánchez ha mentido? ¿Ábalos es un chivo expiatorio en este juego? ¿Y qué hay de las consecuencias para la salud política de España? En un tiempo donde las voces del electorado son cada vez más fuertes, será interesante ver cómo evolucionará este caso a medida que salgan a la luz más detalles.
Al final, parece que estamos en un juego de ajedrez en el que ni las piezas saben cuál es su función real, y el tablero se ha vuelto cada vez más confuso. ¿La lección que sacamos de esto es que la transparencia debería ser la norma y no la excepción en la política? Seguro que muchos lectores lo piensan, y sí, inevitablemente dejamos abiertas esas preguntas que todos queremos que sean respondidas.
Como dicen, solo se necesita un rayo de verdad en un mar de complicaciones para iluminar la situación. Esperemos que la llegada de más evidencias y testimonios sirva para desenredar esta maraña política con la que nos han dejado. ¡Quién sabe! Tal vez algún día, cuando estemos viejos y con historias que contar, este episodio en sí mismo se convierta en ese «era una vez en la política española» que tanto nos gusta… o al menos que nos saca una sonrisa en medio del caos.