Las novedades fiscales en España, especialmente en lo que respecta a la banca y las empresas energéticas, son como una telenovela que nunca deja de sorprendernos. Ya sabes, esos giros inesperados que te hacen poner los ojos en blanco y murmurar un “¿en serio?”.

El Consejo General de Economistas (CGE) y su presidente Valentín Pich han expresado su descontento con los nuevos impuestos que se implementarán en 2025. Por un lado, el impuesto sobre la banca, que originalmente fue concebido como un gravamen temporal, ha sido modificado para convertirse en un tributo progresivo válido por tres años más. Y por el otro, las energéticas tendrán un nuevo impuesto aprobado por decreto con la esperanza de que haga mella en su rentabilidad. Pero, ¿realmente sabemos cuál será el impacto de estas normativas?

La crítica al enfoque político de los nuevos impuestos

El presidente Pich no se anda con rodeos; asegura que la tendencia de crear impuestos a golpe de «jugada política» genera incertidumbre. Las palabras que pronunció en una reciente rueda de prensa suenan como el eco de muchas conversaciones en las cafeterías de Madrid y más allá: “Cuando ganan dinero, las empresas pagan el impuesto de sociedades. Cuando pierden, es su problema”.

Y aquí me detengo un segundo para recordar un momento pasado en una reunión con un grupo de amigos emprendedores. Todos estábamos compartiendo risas, pero al tocar el tema fiscal, la risa se convirtió en un murmuro de desesperación. “¿Por qué siempre pagan los de arriba?”, dijo uno de mis amigos, un humano de negocios con sueños grandes y una abrumadora carga de impuestos. No pude evitar pensar que cada empresario alguna vez se ha sentido así. La situación no es simple; aquí se mezcla la política con la economía, y el resultado es una intriga que puede volverse tóxica.

Este enfoque, según Pich, demoniza a las empresas que logran beneficios. Al final del día, se podría concluir que la lucha no es solo entre el Estado y los ciudadanos, sino una especie de «realidad aumentada» del despido fiscal. Pero, ¿están realmente las empresas en el punto de mira porque ganan dinero?

El nuevo impuesto a la banca: entre los beneficios y la incertidumbre

El impuesto a la banca se reformó con el objetivo de gravar esos beneficios extraordinarios que las entidades financieras han registrado gracias al aumento de los tipos de interés. Imagínate la escena: varias instituciones financieras bailando de alegría al ver que sus márgenes de beneficio se disparan. Por lo que parece, las jugadas de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo han dado sus frutos, pero no todo son flores en este jardín.

Desde 2022 se ha hablado de este tributo temporal, ahora se ha hecho oficial que estará vigente durante tres años y será progresivo. Así que si eres un banquero, este es el momento de afilar esos lápices para preparar lo que llamamos “impuestos sobre la alegría de ganar dinero”.

Pero, ¡espera! Antes de que empieces a sentir lástima por ellos, recuerda que este impuesto está diseñado para penalizar los altos márgenes de beneficio, aunque también hay que preguntarse: ¿no es esto un incentivo para que los bancos busquen formas de minimizar esos márgenes y acelerar la innovación?

Impuestos a energéticas: una situación compleja

Pasando al otro lado del espectro, tenemos a las grandes energéticas. El nuevo impuesto que se aprobara a finales de 2023 tiene como objetivo «aumentar el coste de las empresas que generan ganancias excesivas». Este es un enfoque que, aunque evidente en su intención, provoca dudas sobre su efectividad y su línea de acción.

Imagina que tienes un amigo que siempre está en el mismo lugar. Al mirarlo, piensas que, con el tiempo, deberían lanzarse a la aventura de explorar otras oportunidades. Lo mismo ocurre con estas empresas; ¿realmente el coste de sus beneficios será absorbido por el consumidor final? Uno de los principales temores es precisamente ese. Me imagino que, al igual que mis amigos, los consumidores se estarán preguntando si esto les afectará directamente en el bolsillo.

Los incentivos a las inversiones verdes son una adición bienvenida, pero la pregunta es si estos realmente influirán en la decisión de las empresas de realizar cambios significativos en su operativa. La esperanza es clara, pero la realidad a menudo se muestra renuente.

Novedades tributarias para 2025: ¿qué más hay en la bolsa?

Más allá de estos dos impuestos específicos, el paquete fiscal que llega para 2025 promete ser un desfile de sorpresas. Según el análisis realizado por el REAF-CGE, estas medidas afectarán a casi todas las figuras fiscales. Primero, hablemos del IRPF. El tipo aplicado a la base del ahorro se elevará al 30% para quienes ganen más de 300.000 euros. Adicionalmente, se ajustará cómo se calculan los ingresos de las profesiones artísticas, a quienes a menudo se les atribuye una vida nómada y llena de altibajos económicos.

Esto me recuerda a un amigo que hace stand-up y que siempre se lamenta de que, en lugar de asegurarse de que le paguen a tiempo, tiene que estar en la búsqueda desesperada de su dinero perdido en el aire. Esto es una realidad para muchos, y el nuevo impuesto podría incrementar la presión para aquellos que ya se están esforzando por salir adelante.

Cambios para la declaración de la renta: más fácil, ¿o no?

Quizás lo más sorprendente sea que los límites que obligan a presentar la declaración de la renta se elevarán para trabajadores que tengan más de un pagador. Pasar de 1.500 a 2.500 euros parece un pequeño alivio, pero aún queda el temido componente subjetivo de “¿cuánto me devolverán?”, que podría hacer que algunos arruguen la frente. El régimen fiscal nunca ha sido contenido de risas.

Y, por si esto no fuera suficiente, los jubilados que hayan pagado de más en el impuesto deberán solicitar su devolución anualmente en lugar de apilar tantos años en un solo intento. Sí, el gobierno podría haber hecho un pequeño esfuerzo aquí. Es un clásico ejemplo de “hay que aprovechar el momento”; pero pocas veces el burocrático sistema se muestra amable.

Reflexiones finales: ¿qué nos depara el futuro?

Mientras tanto, en el fondo de mi mente, me pregunto: ¿cuál será el efecto real de todos estos cambios? El ambiente de incertidumbre que rodea a la economía española parece no dar tregua. Pero en cada cambio, en cada nuevo impuesto, en cada giro legislativo, es vital recordar que detrás de los números, se encuentran historias reales, vidas afectadas y sueños que pueden verse truncados. No es solo economía; es un ecosistema humano en constante transformación.

Hoy en día, contemplar la realidad económica de tu país puede ser tan conmovedor como ver un episodio de tu serie favorita. ¿Cómo será el futuro para las empresas? ¿Reinversiones? ¿Demonización de los beneficios empresariales? Son preguntas que, a medida que se aproxima 2025, se convertirán en el centro de la atención de todos los actores involucrados.

Mientras los economistas y los políticos continúan la danza intermitente de promesas y reformas, nosotros, como ciudadanos, debemos mantenernos informados y atentos a los cambios que no solo afectan a nuestros bolsillos, sino también a la forma en que vivimos y trabajamos. Porque al final del día, todos formamos parte de esta economía, y cada desafío puede ser también una oportunidad.

Así que, ya lo sabes, mantén tu mente abierta y tu sentido del humor agudo; la fiscalidad a menudo es un juego grande con muchas piezas en movimiento. ¡Y sobre todo, prepárate para lo inesperado en la próxima temporada!