En España, el pasado 10 de octubre, el debate sobre el alcohol y la conducción cobró una nueva dimensión cuando el Congreso de los Diputados aprobó una proposición no de ley del PSOE que propone reducir el límite de alcohol permitido para todos los conductores. ¿Es esta la solución mágica a un problema enquistado en nuestra sociedad o simplemente un cambio más en la legislación que no abordará la raíz del problema? Vamos a desglosarlo todo, desde las estadísticas más inquietantes hasta nuestras propias experiencias al volante.

Un cambio en las cifras: ¿por qué ahora?

A veces, mirar las cifras puede ser tan desalentador como ver las indicaciones del kilometraje en un coche viejo. En 2023, España ha tenido el número más alto de conductores fallecidos que dieron positivo en un análisis toxicológico: 53,6%. Eso es más de la mitad. Si esto no te deja pensando, ¿qué lo hará? Para ilustrarlo con una anécdota personal, recuerdo una vez que, después de una cena con amigos, la idea de conducir no solo me pareció absurda, sino que el hecho de que algunos de ellos de hecho sí lo hicieran me puso de los nervios. Es una sensación horrible pensar que los que estaban a mi alrededor pudieran convertirse en una estadística.

La nueva modificación establece que los conductores no podrán superar 0,2 g/l de alcohol en sangre y 0,1 mg/l en aire aspirado, menos de la mitad de los límites anteriores. ¿Pero realmente hará la diferencia? Al final del día, la legislación es solo una parte de la batalla. El otro componente, tal vez el más difícil de abordar, es la cultura del alcohol en España.

Historia de los límites de alcohol en España

He aquí un breve recorrido por cómo hemos llegado hasta aquí. Desde la legislación de 1973, que permitía hasta 0,8 g/l, hemos visto varias modificaciones a lo largo de los años, siendo la más significativa la reducción a 0,5 g/l en 1999. Detengámonos un momento; esto fue hace 24 años. En todo este tiempo, los límites no han cambiado mucho, pero los accidentes provocados por la mezcla de alcohol y conducción sí.

De hecho, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) ha estado realizando análisis toxicológicos a víctimas de accidentes de tráfico desde los años 90. ¡1990! Eso significa que muchas de las decenas de miles de conductores jóvenes que asumen el volante hoy ni siquiera habían nacido cuando se comenzaron estas prácticas. ¿Serán capaces de reconocer el peligro que implica no solo para sí mismos, sino para todos los demás?

La alarmante tendencia de los conductores etílicos

Ahora, para poner todo en perspectiva, hablemos de números. En el último cuarto de siglo, el porcentaje de conductores fallecidos que habían consumido alguna sustancia ha ido en aumento. Desde el 43,2% en 1998 hasta el récord de más del **53% reciente. Eso significa que prácticamente más de la mitad de los conductores implicados en accidentes mortales habían estado bebiendo. Aunque pueden tener sus razones, nadie quiere albergar esas justificaciones al estar detrás del volante.

Recuerdo que cuando era adolescente y estaba en la universidad, había un grupo de amigos que pensaban que podían «controlar» el alcohol y seguir manejando. A menudo, argumentaban que «si habían tomado solo un par de cervezas, estaban bien». Sin embargo, esos «solo un par» a menudo se transformaban en una noche de desenfreno. Esta narrativa pone de relieve la cuestión crítica: ¿realmente sabemos cuál es nuestro límite?

El incremento de sustancias tóxicas

Junto con el aumento en el consumo de alcohol, los informes recientes también resaltan un incremento en los conductores que consumieron drogas antes de tomar el volante. En 2022, el 38,6% de estos conductores dieron positivo. En 2023, este número ascendió al 42,4%. Cocaína y cannabis son las xuxtas más consumidas. De nuevo, la historia nos recuerda que el consumo de alcohol y drogas no solo afecta nuestra capacidad de conducir, sino que tiene repercusiones mortales.

Imaginemos un viernes por la noche en un bar; dos amigos deciden que es una buena idea tomar unos tragos y después fumar un porro. Al final de la noche, uno de ellos termina al volante. ¿Cuántas vidas podrían estar en riesgo solo por no planear un regreso seguro a casa? Este tipo de historias son más comunes de lo que pensamos, y la legislación puede ayudar, pero se necesita de la voluntad personal para hacer el cambio.

La DGT y sus preocupaciones

La Dirección General de Tráfico (DGT) estima que el alcohol está implicado en 30-50% de los accidentes mortales. Esto quiere decir que, en un país donde aproximadamente 42% de los ciudadanos admiten haber conducido bajo la influencia del alcohol, hay una alarmante desconexión entre lo que la ley dice y lo que la gente realmente practica.

Quizá la clave está en la conciencia. Yo misma, en un momento de locura, decidí que era una buena idea quedarme hasta el final de una fiesta, confiando en que el «café me despertaría». No hay suficiente café en el mundo que te devuelva la plena función después de haber consumido alcohol. ¿Por qué es tan difícil que todos lo entendamos?

Un cambio necesario: el impacto de la legislación

Si finalmente se aprueba esta propuesta, sería la primera modificación del límite etílico permitido en el último cuarto de siglo. Personalmente, creo que este margen más bajo podría salvar vidas. Pero, ¿es suficiente? Una ley puede establecer límites, pero no puede integrar actitudes y comportamientos en la vida cotidiana. Dependerá de cada uno de nosotros hacer que esas cifras desciendan.

En mi experiencia, la educación y la concienciación son la clave. Recuerdo una campaña en mi universidad que hacía un uso ingenioso de memes; ¿quién no recordaría una imagen de un amigo haciendo el ridículo después de beber? El humor, después de todo, es una herramienta poderosa para elevar la conciencia de las consecuencias de nuestras acciones. ¿No estarían de acuerdo?

La diferencia en los peatones

Mientras reflexionamos sobre esta nueva legislación, también es importante notar que los peatones no están fuera de la línea de fuego. En 2023, se analizó las autopsias de víctimas de atropellos y se encontró que 41,5% habían consumido sustancias, con el alcohol a la cabeza y predominando en los mayores de 65 años. Es un recordatorio escalofriante de que el problema del alcohol no solo afecta a los conductores, sino también a todas las personas que se encuentran en la vía.

Conclusiones: ¿hacia dónde vamos?

Como conclusión, es evidente que la nueva propuesta de la ley es un paso en la dirección correcta, pero ¿será suficiente? Es un interrogante que no solo la legislación debe abordar, sino también nuestra cultura social. Permitirnos un poco de humor aquí: siempre he pensado que si el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, las carreteras de España deberían estar absolutamente pavimentadas.

La combinación de educación, prevención y legislación es lo que realmente traerá cambios sustanciales en la tragedia del alcohol al volante. Esta no es más que otra campaña que se suma a la lucha, pero decididamente podría convertirse en un hito importante en la forma en que entendemos la seguridad al conducir.

En ocasiones, es difícil zanjar un tema tan serio con una sonrisa; sin embargo, siempre hay una oportunidad. Al final del día, todos queremos llegar a casa. E, incluso si el tráfico nos lleva más tiempo y es preciso hacer una escala en un taxi o en el transporte público, eso siempre será infinitamente preferible a una tragedia.

¿Estás de acuerdo?