La literatura tiene la increíble capacidad de reflejar nuestras realidades, emociones y vivencias. Si eres un amante de la lectura, quizás te hayas preguntado alguna vez: ¿qué nos dice un libro sobre la sociedad en la que vivimos? Hoy quiero hablarte sobre uno de los artistas más sobresalientes de la narrativa policíaca en nuestra lengua: Lorenzo Silva. A través de su obra más reciente, “Las fuerzas contrarias”, el autor nos brinda una perspectiva única sobre los momentos que vivimos, incluyendo el drástico impacto de la pandemia, y su relación con el universo de los guardias civiles que animan sus páginas.
El origen de una vocación literaria
Hace más de 30 años, en el remoto año de 1995, Lorenzo Silva se encontraba en una encrucijada entre su carrera como abogado y su futuro como escritor. Personalmente, esto me trae a la mente una anécdota de mis propios intentos de comenzar un blog: una montaña rusa de ideas descontroladas y un miedo paralizante a no ser lo suficientemente bueno. Silva, por su parte, decidió navegar por sus dudas. ¿No es curioso cómo un trabajo puede llevarnos a situaciones inesperadas? Para él, la chispa llegó al observar la dinámica entre los guardias civiles y la sociedad. De ahí nació “El lejano país de los estanques”, la primera de sus múltiples novelas que giran en torno a Bevilacqua y Chamorro.
Silva menciona cómo el encuadre real de los guardias civiles en su vida laboral le otorgó una visión más humana y matizada de la institución que, a menudo, es caricaturizada. ¿No te ha pasado alguna vez que te has dado cuenta de que tus prejuicios eran erróneos? A través de sus protagonistas, Silva encontró no solo un espacio para narrar crímenes, sino también para explorar la esencia humana.
La influencia de Cervantes
Al ubicar sus personajes en un contexto que recuerda la “andanza quijotesca”, Silva retoma la tradición literaria española y la posiciona en el siglo XXI. Desde las tierras manchegas hasta la historia del protagonismo civil, el autor busca establecer conexiones con los idearios de lo que ha sido nuestro país. Haciendo una reflexión sobre el cuaderno del guardia civil, escrito por el duque de Ahumada, el autor ironiza al decir que quizás la Benemérita no esté tan lejos de los “caballeros andantes”.
También en este punto, no puedo evitar recordar aquel momento en el que, por querer ser un “caballero moderno”, decidí abordar una excentricidad única: intentar aprender a tocar el tambor en una banda local. Los primeros ensayos fueron un descontrol sonoro, pero, como en cualquier buena historia, la constancia da sus frutos. ¿Quién diría que un simple intento podría llevarnos a aventuras inesperadas?
La obra “Las fuerzas contrarias”
En su última novela, Las fuerzas contrarias, Silva nos devuelve a esos meses difíciles del confinamiento. La premisa de la obra gira en torno a un asesinato, que se desencadena mientras el mundo lucha por sobrevivir a un virus. El autor lanza una pregunta provocadora: “¿Qué mejor momento para cometer un crimen que cuando la muerte galopa desbocada por las calles?” Nos recuerda que, a pesar del desasosiego colectivo, el crimen no se detiene.
Reflexionando sobre la pandemia
Ahora bien, tras estos meses de caos y confusión, Silva se permite la reflexión. La pandemia fue un espejo que reveló “costuras sociales” que, hasta el momento, se mantenían ocultas. En sus palabras hay una ironía sutil: ya desde 2011 se sabía lo que podría ocurrir, y sin embargo, nos encontramos desprovistos de mascarillas y con un sistema de salud colapsado. La fragilidad de nuestra sociedad fue expuesta de una manera cruda.
Recuerdo, por ejemplo, que al inicio del confinamiento, mi propia mentalidad estuvo marcada por una serie de “planificaciones exageradas” sobre cómo aprovechar el tiempo en casa: leer esos clásicos que había pospuesto eternamente, hacer ejercicio y aprender a cocinar (ya sabes, ese objetivo que a todos nos gusta apuntar). Resulta irónico cómo esas aspiraciones se desvanecían cada vez que el sofá me llamaba a gritos. Silva, con su agudeza, capta esa dualidad entre el deber y la realidad que vivimos en esos tiempos inciertos.
Lenguaje y personajes
La habilidad de Silva para tejer complejos retratos de sus personajes es notable. A través de sus interacciones y conflictos internos, se torna evidente que, lejos de ser un mero entretenimiento, la literatura puede servir como un vehículo poderoso para reflexionar sobre valores y comportamientos. Si bien el autor coincide con su colega Ray Loriga al afirmar que “la literatura no tiene por qué defender ni explorar valores”, también sostiene que esta carece de la obligación de ignorarlos.
Y aquí es donde me gustaría hacer una pausa: ¿Cuáles son los valores que nos guían en nuestras vidas? Cada lector encuentra algo diferente entre las páginas de un libro, y Silva sabe hacer que esa búsqueda personal sea enriquecedora.
La evolución de los personajes
A lo largo de tres décadas, Bevilacqua y Chamorro han crecido, evolucionado y, a su vez, han reflejado los cambios en la sociedad española. Este crecimiento es parte del legado de Silva, quien, al parecer, no se plantea el retiro. Con un golpe de humor, se muestra confiado de que “a Bevilacqua le quedan todavía 8 años, y a Chamorro unos cuántos más”. La buena noticia es que mientras haya historias que contar, los lectores tenemos mucho que esperar.
Cuántas veces nuestras propias historias nos llevan a revelaciones sobre nosotros mismos, ¿verdad? A veces, entre tantos giros inesperados, encontramos claridad sobre nuestra trayectoria. Esta es la esencia que Silva ha capturado en más de 30 novelas.
Impacto social y lecciones aprendidas
Volviendo a la pandemia, Silva no es un autor que busque simplificar nuestras experiencias. Nos recuerda un hecho fundamental: “el covid no nos ha hecho mejores”. En nuestras propias existencias, a menudo anhelamos salir de crisis más fuertes, como esos héroes de película que superan obstáculos. Sin embargo, la realidad es que cada uno de nosotros tendrá su propia carga que llevar.
El escritor reflexiona sobre cómo, a menudo, tras cada calamidad, nos refugiamos en la búsqueda de un “tonto” al que cargar con la culpa. Y eso se aplica a muchas facetas de la vida: la política, la educación, la familia. Todos estamos a la espera de que alguien designe un chivo expiatorio. Silva, con una mirada crítica, nos invita a asumir la responsabilidad colectiva que tenemos sobre lo que ocurre en nuestra sociedad.
En cada uno de sus personajes, hay un fragmento de la realidad, una historia que se entrelaza con la nuestra. Puede que no llevemos una placa del cuerpo de seguridad, pero todos enfrentamos nuestra forma de justicia.
Conclusiones: un legado literario
Lorenzo Silva ha sabido combinar el arte de la narrativa con el sentido de la reflexión social. A través de sus novelas, nos ofrece un vistazo a las complejidades humanas que todos enfrentamos. Así, se convierte en una voz valiosa y necesaria en la literatura contemporánea de nuestro país.
A medida que el mundo continúa su marcha, es esencial animarnos a cuestionar y reflexionar sobre todo lo que nos rodea. ¿Qué nos dice cada libro que leemos sobre el tiempo en el que vivimos? Sus personajes no son solo figuras en un papel, sino espejos que nos ayudan a discernir nuestra propia realidad.
Mientras tanto, espero que sigas disfrutando de la lectura de Silva y que, como yo, encuentres en sus obras la calidez de la amistad, el desafío de la justicia y la exploración de los valores que, aunque a veces se desdibujan, siempre están presentes. ¡Ahora, si me disculpas, tengo una novela que terminar y un tambor que no me dejará en paz! ¿Te animas?