La historia de Gracia Osuna es un claro ejemplo de cómo las luchas individuales pueden llevar a un cambio colectivo en las normas que rigen una sociedad. Su batalla por que su hijo de cinco años pudiera disfrutar de un menú escolar libre de productos animales no solo ha tenido resonancia en su comunidad de Palma, sino que ha reabierto un debate de vital importancia en toda España: el veganismo como una opción alimentaria válida en los comedores escolares. Pero, ¿cuál es la situación actual del veganismo en las escuelas españolas? ¿Por qué es tan complicado ofrecer alternativas veganas, incluso en un mundo donde cada vez más familias optan por este estilo de vida?

La lucha de una madre

Te cuento que a veces la vida de un padre o madre no es sencilla, y Gracia lo sabe bien. Imagina a tu hijo llegando a casa del colegio, ansioso por contarte su día, pero también rebosante de confusión. Cuando le preguntas qué comió, te responde que no le permitieron quitar la carne de su plato de pasta. En ese momento, y probablemente con un corazón apachurrado de preocupación, Gracia decidió actuar. Después de casi un año de seguimiento y detección de malestar en su pequeño, logró que el CEIP Rafal Vell permitiera que su hijo llevara su propia comida al colegio. ¡Un pequeño triunfo que podría ser una victoria monumental en el camino hacia la inclusión!

Pero, espera un momento. ¿Qué significa realmente permitir que un niño lleve su propia comida al colegio? Según la legislación en las Islas Baleares, no existe un marco claro que oblige a las escuelas a adaptar sus menús a las necesidades y preferencias dietéticas de los estudiantes. De hecho, el veganismo no está contemplado como una causa que justifique un menú alternativo, lo que significa que la batalla de Gracia es un caso excepcional que sienta un precedente.

Las complejidades del veganismo en la alimentación escolar

La realidad de la educación alimentaria en España es un tanto desalentadora. Según datos de la asociación Feumve, los menús veganos simplemente no están disponibles en la mayoría del país. De hecho, solo Catalunya y la Comunitat Valenciana tienen actividades legislativas en marcha que promuevan este tipo de alimentación.

Sería fácil pensar que esto es solo cuestión de oferta y demanda: si hay familias que quieren menús veganos, pues deberían ofrecerlos. Pero no es tan sencillo. Muchas escuelas argumentan que no tienen los recursos necesarios para diversificar sus menús más allá de lo establecido. ¿Un menú equilibrado sin carne ni pescado? Para algunos, parece una tarea casi titánica. Pero aquí es donde hay que dar un tirón de orejas: ¿realmente es tan complicado sustituir carne por lentejas o garbanzos?

La resistencia cultural y los avances necesarios

Volviendo a Gracia, ella enfatiza que su prioridad era la salud emocional y física de su hijo. Esto ha amparado su lucha. Sin embargo, a pesar de que el veganismo está ganando más adeptos a nivel individual, las instituciones educativas a menudo se sienten amenazadas por el cambio. Dicen no poder diversificar los menús por “motivos culturales”. Pero, si alguna vez te has sentido distinto por la comida que llevabas al colegio, ya sabes que el comedor escolar es mucho más que un lugar para comer; es un microcosmos social donde las normas son a veces tan rígidas como las reglas que rigen un juego de Monopoly.

La Asociación de Familias de Alumnos (AFA) del CEIP Rafal Vell admite que se encuentran en una situación complicada. Respetan el veganismo, pero sus instalaciones no se adaptan para ofrecer opciones veganas. La ley, según ellos, se ha hecho para acomodar cambios por “motivos de salud”, pero el veganismo parece quedar fuera de las consideraciones. Irónico, ¿no? El bienestar de un niño a través de sus hábitos alimenticios debería ser un tema universalmente aceptado.

Un progreso simbólico hacia la inclusión

Gracias a la insistencia de Gracia Osuna, el Govern balear ha comenzado a replantear el tema. Después del eco que ha creado este caso en los medios, se ha formado un grupo de trabajo que incluye las Consellerias de Educación, Agricultura y Salud. Su objetivo es no solo debatir las normativas vigentes, sino también modificar la claridad con la que se aborda el veganismo en estos contextos.

La pregunta persiste: ¿será suficiente este cambio lento y gradual en las políticas institucionales? El activismo y la cultura que rodean al veganismo están cambiando, y cada vez más familias abogan por un enfoque más inclusivo. El grupo de trabajo es una oportunidad, pero también una responsabilidad para todos los actores implicados en el sistema escolar.

La inclusión como estrategia educativa

Desde el colectivo animalista Satya Animal, se ve este avance como un punto de inflexión. Ellos argumentan que la inclusión del veganismo en las escuelas debe ser tratada con la misma cabeza abierta que el enfoque de cuestiones religiosas. Porque, después de todo, tanto el veganismo como algunas prácticas religiosas están basadas en creencias personales y elecciones voluntarias. ¿Acaso no merece respeto la decisión de un niño que manifiesta su deseo de no comer productos animales?

Además, es interesante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido que las dietas basadas en plantas pueden ser saludables y equilibradas. Entonces, ¿por qué no aprovechar esto para formar un entorno escolar más inclusivo? La diversidad de opciones alimentarias debería ser tan amplia como la diversidad cultural en nuestras aulas. Eso no solo refleja una mejor capacidad de respuesta a las diferentes necesidades de la comunidad escolar, sino que también fomenta un aprendizaje de respeto y tolerancia desde una edad temprana.

Reflexiones finales: ¿Estamos avanzando o retrocediendo?

Si hay algo que me ha enseñado la historia de Gracia es que la lucha por la inclusión nunca es fácil, pero sí valiosa. Su historia nos invita a reflexionar sobre la manera en que concebimos la educación alimentaria en nuestros colegios. Aunque hay un largo camino por recorrer, es alentador ver que los padres están comenzando a tomar medidas para dar voz a las preocupaciones de sus hijos, demandando un cambio verdaderamente necesario.

En mi opinión, el veganismo no es una mera tendencia; es una forma de vida que se ha vuelto esencial para muchos. Y ahora más que nunca, es crucial que cada escuela considere la posibilidad de incluir menús veganos dentro de sus opciones alimenticias, no como una obligación, sin embargo, como una necesidad que respeta el bienestar de todos los niños, independientemente de lo que crean.

Así que la próxima vez que te encuentres comiendo en un almuerzo escolar, puede que pensar en todo este asunto de la inclusión te haga ver tu plato de un modo diferente. Al final del día, lo que realmente importa no es el contenido del menú, sino la diversidad de experiencias y la habilidad de respetar las decisiones de los demás. ¿No es un bonito mensaje de inclusión?

La historia de Gracia nos enseña que a veces, una simple fiambrera puede mover montañas en el camino hacia una educación alimentaria más inclusiva y ética. ¿Y tú, qué opinas de esto? ¿Crees que deberíamos tener más opciones alimentarias en las escuelas?