La lucha por los derechos de las mujeres no es solo un tema de conversación de café, ¡es un grito que resuena en todo el planeta! Recientemente, la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE) organizó un evento impactante en las calles de Barcelona y Madrid, donde mujeres, hombres, niños y niñas se unieron para dar voz a aquellos que no pueden hablar. Este movimiento busca no solo visibilizar el sufrimiento, sino también reclamar acciones concretas para proteger los derechos de las mujeres a nivel global.

Como alguien que ha tenido la suerte de leer más sobre temas de justicia y derechos humanos, tengo que decir que a veces me siento un poco abrumado por la cantidad de injusticias que ocurren en el mundo. ¿No es curioso cómo, a pesar de toda la información que tenemos al alcance de la mano, hay quienes aún eligen mirar hacia otro lado?

Un acto simbólico con un mensaje contundente

El evento fue una lectura pública simultánea en la que se compartieron las palabras de la Carta de Naciones Unidas, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y otros documentos internacionales. La AMJE quería dejar claro que los derechos de las mujeres, niñas y niños están siendo constantemente vulnerados.

Imagínate la escena: personas reunidas en la calle, algunas con micrófono en mano, leyendo pasajes de documentos que parecen tan tradicionales y formales, y, sin embargo, contienen un mensaje urgente y vital. Personalmente, en una situación similar, terminé llorando al escuchar historias de mujeres afectadas por la violencia en diferentes partes del mundo. A veces, me pregunto si otros sienten el mismo impacto emocional o si se han vuelto inmunes a la tristeza ajena.

La guerra y las mujeres: una doble victimización

Uno de los puntos más impactantes del acto fue el enfoque en cómo las guerras afectan de manera desproporcionada a las mujeres y niñas. La AMJE enfatizó que no existe neutralidad en los conflictos bélicos en lo que respecta al género. Gaza es un claro ejemplo de cómo el sufrimiento femenino se amplifica en tiempos de guerra. No se trata solo de bombardeos y destrucción; se trata de mujeres que enfrentan condiciones insanitarias y, en muchas ocasiones, son agredidas cuando más vulnerables están.

La frase: “Los ataques israelíes son aterradores, pero lo son más cuando tengo la regla” me quedó grabada. Detrás de su aparente simplicidad, hay una verdad desgarradora sobre cómo el conflicto afecta a lo cotidiano, y nos recuerda que cada mujer tiene su propia historia que contar.

El retroceso en los derechos de las mujeres en Occidente

Sorprendentemente, la crisis de los derechos de las mujeres no se limita a países en conflicto. En los Estados Unidos, por ejemplo, la llegada de un nuevo mandato presidencial podría poner en peligro los avances logrados en derechos reproductivos. La AMJE también mencionó los pasos de retroceso en Argentina y España ante gobiernos que parecen haber olvidado la importancia de avanzar hacia la igualdad de género.

¿No es irónico que mientras algunos luchan por el reconocimiento de sus derechos básicos, otros parecen estar retrocediendo en el tiempo, como si hubieran olvidado las lecciones de la historia? A menudo me pregunto si es solo desinformación o si hay una agenda oculta detrás de estas decisiones.

Acciones en marcha: no estamos solas

El acto en Barcelona y Madrid no solo fue un llamado a la acción, sino que también contó con el apoyo de diversas organizaciones y colectivos que luchan por los derechos de las mujeres. Entre ellos, nombres como Juezas y Jueces por la Democracia, Dona i Drets, y muchos más. La unión de estos grupos es crucial para amplificar el mensaje y aseverar que estamos juntas en esto.

Un momento que me hizo sonreír fue cuando una de las lectoras, con un toque de humor, hizo un comentario sobre cómo la falta de derechos para las mujeres es más preocupante que perder la conexión de Wi-Fi en medio de una llamada de Zoom. Estaba claro que la risa era una herramienta poderosa para combatir la tristeza del tema tratado, y recordarme que, incluso en los momentos más difíciles, podemos encontrar un poco de alegría.

¿Qué podemos hacer?

Es fácil sentirse abrumado ante la magnitud de lo que está en juego. Pero aquí está la clave: cada uno de nosotros puede aportar, aunque sea en pequeñas medidas. Algunas preguntas que podemos hacernos son:

  • ¿Cómo puedo contribuir en mi comunidad? Tal vez sea a través de voluntariado en organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos de las mujeres.
  • ¿Estás enterada de las leyes que existen en tu país sobre derechos reproductivos? Conocer estas leyes puede empoderarte y permitirte educar a otros.
  • ¿Cómo puedes usar tus redes sociales para amplificar estas voces? En este siglo XXI, una publicación o un post puede llegar a miles de personas.

Un futuro por construir

La situación actual de los derechos de las mujeres en el mundo es alarmante, y el reciente evento de la AMJE es solo un recordatorio de que hay mucho por hacer. Sin embargo, la esperanza no se ha perdido. Muchas mujeres, jóvenes y hombres están alzando la voz, compartiendo sus historias y luchando por un futuro más igualitario.

Así que sí, podría ser desalentador pensar en todos los problemas que enfrentamos. Pero, ¿y si cada uno de nosotros decide ser parte de la solución? Ya sea educando a una niña sobre sus derechos, apoyando a una amiga en su lucha por tal o cual causa, o simplemente escuchando y amplificando voces, cada pequeño gesto importa.

La historia continúa

Anécdotas de mi propia vida me han mostrado que, aunque el camino hacia la igualdad total es largo y, a menudo, tortuoso, cada esfuerzo cuenta. Recuerdo un día en el que organizamos un taller sobre empoderamiento femenino y, tras la actividad, varias participantes compartieron cómo se sentían más seguras para hablar sobre sus derechos. Ese día, no solo se transformó mi perspectiva, sino que también aprendí que cada voz cuenta, y que nuestra historia y nuestra lucha siempre pueden encontrar un eco en el corazón de otros.

En conclusión, el acto de la AMJE es una manifestación de que la lucha por los derechos de las mujeres sigue viva y que el compromiso de todos, independientemente de la edad o la nacionalidad, es esencial. Mientras siga habiendo un resquicio de esperanza, seguiremos adelante, creando un mundo en el que los derechos de todos sean reconocidos, respetados y defendidos. Y quizás, solo quizás, podamos vivir en un futuro donde necesitar pantallas para recordar que todos somos humanos, no sea más necesario.

Recuerda: la historia de las mujeres es también la historia de la humanidad. ¡Así que sigamos escribiéndola juntas!