La política es un caos, ¿verdad? A veces parece que estamos en una montaña rusa emocional, donde los giros inesperados y las caídas bruscas son parte del día a día. Eso es exactamente lo que me vino a la mente cuando escuché las últimas declaraciones de Pedro Sánchez desde Galicia, justo a casi 4.000 kilómetros de la capital de Ucrania. No sé tú, pero tengo la sensación de que cada vez que se habla de seguridad europea y amenazas globales, la gravedad de la situación nos hace olvidar que, detrás de esos discursos, hay personas con historias y anhelos.


La seguridad en Europa: ¿una moneda de dos caras?

En una de esas intervenciones que dejan huella, Sánchez recordó que «la paz en Ucrania es la seguridad en Europa». Una frase que me resonó como un eco en las montañas gallegas. Sin duda, las conexiones entre los conflictos internacionales y lo que sucede en nuestro patio trasero son innegables. Pero, ¿qué significa esto realmente para nosotros, los ciudadanos de a pie?

Como tú, también me he cuestionado muchas veces cómo afecta la política internacional a mi vida diaria. De repente, uno se da cuenta de que la seguridad o, más bien, la falta de ella, puede influir en cosas tan simples como el precio de la gasolina o las decisiones que tomamos al ir a trabajar.

La situación actual, donde Putin juega a ser el villano de la película y figuras como Donald Trump se asoman detrás de las sombras, es un recordatorio de que la política no se detiene en nuestras fronteras. Reflexionando sobre esto, me vino a la mente una anécdota personal. Recuerdo una conversación con mi abuela sobre cómo, en su juventud, las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial se sentían incluso en su pequeño pueblo. Aprendí entonces que la historia tiene una forma extraña de repetirse, aunque nos sintamos más “protegidos” en esta era moderna.

La llamada a la acción

Sánchez no se limitó a explicar la situación; aprovecho para instar a un refuerzo de la seguridad en Europa frente a “ataques híbridos” y “ciberataques”. Aquí es donde comienza la parte interesante: a alguien se le ocurrió que España debería ocupar un lugar prominente en la mesa en temas de seguridad. Sin embargo, ¡sorpresa! Todo esto ocurre mientras se avecinan elecciones, y eso podría dar un pequeño giro a lo que se percibe como una simple charla sobre política.

La ironía de la situación me llevó a pensar en cuántas veces nosotros, los ciudadanos, alzamos la voz en circunstancias críticas, solo para ser ignorados mientras los políticos juegan al ajedrez. ¿No te parece que necesitamos más que promesas vacías y menos ataques de miedos infundados?

La verdadera izquierda: discurso y realidad

Al cerrar el XV Congreso Nacional del PSOE gallego, el líder socialista hizo un guiño a su ideología: “La izquierda que puede”. Un eslogan que, por un lado, suena fuerte y poderoso, pero que, por otro, nos lleva a cuestionar qué significa realmente ser la “verdadera izquierda”. ¿Es solo una camiseta que se pone en tiempos de crisis, o hay un compromiso genuino con el cambio?

Comentó, además, sobre la importancia de no asimilarse a las “izquierdas que están más en la reivindicación que en la transformación”. Reconozco que esta crítica a sus colegas de Sumar es un recordatorio de que no todos los enfoques son iguales. Sin embargo, también hay que ser justos: todos queremos un cambio real, pero la forma en la que se lo logra puede ser como hacer una tarta de chocolate: ¡hay que seguir la receta!

Promesas de mejora

Una de las promesas clave de Sánchez fue la reducción de la jornada laboral y el aumento del salario mínimo. Me gustaría pensar que esta vez sí irá en serio. Como trabajador que se ha pasado horas al teléfono con el soporte técnico y ha devorado cafés con la esperanza de que, algún día, estas promesas se conviertan en realidad, lanzo un grito de esperanza. Pero también una advertencia: solo debemos abrazar estas afirmaciones si van acompañadas de un plan claro y sincero.

La relación con la oposición: agridulce y distante

La discrepancia con Alberto Núñez Feijóo y su cercanía a VOX fue resentida en el discurso de Sánchez. A veces el juego político se asemeja a un juego de mesa en el que cada jugador tiene sus propias estrategias, y los movimientos de cada uno condicionan el juego para los demás.

Una de las frases que más destacó fue cuando Sánchez dijo que “nos preocupa la seguridad de Europa, no la soledad de la ultraderecha”. Parece claro que en este juego de estrategias e ideologías, los políticos están dispuestos a sacar incluso las cartas más fuertes, pero ¿qué hay de nosotros, los ciudadanos? ¿Realmente queremos que nuestra seguridad se base en el miedo a la soledad política?

Es una realidad de la política actual que, aunque nuestros representantes están ahí para defendernos, muchas veces nos dejan la sensación de que están más preocupados por sus propias peleas que por lo que realmente importa: nuestra paz y bienestar.

La historia que seguimos escribiendo

Mientras el PSdeG intenta rearmarse ideológicamente y preparar su estrategia tras el mal resultado de las últimas elecciones, recordemos que las historias no siempre son lineales. Al finalizar el congreso, el eco de los gaiteros y las cantareiras resonaban como un recordatorio de que la cultura y la identidad son esenciales en este proceso de redescubrimiento. Con cada historia que se cuenta, se forma una nueva identidad.

La política tal vez no sea siempre lo que esperábamos. Aprendí que, aunque haya decepciones, siempre hay espacio para la esperanza. No importa si eres un ferviente defensor de la izquierda o de la derecha, todos deseamos un futuro mejor.

A medida que las nuevas elecciones se avecinan y las redes sociales hierven con opiniones y análisis, recordemos que, al final, somos nosotros, los ciudadanos, quienes tenemos el poder. Con cada voto, cada manifestación y cada conversación, estamos forjando un futuro, uno en el que tenemos el derecho de exigir nuestra propia voz.


En conclusión, la relación entre España y la seguridad europea es más que una simple declaración política; es una llamada de atención para todos nosotros. Desde la inestabilidad política hasta las promesas de cambio, la historia sigue escribiéndose y, como ciudadanos, debemos asegurarnos de que estamos participando en el relato.

Así que, ¿qué opinas? ¿Estás listo para hacer escuchar tu voz en esta narrativa política?