Este diciembre ha sido particularmente sombrío para el tejido empresarial español, y no solo porque las temperaturas hayan caído en picado. La noticia del fallecimiento de José Javier Echenique, vicepresidente de Telefónica, ha dejado una marca profunda en muchos de nosotros. Y si pensabas que la tristeza terminaba ahí, permíteme informarte que este fin de semana también nos ha dejado el icónico fundador de Mango, Isak Andic, en un accidente de montaña. ¿Acaso el universo se está tomando muy en serio el cliché de que “las malas noticias vienen en pares”?
Un adiós a Echenique: un referente empresarial
José Javier Echenique nació en 1951 en Isaba, un pintoresco pueblo de Navarra. Su vida fue un homenaje a la perseverancia y la excelencia; se licenció en Ciencias Económicas y Actuariales en la Universidad del País Vasco. Imagínate, un joven en un aula de Bilbao, rodeado de libros polvorientos y gráficos densos, sin saber que años más tarde se convertiría en uno de los hombres más influyentes de España. Su habilidad matemática era tal que podría hacer que los números bailaran al son de su música.
Echenique tuvo una carrera estelar en el ámbito empresarial, ocupando puestos de responsabilidad en grandes instituciones, como BBVA y Banco Sabadell. ¿No es increíble? En un país donde muchos todavía batallan con las matemáticas básicas, este hombre lideraba amalgamas de cifras millonarias con la misma naturalidad que nosotros llevamos a cabo el ritual del café de las mañanas. En fin, me encanta pensar que siempre hay alguien en cada empresa que puede hacer que hasta unas cuentas desbalanceadas suenen lógicas.
Un legado inalcanzable
Si hay algo que resalta en la vida de Echenique, es su capacidad para generar impacto. No solo fue un nombre en el libro de grandes ejecutivos; también fue un consejero activo de empresas relevantes como Repsol y ACS. Su historial es tan intachable que incluso te hace cuestionar tus propias decisiones profesionales. “¿De verdad elegí esta carrera de la que me quejo todos los días?” A veces, una simple despedida o el recuerdo de una persona excepcional puede poner en perspectiva nuestras propias vidas.
Echenique también brilló en el sector asegurador como director general de Allianz-Ercos, donde, sin duda, tuvo que lidiar con interminables montañas de papeleo. ¿Y quién no ha tenido un día en la oficina donde sientes que podrías competir en un maratón de trámites? Pero, a diferencia de nosotros, él logró salir a flote en todas las tempestuosas aguas del mundo corporativo.
En abril de 2016, se unió al Consejo de Administración de Telefónica, donde se convirtió en un ejemplo no solo del profesionalismo, sino también de la empatía, algo que muchos en el mundo empresarial podrían cultivar un poco más. En un sector más centrado en las máquinas que en las personas, Echenique se destacó como un verdadero referente. Y es que, aunque las finanzas y la tecnología dominan, nunca debemos olvidar que detrás de cada número hay una historia humana.
La pérdida del tejido empresarial
La noticia de su fallecimiento dejó a muchos, incluido su compañero José María Álvarez Pallete, impactados. En un emotivo comunicado en X (antes Twitter), Pallete recordó a Echenique como un «referente empresarial y amigo» y habló de cómo esta despedida marca un año “imposible de olvidar”. Cuando un colega menciona palabras tan significativas, es fácil sentir que, más allá de las cifras y las acciones en bolsa, se pierde algo más que una figura pública: se pierde el espíritu de camaradería.
El impacto de Echenique se extiende más allá de Telefónica; su ausencia se siente también en la CEOE, donde el presidente Antonio Garamendi expresó su tristeza ante esta nueva pérdida, especialmente en un fin de semana ya empañado por la tragedia del accidente de Isak Andic.
La inesperada partida de Isak Andic
¿Puedes imaginar lo que debe ser vivir cada día con la pasión de crear? Isak Andic lo logró, llevando a Mango a ser uno de los emblemas de la moda española. Pero la vida, como una mala-dama en un evento de gala, tiene la fea costumbre de interrumpir cuando menos lo esperas. Andic falleció a los 71 años durante un accidente de montaña, recordándonos que nunca somos invulnerables, sin importar cuán exitosos seamos en nuestras carreras.
De vuelta a aquellos días dorados de la moda, ¿quién no ha tenido alguna vez esa prenda de Mango en su armario? Andic creó un imperio basado no solo en la moda, sino en la identidad española que se adorna con elegancia y estilo. Se podría decir que su vida era un maestro de ceremonias en la pasarela del cabello y la monetización de las tendencias.
Reflexiones sobre la vida y el legado
Al reflexionar sobre estos dos titanes del mundo empresarial, me pregunto: ¿qué se necesita realmente para dejar una huella indeleble? Claro, la carrera y el éxito son importantes, pero ¿no es el impacto humano lo que realmente importa? La forma en que decidimos vivir nuestros días, la empatía que practicamos y las conexiones que establecemos son lo que moldea nuestro legado.
¿Será que la vida nos enseña a abrazar cada momento, a reconocer que lo más importante está en las relaciones que construimos? Las grandes figuras del mundo empresarial como Echenique y Andic parecen entender esto intuitivamente. Uno no se convierte en un referente simplemente acumulando logros; se convierte en ello entregando valor a los demás.
En un mundo donde muchos creen que el éxito se mide por cifras y acciones, estas pérdidas nos instan a mirar más allá. ¿Cuántas historias quedan por contar? Así como un buen libro que nunca termina, nuestras vidas son narrativas llenas de giros inesperados, a veces tristes, pero también llenas de celebraciones y recuerdos.
La vida después de Echenique y Andic
Aunque sus ausencias se sienten profundamente, el legado de Echenique y Andic continúa. Sus contribuciones al mundo empresarial español son nadadores en un océano de cambio: inoculan el espíritu de innovación y resistencia que continúa desafiando las olas.
En medio de su despedida, es un buen momento para preguntar: ¿Cómo podemos honrar sus vidas y sus enseñanzas? Podemos reflexionar sobre nuestras propias trayectorias y pensar en las maneras en que podemos contribuir a la sociedad, ya sea en el entorno empresarial o en nuestras comunidades.
Conclusión: Reflexiones finales
Así que, mientras cerramos este capítulo triste en un año que ha tenido sus altibajos, recordemos a Echenique y a Andic por lo que realmente fueron: visionarios que creyeron en un futuro mejor. Con su partida, ahora es nuestra responsabilidad continuar su legado, tocar vidas y crear un impacto que trascienda el tiempo.
Al final del día, todos deseamos ser recordados, no solo por lo que logramos, sino por cómo hicimos sentir a los demás. Si hay algo que podemos aprender de esta historia, es que el verdadero éxito radica en salir del camino para ayudar a otros a avanzar. Ahora es nuestro momento de reflexionar y preguntarnos: ¿Qué legado dejaré yo en este mundo?
En esta vida, todos jugamos nuestro papel, y aunque algunas estrellas se apagan demasiado pronto, el brillo que dejan atrás puede iluminar el camino para los que aún seguimos.
Espero que este homenaje reflexivo no solo rinda tributo a los íconos que hemos perdido, sino que también nos inspire a seguir, en los buenos y en los malos momentos, siendo la mejor versión de nosotros mismos.