El reciente evento de los premios Zenda se ha convertido en un punto de conversación imprescindible en el escenario cultural español. Mientras que los Goya suelen ser tildados de ser un “club exclusivo” –con sus alianzas políticas, sus etiquetas y sus ritos de paso–, los Zenda se presentaron como un espacio fresco, inclusivo y, para ser honestos, bastante más divertido. Pero, ¿por qué deberíamos seguir hablando de esto? Bueno, para aclarar el porqué de este nuevo enfoque, el evento de este año merece un desglose detallado.
¿Qué son los premios Zenda?
Para aquellos que no están familiarizados, los premios Zenda son una iniciativa creada por la plataforma de cultura Zenda Books, cuyo objetivo es reconocer el trabajo destacado en la literatura, el ensayo y la crítica cultural. Su lema parece ser “menos gilipollas y más literatura” –o al menos eso es lo que uno podría inferir de sus actividades. A diferencia de otros premios culturales en España, estos promueven una mirada más amplia, abarcando toda la riqueza del país en términos de ideas y expresión artística.
En lugar de simplemente premiar a la mejor película o la mejor interpretación, aquí se reconoce la labor de ensayistas y pensadores. Y eso, amigos, es un soplo de aire fresco en un ambiente saturado de celebridades de cine y música. La gran pregunta es: ¿puede la cultura unir todo lo que política y redes sociales han fragmentado? Este año, parece que la respuesta es un rotundo «sí».
Un evento diverso y transversal
Una vez dentro de la gala, ya no necesitas un detector de hipocresía. A diferencia de otros eventos, donde el sesgo ideológico es palpable –como cuando llegas a una fiesta y todos solo hablan de fútbol y tú no tienes idea de qué es un “gol en propia meta”– aquí la conversación fluía con una transversalidad que sorprendía. Te encontrabas a Garci intercambiando opiniones con Rufián sobre el último combate de Tyson y al inefable Iker Jiménez discutiendo sobre psicofonías junto a José Ramón de la Morena.
A veces, es interesante observar cómo se pueden unir figuras tan disímiles. Recuerdo una vez, en una reunión informal, en la que coincidí con un grupo de personas con las que compartiría poco en términos de ideología. Sin embargo, pronto me di cuenta de que nuestras experiencias personales, anécdotas y humor compartido eran mucho más relevantes y enriquecedores que las etiquetas con las que podríamos habernos presentado. Ahora me pregunto, ¿será esto lo que buscaban lograr los organizadores de los premios Zenda?
La cultura como punto de encuentro
La idea de una España diversa e impura resonó en el ambiente del cóctel posterior. Un espacio donde, sin importar la inclinación política, todos se sentían en casa. Bien dicen que “solo la cultura unirá todo”, y este evento se posicionó como un recordatorio de que, a pesar de las diferencias, hay un hilo común gracias al cual podemos comunicarnos y entendernos. De un rincón a otro, el encuentro parecía parafrasear la famosa cita de Sabina: “Todos menos tú”, en el sentido de que todos estaban bienvenidos –incluso a subir al escenario.
Este cóctel también me transportó a mis propias experiencias, donde se presentaron individuos que se veían radicalmente diferentes, pero que compartían un amor común por la literatura, el arte y, por qué no, un buen vermut. Así que, fue un placer ver que, a pesar de la confusión mediática, estos premios parecían haber encontrado un nuevo propósito, un nuevo significado.
Una nueva esperanza para la cultura en España
Es importante el reconocimiento de los nuevos talentos y las ideas frescas, y los premios Zenda lograron celebrar esto de una manera vibrante. La mayoría de los asistentes no eran solo escritores, críticos, o intelectuales, sino personas que estaban genuinamente interesadas en crear un espacio donde sus pensamientos pudieran desarrollarse sin juicios previos o etiquetas.
La conclusión es simple, la cultura puede hacer que lo aparentemente imposible se vuelva posible. No se trata únicamente de premios o de quién se llevó qué, sino de crear conciencia sobre la importancia de los nueve puentes que se construyen entre dimensiones culturales que a menudo parecen estar en desacuerdo. Puede que a algunos no les guste la idea, pero esta ha sido la base de muchas de nuestras interacciones durante años.
La figura de los ensayistas
Uno de los mayores atractivos de los premios Zenda es el enfoque en el ensayo. Un género que, en comparación con las obras de ficción, suele recibir menos atención en otros círculos de premios más glamorosos. Pero, ¿por qué es esto interesante? Porque el ensayo es el sitio donde la crítica y la creatividad se mezclan, donde se abren preguntas que, aunque a menudo no tienen respuestas definitivas, invitan a la reflexión.
Demasiado a menudo se olvidan los ensayistas en favor de personas que simplemente recitan guiones o actúan. Pero aquí, en este encuentro de mentes brillantes, incluso los ensayistas eran las estrellas de la noche. Recuerdo la primera vez que leí a un ensayista, era como un despertar repentino; era una mezcla de información, humor, y esa chispa de originalidad que me hacía cuestionar mis propios puntos de vista.
Por oposición, en un evento típico de películas y música, podrías esperar que la conversación sea más superficial. Pero la complejidad y autenticidad del ensayo genera un entorno donde se pueden explorar temas profundos y hasta incómodos.
Conclusión: un cambio de paradigma
La esencia de este evento es clara. Los premios Zenda han puesto un espejo ante la sociedad española y han demostrado que es posible crear un espacio sin etiquetas, donde cada individuo pueda expresar su voz sin miedo al juicio. En un mundo donde todos se sienten obligados a encajar en categorías predeterminadas, ver un evento en el que el eclecticismo y la diversidad son los protagonistas es, francamente, una bocanada de aire fresco.
Así que, si alguna vez te has sentido fuera de lugar en una conversación o en un evento, recuerda que la transversalidad cultural de los premios Zenda nos demuestra que la vida, al final del día, es sobre compartir risas, anécdotas y, sobre todo, cultura. Porque, como dice el dicho, “la vida es muy corta para sólo hablar de fútbol”. Y con eso en mente, estoy bastante seguro de que el futuro de la cultura en España tiene un sitio especial para cada uno de nosotros.
Porque, al final, no es solo de eso de lo que se trata: construir puentes en lugar de muros. ¿Te atreves a cruzar al otro lado?