La violencia de género es un fenómeno que pone en evidencia no solo las desigualdades de género presentes en nuestra sociedad, sino también la urgente necesidad de afrontar esta problemática con seriedad y compromiso. A medida que avanza el año 2024, los datos son alarmantes. Hasta la fecha, 47 mujeres y 9 menores han sido asesinados en España por violencia de género. Estos números no son simples cifras; son vidas, historias, sueños que se han apagado de forma brutal e injusta.

Un contexto desgarrador

Cuando leemos estadísticas como estas, es fácil sentir que estamos navegando en un mar de cifras desprovistas de emoción. Pero detrás de cada número hay una historia. Una madre que ya no podrá volver a abrazar a su hijo, una hija que se queda huérfana, una familia que queda rota. Este 2024 ha dejado una cifra récord de féminicidios por violencia vicaria, alcanzando la misma cifra que en 2015, con nueve víctimas.

Me resulta difícil no recordar una conversación que tuve con una amiga hace un par de años. Estábamos tomando un café (ese que siempre termino derramando, por cierto) y ella me decía cómo a veces se siente atrapada en su relación, pero no sabe cómo pedir ayuda. ¿Cuántas veces nos encontramos en silencio, viendo a alguien sufrir, sin saber qué hacer? La violencia de género puede estar más cerca de lo que pensamos, incluso entre quienes queremos.

El papel crucial del entorno social

Los recursos del Ministerio de Igualdad son fundamentales, pero existe la necesidad de reforzar la conciencia social sobre este grave tema. En 2024, en más del 70% de los casos de violencia machista, no existían denuncias previas. Esto indica que hay un silencio cómplice, un miedo que paraliza a las víctimas. Y aquí es donde todos nosotros tenemos un papel que desempeñar.

Imagina que conoces a alguien que está sufriendo en silencio. ¿Te atreverías a hablar con ellos? ¿A asegurarles que no están solos? La campaña de sensibilización del Ministerio interpelando a los entornos de las víctimas es un esfuerzo vital. Si eres amigo, familiar o vecino, tu voz podría ser el salvavidas que no sabían que necesitaban.

El ciclo de la violencia

No es simplemente una cuestión de denunciar. La violencia de género es un ciclo complejo. Hay muchas razones por las que una mujer puede no querer denunciar a su pareja: miedo a represalias, falta de apoyo emocional, o incluso la creencia de que la violencia es algo «normal». Esta última es una idea que ha estado grabada en nuestra cultura durante demasiado tiempo.

Una conocida dice que en su hogar nunca se hablaba de lo que sucedía entre sus padres, y aunque su madre siempre parecía fuerte, detrás de las puertas cerradas había maltrato. En esto consiste el ciclo: el silencio no solo ayuda a perpetuar el abuso, sino que también contribuye al sufrimiento de las filas de mujeres que se sienten atrapadas sin ningún recurso.

¿Qué dice la ley sobre la violencia de género?

Desde que comenzaron a recopilarse cifras en 2003, la violencia de género ha dejado un saldo trágico de 1.292 mujeres asesinadas hasta el momento. La legislación en torno a la violencia de género se ha fortalecido, pero ¿es suficiente? Las estadísticas nos dicen que seis de las víctimas de 2024 estaban inscritas en VioGén, el sistema de protección de víctimas de violencia de género. Esto plantea la inquietante pregunta: ¿fueron las herramientas disponibles efectivas para protegerlas?

Podemos ver que algunas herramientas de protección pueden fallar, y eso plantea el dilema de cómo mejorar los sistemas actuales. Las leyes están ahí para proteger, pero a veces la implementación carece de efectividad. Es una dicotomía dolorosa que debemos enfrentar.

Comunidad y prevención: la clave está en la educación

Se ha hablado de la importancia de la educación en la prevención de la violencia de género. Sin embargo, ¿qué significa realmente educar en este contexto? La educación va más allá de enseñar sobre la violencia; se trata de fomentar el respeto, la igualdad y la empatía. Ante mis alumnos, siempre intento mostrarles la importancia de entender el contexto emocional de las decisiones, las palabras y los actos.

Podemos ver con claridad que, en muchos de estos casos, los agresores y las víctimas comparten características similares en sus trayectorias vitales. La historia muestra que la violencia a menudo se repite. Por lo que, debemos enseñarle a la próxima generación que no está bien herir a los demás, y que hay formas más saludables de resolver conflictos.

Mirando hacia los futuros

Los datos reflejan que Cataluña es la comunidad con más mujeres asesinadas por violencia machista en 2024, con un 25,5% de los casos. Pero no solo se trata de Cataluña; cada comunidad tiene su propio relato desgarrador. Cada historia es única, pero todas comparten un mismo hilo común. Una lección que aprendí es que el dolor no se equilibra en el área geográfica.

Las edades de las víctimas este año son inquietantes. Más de la mitad tienen entre 31 y 50 años, una franja que representa a muchas mujeres en plena etapa productiva de sus vidas. ¿Qué sueños perdemos en cada una de estas historias? ¿Qué potencial se apaga de forma irremediable?

El impacto en los niños

Una de las estadísticas más inquietantes de 2024 es que 36 menores se han quedado huérfanos a raíz de estos crímenes. La violencia no solo afecta a las víctimas directas, sino que tiene un efecto profundo y prolongado en los niños que quedan atrás. Esto plantea un panorama sombrío: quienes deberían ser los guardianes de su bienestar son en ocasiones los mismos que les arrebatan la paz.

He tenido la oportunidad de ver cómo los niños pueden florecer y encontrar su voz, incluso después de haber vivido situaciones extremas. Esta resiliencia es admirable, pero también creo que debemos trabajar juntos para asegurarnos de que todas las voces sean escuchadas.

La necesidad de un cambio social

Es tiempo de ser honestos: las cifras revelan una crisis que no se puede ignorar. Necesitamos un cambio social significativo que corrija esos desequilibrios de poder, que exponga y erradique el machismo que todavía existe en algunos rincones de nuestra sociedad.

Detrás de cada número, cada historia, hay una llamada urgente a la acción. Nos toca a todos, desde las instituciones hasta los ciudadanos de a pie, crear un entorno que no permita el abuso de ningún tipo. Tomarnos en serio el concepto de “no más” no es solo un lema; es un compromiso que debemos asumir como sociedad.

Reflexión final

Al final del día, el tema de la violencia de género requiere una respuesta multidimensional. La legislación es sólo un pilar; el apoyo social, la educación, la prevención y una conciencia colectiva son fundamentales para abordar esta crisis. No podemos permitir que esas pérdida de vidas sean solo números en un informe, sino que debemos hacer de cada 47 mujeres que murieron en 2024 un símbolo de nuestra lucha y compromiso en contra de la violencia de género.

Así que, ¿estás listo para unirte a la lucha? La próxima vez que escuches un susurro de violencia, que no sea el silencio, asegúrate de que sea el grito de la acción. Recuerda que en la unidad está nuestra fuerza, y en la conciencia nuestra esperanza.