El 29 de octubre de 2023, un evento desafortunado sacudió a la Comunidad Valenciana: una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) provocó inundaciones que dejaron a la población en estado de alerta y a muchas familias enfrentando pérdidas catastróficas. En medio de este caos, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se vio envuelto en una controversia que generó un ir y venir de acusaciones entre diferentes niveles del gobierno. Como observador de este drama político y natural, no puedo evitar preguntar: ¿quién tiene la culpa realmente, y qué significa esto para la gestión de crisis en el futuro?
Contexto de la emergencia en Valencia
Cuando escuchamos palabras como «DANA» o «inundaciones», es fácil que nuestra mente se llene de imágenes de calles anegadas, coches flotando como botones perdidos en un río desbordado. Pero detrás de cada tragedia, hay un entramado de decisiones políticas y administrativas que pueden determinar si las cosas salen mal o, si tenemos suerte, se resuelven con eficacia.
Para aquellos que han vivido tormentas antes —y permítanme decir que yo he estado allí— es fácil recordar la sensación de incertidumbre. Las alertas suenan, los teléfonos se colapsan y todos corren a sus redes sociales en busca de información confiable, solo para encontrar una mezcla de verdades y bulos. ¡Cuánta confusión! Pero el caso del 29 de octubre se torna aún más complicado cuando entran en juego las conexiones entre las diferentes entidades del gobierno.
Las acusaciones: Incomunicado o desinformado
Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat, salió a desmentir las acusaciones que apuntaba que estuvo incomunicado durante cinco horas el día de la tormenta y defendió su posición al afirmar que mantuvo contacto con el alcalde de Cullera y otros durante la emergencia. En su defensa, afirmó que nunca estuvo al tanto de la advertencia sobre la posible rotura de la presa de Forata y cuestionó por qué, si el gobierno central tenía información, no actuó con mayor agilidad. No puedo evitar preguntarme: ¿quién, en medio de una tormenta, tiene tiempo para leer los comunicados? Imagínense a Mazón con agua hasta la cintura, enfrentándose no solo a la situación física, sino también a un mar de confusión informativa.
Esto es como intentar escuchar música en una sala a tope de gente hablando: las palabras de advertencia se ahogan en la cacofonía del bullicio. Y en una situación crítica como la que vivieron los valencianos, las palabras de los políticos sólo añaden confusión al ruido.
También hay que mirar al gobierno central
Las declaraciones de Mazón levantaron una ola de críticas hacia el Gobierno central, a quien acusó de caer en «una contradicción tras otra» en su manejo de la crisis. Si el gobierno tenía información sobre el peligro inminente que representaba la presa, ¿por qué no activó los protocolos correspondientes? Sus palabras, más que cuestionar la competencia de otros, resonaron en un grito de frustración que mil políticos, en algún momento, han sentido al ser incapaces de actuar en beneficio de la ciudadanía.
¡Vaya que es frustrante pensar en esto! Imaginemos que estamos organizando una fiesta, y el pastel se quema, pero en lugar de llamarle al panadero, nos quedamos ahí esperando a que alguien nos diga que saquemos el extintor. Asombrosamente, a veces la burocracia puede ser más lenta que un caracol con jet lag.
La difícil labor del CECOPI
Durante la crisis, el Centro de Coordinación Operativa Integrada (CECOPI), también se convirtió en uno de esos nombres que aparece y desaparece en los titulares, como un mago que no termina de impresionar al público. Según Mazón, el CECOPI estaba operando validamente y sin su presencia institucional. Ellos tenían ya sus planes en marcha, y gracias a Dios por eso, porque, sinceramente, ¿qué pasaría si se quedaran todos mirando al reloj esperando que llegue el jefe?
La verdad es que el CECOPI estaba en acción. Había una vida de decisiones que se tomaban entre el ruido de los teléfonos y las cámaras de televisión. Sin embargo, Mazón también apuntó que muchas decisiones precisaban de su autorización, lo que creó un entrampamiento. Aquí es donde se hace evidente que la línea entre la política y la acción puede ser un hilo muy delgado.
Decisiones rápidas en medio de la tormenta
¿Y a quién más le encanta tomar decisiones en medio de un torrente que se desborda? Entrar en acción en una crisis requiere una mezcla de conocimiento, intuición y un toque de locura. A veces hay que lanzarse al agua (literalmente). La pregunta es: ¿cómo podemos asegurarnos de que quienes estaban al mando realmente pueden actuar de manera efectiva cuando más se necesita?
El papel de los medios de comunicación
Ah, los medios de comunicación. En ocasiones parecen ser el superhéroe y en otras el villano, dependiendo de cómo se mire. En este caso, también jugaron un papel crucial al difundir tanto la información veraz como los bulos que, desafortunadamente, alimentaron la confusión. Mazón se quejó de “mentiras y bulos” y de la necesidad de desmentir continuamente relatos erróneos.
Aquí hay algo para reflexionar: ¿por qué en medio de una crisis tan grave hay quienes prefieren alimentar el escándalo en lugar de buscar la verdad? Me hace pensar en cómo los rumores vuelan más rápido que los hechos, y eso es algo que realmente necesita atención. ¿No es irónico también que, en lugar de unirnos, a veces parecemos dividirnos ante la infortunio?
Reflexionando sobre el cuidado de la comunidad
La respuesta de la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, fue clara: insta a quien tiene responsabilidad a enfocarse en lo realmente importante y no en buscar excusas para su propia defensa. ¿Cuántas veces en nuestra vida cotidiana nos encontramos en la misma situación? ¿Cuántas veces, cuando hay problemas, nos facemos los ciegos, o preferimos culpar a otros?
Necesitamos reflexionar sobre el propósito de nuestros líderes políticos, especialmente en tiempos de crisis. Quizás su trabajo no es solo cerrar filas y protegerse unos a otros, sino también garantizar que su comunidad reciba el apoyo necesario en esos momentos críticos. La gente no necesita que jueguen a la política del ‘tú, tú y tú’, necesitamos soluciones y respuestas.
Hacia dónde vamos desde aquí
¡Es una gran pregunta, por supuesto! En medio de una sociedad en constante cambio y desafíos climáticos, debemos exigir a nuestros líderes que se preparen para lo inesperado. La gestión de emergencias no puede ser un proceso de tomar decisiones a último minuto, ni un juego de ‘quién tiene la razón’. Requiere planificación, práctica y, sobre todo, comunicación.
Si algo nos ha enseñado el 29 de octubre es que la coordinación entre los diversos niveles de gobierno es vital. Las crisis no esperan a nadie y los problemas no se enfrentarán solos. En un mundo donde la climatología parece ser cada vez más impredecible, debemos prepararnos; no solo en infraestructuras, sino también en cómo respondemos a la desinformación y cómo actuamos bajo presión.
Siempre recordaré aquella tormenta que me dejó más que mojado; me enseñó la importancia de estar no solo preparado para la lluvia, sino también para saber a quién acudir cuando caen los primeros truenos. Y sobre todo, nos enseñó a no ignorar la voz de aquellos que, en medio del caos, piden liderazgo y claridad.
¿Alguien ha pensado en hacer un club de resiliencia en lugar de otro más de jardinería? ¡Puede ser un hit! En fin, esperemos que tanto la gestión de crisis como la unión de la comunidad sean el enfoque principal para el futuro. ¿Acaso hay algo más importante que proteger y cuidar a nuestra gente?
¿Tú qué piensas? ¿Estamos preparados para la próxima tormenta, ya sea climática o política? Reflexionemos juntos.