La Feria de San Miguel siempre ha sido, y seguirá siendo, uno de los eventos más esperados en el mundo del toreo. En el ambiente se respira ese sabor a tradición, ese eco de las voces que han aclamado a los grandes toreros a lo largo de la historia. Este año, 2024, aunque algunos lo ven como un nuevo comienzo, otros lo observan con una mezcla de nostalgia y emoción, como cuando encuentras una foto antigua en el baúl de los recuerdos: hay tanto que contar y que recordar.
Recuerdo la primera vez que fui a una corrida en La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. ¡Menudo espectáculo! Con la plaza repleta, las multitudes entregadas y los olores del ambiente entremezclándose con el sudor y la emoción. La mezcla de colores en las vestimentas de los toreros, el brillo de las espadas y, por supuesto, el sonido del oleo entre gritos de euforia. No puedo evitar preguntarme: ¿Qué sería de nosotros sin estas tradiciones que nos dejan sin aliento?
Un día que empezó con un terremoto taurino
El pasado domingo, 29 de septiembre de 2024, la plaza de toros de Sevilla se encontró bajo el manto de una gran emoción. A las siete y un minuto de la tarde, comenzó lo que muchos denominaron el «terremoto de Ortega». Este torero, con su capote desplegado, parecía un artista consagrado sacando lo mejor de sus pinceles en cada movimiento. En mis recuerdos, siempre he visualizado a los toreros como grandes artistas, ¿no es acaso el toreo una forma de arte?
La actuación de Juan Ortega fue inigualable. Esos «lances», esos movimientos fluidos, como si bailara entre la vida y la muerte, capturaron la atención de todos en la plaza. ¿Cómo puede alguien hacer que un momento tan peligroso se vea tan poético? Sin duda, Ortega convirtió cada pase en una joya de la tauromaquia. En ese instante, la plaza rugió, celebrando lo que solo unos pocos pueden lograr: transmitir una emoción profunda a traves de un arte arriesgado.
Sin embargo, el espectáculo no se redujo a Ortega. Pablo Hermoso de Mendoza también tuvo su momento destacado, aunque con algunos tropiezos que desentonaron con el ritmo de la tarde. Su actuación fue un recordatorio de que en el mundo del toreo, como en la vida misma, no todo puede salir a la perfección, y aun así, hay belleza en el intento.
La importancia de la presentación y el estilo
La elección de los toros, de El Capea y Matilla, también dejó mucho que hablar. El público se vuelve exigente; después de todo, los aficionados vienen por la emoción, pero también por la belleza en la presentación. Desde los toros más nobles hasta aquellos que parecían un poco desrazados, la variedad en su apariencia y comportamiento puso a prueba a los toreros y emocionó a la concurrencia.
Algunos como el segundo toro, que, aunque con buen estilo, mostraron su manso comportamiento en la muleta, llevándonos a reflexionar sobre la naturaleza misma del animal. ¿Hasta qué punto son los toreros los verdaderos artistas, y hasta qué punto los toros son los protagonistas de la obra? Es una pregunta que siempre me acompaña y que cada año, en cada corrida, parece encontrar respuestas distintas.
Recuerdo el murmullo entre el público cuando el tercer toro, Veraneante, mostró un carácter más vivaz. La energía en la plaza irradiaba y se contagiaba. ¡Me encantan esos momentos efervescentes! Fue un torneo de voluntades: el torero contra el toro, ambos tratando de demostrar su superioridad en un baile mortal.
Un último adiós y el futuro del rejoneo
No se puede hablar de la Feria de San Miguel sin mencionar la despedida de Pablo Hermoso de Mendoza, una figura icónica del rejoneo moderno. Aunque se llevó la única oreja de la tarde, su actuación estuvo marcada por algunos ajustes y un público que parecía resistirse a aceptar cualquier error. ¿No es curioso cómo a veces la gloria se encuentra en la imperfección? Para mí, ese es un recordatorio poderoso de que incluso las leyendas deben lidiar con la realidad de las expectativas.
La rutina del rejoneo trae consigo un nivel de complejidad que muchos pueden no percibir. No es solo el acto de torear; es una exhibición de habilidades en múltiples disciplinas: domar, lidiar y comunicar emociones profundas. Hermoso se despidió con el corazón en la mano, y aunque su carrera ha sido excepcional, siempre queda la pregunta en el aire: ¿quién podrá ocupar su lugar?
Mirando hacia el futuro: la próxima generación de toreros
La competencia en el mundo del toreo es feroz. Con nuevos talentos emergiendo constantemente, la comparativa entre generaciones nos deja con la esperanza de que la tradición perdure. Sin embargo, este es un fenómeno que siempre suscita opiniones encontradas: algunos añoran la era dorada de los grandes maestros, mientras que otros están ansiosos por ver qué aportará la nueva sangre al ruedo.
Los nombres de Juan Ortega y Pablo Aguado son muestra de una nueva ola de toreros que, aunque están lejos de emular a sus ídolos, están dejando su huella de manera singular. Algo que me fascina de estos nuevos toreros es su habilidad para reinventar técnicas, todo mientras llevan consigo la rica historia del toreo. Tal como yo lo veo, ellos no solo son los futuros campeones; son los narradores de una historia que sigue evolucionando.
Recientemente vi a un grupo de estudiantes en un taller de toreo. Sus rostros reflejaban la mezcla de nervios y emoción que todos los que hemos estado en el ruedo conocemos bien. Para mí, era un recordatorio de que la llama de esta tradición nunca se extinguirá, mientras haya jóvenes dispuestos a enfrentarse con valentía a los retos del toreo.
Conclusión: un evento que trasciende
La Feria de San Miguel 2024 no solo ha sido otra jornada en el calendario taurino; ha sido un recordatorio de la belleza, la emoción y la complejidad del toreo. ¡Hasta el mismo ambiente podría decirse que “respiraba” toreo! Aunque algunos detalles pueden haber dejado un sabor agridulce, no cabe duda de que la plaza siempre se llena de apasionados que viven y sienten cada momento.
A medida que nos despedimos de inauguraciones y actuaciones, nos queda la esencia de un arte que ha resistido el paso del tiempo, y que sigue brillando con luz propia. Los recuerdos de este evento continuarán alimentando nuestras conversaciones, reviviendo la magia de la feria. Nunca hay que subestimar el poder de una buena anécdota taurina, guiada por la emoción del momento. Así que, hasta la próxima feria, ¡que continúen los olés!
La pregunta está en el aire, entonces: ¿qué nuevos relatos nos traerá el próximo año desde los ruedos sevillanos?