La San Silvestre Vallecana no es solo una carrera; es una celebración, una fiesta que reúne a miles de corredores en un recorrido que, año tras año, se convierte en un hito del deporte en España. Este evento, que cumple 60 años en 2024, ha fusionado tradición, emoción y un espíritu festivo que incluso la pandemia no pudo apagar. Pero, ¿qué la hace tan especial? Hoy, vamos a explorar su rica historia, los momentos más memorables y cómo se ha adaptado a la era moderna, todo mientras compartimos un poco de humor y anécdotas personales, porque, al final del día, todos somos parte de esta historia.
Un poco de historia para empezar
El año 1964 fue testigo del inicio de esta aventura atlética en Vallecas, Madrid. Antonio Sabugueiro, con la visión de replicar la tradición de la San Silvestre de Sao Paulo, se lanzó a la piscina con la primera edición, atrayendo a apenas 57 corredores. Ahora, después de seis décadas, la competición ha crecido enormemente, convirtiéndose en una de las carreras más icónicas de Europa.
La carrera ha atraído a algunos de los mejores atletas del mundo, como Eliud Kipchoge, Paula Radcliffe y Tirunesh Dibaba, quienes han dejado su huella en el pavimento madrileño. Pero también ha sido un espacio donde los corredores amateurs pueden vivir la experiencia de competir en un evento de clase mundial.
La magia de la competición
Correr la San Silvestre es experimentar una mezcla de cansancio y pura alegría. Recuerdo mi primera vez en esta carrera, y aunque estaba a punto de desfallecer, la energía de la multitud me empujó esos últimos metros como si tuviera un cohete en la espalda. Pero no soy el único; atletas de renombre como Isaac Viciosa y José Luis González también han compartido sus experiencias. Para ellos, la carrera tiene un matiz nostálgico y profundo.
«La Castellana era tuya. Eras el dueño de la arteria principal del país», dice González, resaltando el orgullo que sentían los ganadores.
Viciosa, por su parte, ha declarado: «Me gustaba ganar», mostrando una competitividad que resuena con cualquiera que haya sentido esa adrenalina. Si nunca has corrido la San Silvestre, ¿realmente has vivido?
Un recorrido con sabor a historia
Hablemos del recorrido. La carrera comienza en la Pza. de los Sagrados Corazones y termina en el Estadio de Vallecas. La mezcla de confeti y el olor a crema antiinflamatoria son solo algunos de los ingredientes que añaden un toque único a esta cita. Y aunque el aliento se agita y las piernas parecen pesa plomo hacia el final, Diana, una amiga mía que ha corrido las últimas tres ediciones, siempre dice: «Es como una montaña rusa; subes y bajas, pero al final hay pura diversión».
Sin embargo, no todo es un camino de rosas. Muchos corredores han compartido sus anécdotas de momentos difíciles. Como comentaba Martín Fiz, el ambiente caldeado de Vallecas mezcla fervor y emoción, y un ligero momento de desconcentración puede llevarte de vuelta a la tierra del cansancio. «El ganador siempre tenía que pasar el control antidopaje y con la tensión te costaba orinar», recuerda entre risas, señalando las curiosidades que acompañan al fútbol y a la carrera.
¿Dejamos atrás la esencia?
Como todo, la San Silvestre ha cambiado con el tiempo, y algunos de sus antiguos campeones lamentan que el comercio ha dominado la esencia de la carrera. González menciona cómo ha evolucionado la carrera desde el fenómeno de Nike, coincidiendo que la llegada de más de 35,000 corredores ha transformado el evento en algo más enfocado en la magnitud y menos en la pequeña esencia familiar que alguna vez tuvo.
Podemos preguntarnos, ¿hemos perdido algo al permitir que el deporte se convierta en una máquina de hacer dinero? Tal vez. Pero en el corazón de la San Silvestre está la nobleza del sacrificio, un sacrificio que muchos corredores están dispuestos a hacer. Al final del día, los que corren entre risas y amigos llevan dentro de ellos la esencia de lo que verdaderamente significa esta carrera.
Celebrando lo que nos une
De vuelta a la actualidad, la edición de este año trae consigo nuevos talentos, como el ugandés Jacob Kiplimo y la keniana Ruth Chepngetich, ambos ansiosos por dejar su huella. Estos atletas, junto con los españoles, vibran ante la perspectiva de ser parte de un legado que va más allá del tiempo.
Sin embargo, la San Silvestre no se trata solo de los ganadores. Entre la multitud se encuentran historias de aquellos que no buscan el podio, sino la comunidad. Siento una conexión con la gente durante estas carreras; hay un entendimiento silencioso entre corredores. Ese gesto de camaradería cuando alguien necesita un empujón o una sonrisa dice más que mil trofeos.
El futuro de la San Silvestre
¿Y qué hay del futuro? Con la nueva ola de carreras populares y maratones, es fácil pensar que la San Silvestre podría perder su brillo. Sin embargo, la tradición y la comunidad que la han moldeado seguirán vivos siempre que sigamos corriendo. La esencia de este evento radica en que, sin importar si tienes experiencia o no, todos tenemos la oportunidad de estar en la misma línea de salida: una oportunidad de unirnos a la fiesta, de darle la bienvenida al nuevo año de la mejor manera posible.
Así que este 31 de diciembre, mientras el reloj marque las 12 campanadas, recordaremos que la San Silvestre no es solo una carrera. Es una celebración de esfuerzo, comunidad y, por supuesto, la hermosa locura de cortar la meta con una sonrisa, dejando atrás el cansancio y abrazando las nuevas oportunidades que vendrán.
Reflexiones finales
Así que, amigos, si hay algo que hemos aprendido sobre la San Silvestre es que se trata de mucho más que correr. Es una combinación perfecta de pasión, tradición, diversión y, lo más importante, comunidad. Así que, la próxima vez que pienses en qué hacer el último día del año, ¡ponte las zapatillas y ven a disfrutar! La San Silvestre Vallecana te espera con los brazos abiertos y mil historias por contar.
¿Te animas a correr con nosotros? ¡Nos vemos en la línea de salida!
Esta es una invitación a celebrar no solo el final de un año, sino la continuidad de una historia que, a través del sudor y las risas, jamás se detiene.