La política y la construcción parecen tener un lazo indisoluble en muchas partes del mundo, y Valencia no es la excepción. En un reciente escándalo, se ha revelado que el Gobierno autonómico de Carlos Mazón ha adjudicado contratos de emergencia por un total de 61,9 millones de euros a empresas vinculadas a la financiación en B del PP valenciano. Pero, ¿qué significa esto realmente? ¿Por qué debería importarte? ¡Vamos a desglosar este enredo!

Contratos de emergencia: ¿una solución rápida o un problema más grande?

Primero, definamos qué son esos contratos de emergencia. ¿Recuerdas aquella vez en que organizaste una fiesta y todo salió mal? Olvidaste comprar comida, los adornos estaban en el trastero, y te sientes como un pato en una carrera de tortugas. Lo que haces, en ese momento, es llamar a la pizzería más cercana y vives con el riesgo de que la mozzarella no llegue a tiempo. Lo mismo pasa con los contratos de emergencia en el ámbito gubernamental: la idea es actuar rápida y eficazmente ante una crisis.

Sin embargo, aquí es donde se complica la cosa. La Conselleria de Infraestructuras, bajo Vicente Martínez Mus, ha adjudicado 19,6 millones de euros a tres empresas que no solo están en el ojo del huracán mediático, sino que también están vinculadas al escándalo de financiación ilegal del PP. Es como si llamaras a la pizzería, pero resulta que el repartidor tiene un historial delictivo. ¿No te haría mirar dos veces antes de pagar?

Las empresas en el punto de mira

Hablemos de las mencionadas empresas. Una de ellas es CHM Obras e Infraestructuras SA, que ha sido agraciada con un contrato de 11,5 millones de euros. Curiosamente, su presidente, Francisco Javier Martínez Berna, fue condenado en el marco del caso Gürtel, un escándalo monumental que dejó una estela de corrupción en la política española como si hubieran derribado un dominó gigantesco. Si este tipo fuera tu amigo de la infancia, probablemente no lo invitarías a tu fiesta de cumpleaños.

Por otro lado, tenemos a Becsa, que se encargará de la rehabilitación de puentes y que también está salpicada por el mismo escándalo. Al final, estas adjudicaciones parecen más un juego de amigos que una medida efectiva para recuperar la infraestructura dañada por la DANA (una depresión aislada en niveles altos que provocó lluvias torrenciales en Valencia).

Las sombras de la DANA

Hablando de la DANA, este fenómeno meteorológico no solo dejó la infraestructura positiva en Valencia en estado crítico, sino que también se ha convertido en el avatar perfecto para que ciertos intereses políticos se cuelen en la conversación. Se enfrentan situaciones de emergencia y, en vez de unir fuerzas, parece que alguna mano negra está dirigiendo esta sinfonía.

La vulnerabilidad de los sistemas de reparación es alarmante. En un país donde la cultura de «maquillaje» es casi una norma, nos topamos con que la respuesta a la crisis puede ser menos eficiente de lo que nos gustaría pensar. En este contexto, la vicepresidenta del Consell, Susana Camarero, asegura que se han licitado más de 500 contratos de emergencia para mantener las cosas a flote. Pero, en estas adjudicaciones, los atrasos y la falta de transparencia son los verdaderos antagonistas.

La maquinaria de financiación y corrupción

Aquí es donde se vuelve aún más interesante. CHM y otras constructoras en el centro de esta tormenta no son simplemente empresas; son parte de una red supurante de financiación en B del PP, donde el dinero negro fluye con la misma facilidad que un río desbordado tras una tormenta. El hecho de que estas empresas hayan sido premiadas con contratos de emergencia a la sombra de sus delitos nos lleva a preguntarnos: ¿qué tan fácil es lavar la imagen de una empresa mediante una estrategia de «urgencia»?

Entre otras cosas, se ha revelado que Pavasal inyectó 240,000 euros en la caja B del PP en Valencia para financiar la campaña de Rita Barberá en 2007. Me imagino a la señora Barberá, con su característico peinado, organizando una fiesta de recaudación de fondos donde las pizzas eran hechas de billetes, y eso sí es una forma de hacer campaña.

Un ciclo que parece interminable

No podemos ignorar el hecho de que, por más que intenten disfrazar esto de procedimiento de emergencia, vemos un ciclo que se repite: escándalos, condenas y luego más contratos. Al final, los ciudadanos de Valencia se encuentran en una posición incómoda: deseosos de ansias por la reconstrucción de sus carreteras y puentes, pero atrapados en un ciclo que se siente como una película de terror de bajo presupuesto.

¿Espera, no pensabas que habías terminado de ver la película y que ya todo estaba claro? Para nada. Vicente Mompó, presidente de la Diputación de Valencia, se ha asegurado de que los alcaldes y concejales de pueblos afectados por la DANA estén en la misma sala, discutiendo “las soluciones” mientras evitan mencionar las adjudicaciones a dedo.

Emergencias vs. Transparencia: ¿dónde queda el sentido común?

Y aquí es donde entra el dilema. Mientras que las justificaciones de «estamos tratando de remediar la crisis lo más rápido posible» vuelan como banderas a media asta, la falta de transparencia y la percepción de favoritismo dejan un regusto amargo. ¿Realmente necesitamos actuar rápidamente si eso significa que estamos premiando a quienes han hecho mal las cosas anteriormente?

Lo que más irrita es ver que la población es la que termina pagando la cuenta. Siempre es el ciudadano quien debe hacer frente al descontento cuando las cosas no son como se prometieron.

Mirando hacia el futuro: ¿cambiaremos el ciclo?

La pregunta en el aire es: ¿será este el último capítulo de esta novela policíaca que involucra corrupción y contratos de emergencia? La respuesta no parece ser clara. En conclusión, uno debe preguntarse si existe algún tipo de transformación necesaria en el modo en que se manejan las adjudicaciones públicas, especialmente en tiempos de crisis.

No sé si esto cambiará algún día y si la gente en el poder tenga la valentía para hacer lo que es correcto, pero puedo imaginar que si seguimos así, podríamos estar mirando hacia un futuro lleno de más episodios de telenovela que de soluciones reales. ¿Justo en la línea entre la construcción y la corrupción?

Si algo hemos aprendido es que, incluso en la peor de las tormentas, hay quienes encuentran maneras de hacer su propio «negocio», mientras otros simplemente intentan sobrevivir. Así termina otro capítulo de la política en Valencia, pero, lamentablemente, esta historia podría no haber hecho más que comenzar.