La política es un terreno a menudo pantanoso, un campo de batalla donde las alianzas se hacen y deshacen más rápido que los contratos que se firman a toda prisa en medio de una pandemia. Y en Galicia, la situación ha llegado a un punto de ebullición. Si pensabas que este año no habría más escándalos políticos, agárrate fuerte, porque la investigación sobre los polémicos contratos adjudicados por la Xunta podría desvelar secretos que muchos preferirían que permanecieran ocultos. ¿Te imaginas estar en medio de una tormenta y descubrir que te has dejado la paraguas en casa? Eso es lo que están sintiendo muchos en el Parlamento gallego.

Un contexto lleno de sorpresas

La investigación política que se ha desatado recientemente en Galicia está enfocada en una serie de contratos millonarios que la Xunta adjudicó, en medio del caos de la pandemia, a empresas vinculadas a familiares de Alberto Núñez Feijóo, ex presidente de la Xunta y actual líder del Partido Popular (PP). La noticia podría parecer sacada de un thriller político, pero es tan real como la vida misma. Y pensar que durante la pandemia se hablaba más de mascarillas y geles hidroalcohólicos que de contratos sospechosos… Quién lo diría.

En este sinfín de nuevas revelaciones, el PP ha tomado una postura defensiva. No es de extrañar, considerando que las acusaciones no son ligeras. La comisión de investigación ha recibido luz verde, aunque no sin resistencia. ¿Es esto un indicio de un problema mayor? Como diría un buen amigo mío, «donde hay humo, suele haber fuego».

La resistencia del PP

Los populares, guiados ahora por Alfonso Rueda, han hecho lo posible por acotar la investigación. Ha sido como tratar de hacer un agujero en una pared de ladrillo con un tenedor. Impidiendo la comparecencia de Feijóo y otros familiares implicados, han sellado sus propias puertas hacia la transparencia. Sin embargo, la Comisión, liderada por el Bloque Nacionalista Galego (BNG), ha logrado aplicar un poco de presión. ¡Un aplauso, por favor!

Esto es lo que pasa cuando intentas ocultar algo: termina saliendo a la superficie de una forma u otra. La gestión del PP durante la pandemia ha sido criticada por su falta de claridad, y no es de extrañar que la gente empiece a preguntarse: ¿qué están intentando ocultar? Esto nos lleva a un nuevo nivel de intriga, un poco como esos dramas de TV donde todos son sospechosos hasta que se descubre al verdadero villano.

Los actores involucrados

Hablando de villanos, los protagonistas de esta historia no son pocos. En el centro del huracán está Micaela Núñez Feijóo, hermana de Alberto y delegada del Grupo Eulen en Galicia. El BNG ha denunciado que la Xunta realizó encargos por un total de más de 55 millones de euros a Eulen entre 2018 y 2023. Por otro lado, Ignacio Cárdenas Botas, hermano del actual acompañante de Feijóo, también se ve envuelto en la maraña, con contratos que superan los 20 millones de euros durante el esplendor del COVID-19.

Y mientras tanto, en Madrid, Isabel Díaz Ayuso pide a Begoña Gómez, esposa del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que comparezca en una comisión de investigación. La dinámica entre estos políticos empieza a parecerse más a un juego de ajedrez que a una política seria. «La vida es más interesante con un poco de drama», diría mi madre.

El dilema de la transparencia

En este escenario, los populares se aferran a sus argumentos. Ellos institucionalmente discuten que ya ha sido suficiente la comparecencia de Feijóo en el pasado. La declaración sobre los contratos de la pandemia se ha vuelto un asunto tabú, y, sin embargo, Ana Pontón, líder del BNG, ha condenado su postura. «El mismo Feijóo que pide transparencia en Madrid se niega a comparecer en el Parlamento». Aquí está la contradicción, y es un paradigma en el que muchos se encuentran atrapados.

¿No es fascinante cómo a menudo los políticos son los primeros en proponer soluciones, hasta que se trata de ellos mismos? Es como ver a un prestidigitador que se olvida de eliminar los trucos cuando está sobre el escenario.

¿Y qué pasa con los contratos?

Preparemos las palomitas, porque donde hay contratos, hay tela para cortar. Algunos de estos contratos, como el de Sibucu 360, una empresa sin relación directa con el sector sanitario y vinculada a un empresario anteriormente condenado por fraude, podrían dar un giro interesante a la investigación. Si pensabas que había un problema aquí, no estás equivocado. La lista es larga y está llena de nombres que a muchos les gustaría ver declarando.

La gestión del hospital Álvaro Cunqueiro

Pero no todo gira en torno a contratos firmados con familiares y amigos. La creación del hospital Álvaro Cunqueiro en Vigo también está en el centro de las miradas. Este contrato de colaboración público-privada ha sido criticado por costar 470 millones de euros más y por tener 700 camas menos de lo que se había planeado originalmente. ¿Te imaginas que al comprar un coche, en lugar de un sedán de cinco plazas, recibirás un modelo Smart? Pues eso es exactamente lo que pasó aquí.

Las gestiones del pasado, bajo la administración del PSOE y BNG, también serán objeto de escrutinio. Algunos podrían considerarlo como un intento de disparar flechas al enemigo, pero también es una oportunidad para reflexionar sobre qué salió mal. “Cada generación tiene el poder de evaluar lo que salió bien e intentar corregirlo”, diría cualquier abuelo sabio.

La lucha por la transparencia

La transparencia se ha convertido en el mantra que muchos gritan en la Cámara. Sin embargo, los vetos continúan y muchos se preguntan si hay algo más que se trata de ocultar. La postura del actual gobierno parece estar construida sobre una casa de cartas que podría desplomarse con cualquier soplo de viento. El rechazo a la comparecencia de ciertos implicados hace pensar… ¿será que tienen algo que esconder?

Reflexionando sobre el papel de los medios

Aquí es donde la importancia de los medios y el periodismo de investigación entra en juego. La cobertura informativa de estos escándalos es clave para mantener informada a la ciudadanía y garantizar que los temas se traten de forma crítica y honesta. Porque, aunque suene repetitivo, la verdad siempre encontrará su camino hacia la luz.

Conclusiones y un futuro incierto

Así que, ¿dónde nos deja todo esto? La comisión de investigación no solo apunta a aclarar la legalidad de los contratos otorgados, sino que también pone en duda la propia naturaleza del liderazgo político en su conjunto. Con tanto en juego, la ciudadanía tiene derecho a preguntarse: ¿qué hay detrás de todas estas decisiones? ¿Podrá la política realmente superar sus propios miedos y transformarse en un sistema más transparente?

Al final del día, nos encontramos todos en la misma barca, remando hacia un futuro incierto. La respuesta a esta crisis no la tendrán solo las altas esferas políticas, sino cada uno de nosotros como ciudadanos. Las acciones y decisiones de hoy afectarán no solo el presente, sino también el futuro de nuestra democracia.

Si algo hemos aprendido en este camino lleno de intrigas, es que la política es un espectáculo del que no podemos apartar la vista. Así que, mantengamos los ojos abiertos y las preguntas listas. ¿Quién sabe lo que el futuro nos depara? La única certeza en este viaje político es que siempre hay más por descubrir.