La historia reciente de España ha estado marcada por una creciente polarización en el debate político. El 20 de octubre de 2023, Madrid se convirtió en el escenario de una movilización que reunió a diversas entidades, muchas de ellas con raíces y conexiones políticas muy claras. En este artículo, exploraremos el contexto de esta manifestación, los actores involucrados y qué significa esta situación para el futuro político del país.

¿Qué está sucediendo en Madrid?

Este fin de semana, en la Plaza de Castilla, dirigentes del PP y Vox, junto con miles de ciudadanos, se manifestaron en contra de lo que denominan “medios sincronizados”, la corrupción y las políticas relacionadas con el cupo catalán. Sin embargo, lo que más llamó la atención es que la convocatoria no fue organizada por partidos políticos, sino por una Plataforma por la España Constitucional, un coletazo de diversas asociaciones y foros que han surgido como respuesta a la situación política actual.

La extraña vida de las iniciativas «cívicas»

¿Qué es exactamente una iniciativa «cívica»? Muchas veces, se nos presenta como un movimiento que se aleja de la política partidista, pero al mirar más de cerca, parece más un acrónimo para “mantenemos las manos limpias mientras lanzamos piedras”. Entre los líderes que tomaron la palabra ese día se encontraba Alejo Vidal-Quadras, fundador de Vox, lo que hace que la línea entre «civismo» y «partidismo» se sienta un poco borrosa, ¿no creen?

Por ejemplo, las palabras de Marcos de Quinto, exdirigente de Ciudadanos, resonaron con una fuerte carga emotiva, pero al mismo tiempo, el eco de su conexión con las estructuras del PP y Vox no pasó desapercibido. Su capacidad para conectar con el público refleja cómo estos movimientos, aunque disfrazados de “sociedad civil”, están profundamente enraizados en el tejido político del país.

Un vistazo a los convocantes

La Plataforma por la España Constitucional no es un mero grupo de ciudadanos organizados; es una amalgama de comunidades y asociaciones que, aunque se presentan como apolíticas, tienen un trasfondo ideológico bastante claro. Al frente de esta plataforma estaba el Foro Libertad y Alternativa (L&A), que cuenta en sus filas con personalidades que no son ajenas al juego político.

La Unión 78, impulsada por la fundadora de UPyD, Rosa Díez, es otro jugador notable en esta serie de movimientos. Estas entidades se han presentado como defensoras del “civismo”, pero a menudo, sus mensajes coinciden casi perfectamente con la retórica “antisanchista” que ha proliferado en ciertos sectores de la derecha.

Las caras conocidas

Entre los asistentes, se encontraban figuras del panorama político español, como la vicesecretaria de Organización del PP, Carmen Fúnez, y la portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Senado, Alicia García. Detrás de cada rostro hay una historia, un contexto. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué hace a una persona dedicarse a la política? En este caso, muchos de ellos parecen responder a un imperativo de “defender la unidad de España”, lo que implica un claro posicionamiento contra el independentismo.

Asociaciones en la sombra

Sin embargo, no todo es blanco y negro en este territorio de grises. Hazte Oír, una de las asociaciones más polémicas detrás de la marcha, ha estado en el centro de numerosos debates por su postura contraria a las leyes que protegen a la comunidad LGTBI y su firme oposición al aborto. A menudo, en debates familiares o de amigos, me he encontrado con personas que claman por “más voz para los conservadores” mientras critican los discursos alternativos. Es un dilema común: ¿deberíamos dar espacio a todas las voces, incluso a aquellas que atentan contra los derechos de otros?

La presencia de Resiste España, que llamó a “correr” por la unidad (porque, claro, ¿qué mejor manera de promover la unidad que con un maratón militar?), añade un matiz curioso a la manifestación. ¿Estamos realmente progresando como sociedad cuando promovemos la “limpieza” de lo que consideramos propaganda “golpista”, o estamos, en cambio, abriendo la puerta a una censura disfrazada?

La batalla cultural

A medida que exploramos más este fenómeno, nos encontramos con el concepto de “batalla cultural” que algunos convocantes mencionan. Esta noción evoca la idea de una lucha no solo por el poder político, sino por las creencias y valores que se establecen dentro de una sociedad. Es interesante pensar en cómo este término ha evolucionado a lo largo de los años. En mi experiencia personal, lo he visto surgir en conversaciones sobre políticas de educación, derechos de género y muchos otros frentes.

La batalla cultural a menudo se presenta como una especie de conjunto de juegos de poder. Pero, ¿realmente se libra en el ámbito político o también en el ámbito social y cultural? En mi opinión, el campo de batalla puede ser tan amplio como las redes sociales y las conversaciones cotidianas que tenemos con las personas que nos rodean. La influencia que los discursos de estos movimientos pueden tener sobre nuestras interacciones diarias podría ser mucho más significativa de lo que se reconoce.

La intención de desviar el foco

Probablemente te estés preguntando, ¿por qué ahora? Hay varios factores en juego. La situación política en España ha estado marcada por la inestabilidad, debates sobre la amnistía y crisis institucionales, y estas manifestaciones parecen una táctica para desviar el foco de cuestiones más complejas. Mientras tanto, el liderazgo del PSOE se esfuerza por mantener la cohesión dentro de su grupo a pesar de las crecientes divisiones internas.

La pregunta que me surge es: ¿es la movilización una respuesta genuina a las preocupaciones de la sociedad o más bien un reflejo de un éxodo de presión hacia la esfera política? Los periodistas y comentaristas parecen estar divididos en este punto, mostrando cómo, en ocasiones, el eco de la opinión pública puede ser una sombra de lo que realmente está pasando.

La influencia de los medios

Los medios de comunicación también juegan un papel crucial en esta dinámica. Por un lado, intentan presentar ambos lados de la historia, pero, por otro lado, a menudo se convierten en un caldo de cultivo para la polarización. Realmente, ¿quién no ha encontrado al menos una vez que se siente desinformado tras leer diversos artículos sobre el mismo tema?

Es aquí donde entra en juego el concepto de “medios sincronizados”. Muchos de los manifestantes claman que los medios están alineados con una agenda política específica, algo que resuena con las preocupaciones de una sociedad cada vez más desilusionada. Lo irónico, sin embargo, es que esta desconfianza a menudo es alimentada por fuentes alternas que proponen visiones igualmente parciales del panorama nacional.

Las consecuencias de la polarización

La polarización como fenómeno no es solo un problema en España; se ha manifestado globalmente. En tiempos recientes, hemos visto cómo movimientos similares se desatan en diferentes partes del mundo, desde Estados Unidos hasta Brasil. En cierto sentido, las redes sociales han proporcionado una plataforma para que estas voces resuenen, pero también han contribuido a un ecosistema donde el intercambio de ideas se ha vuelto más difícil.

¿Qué significa esto para el futuro de nuestra sociedad? Aparentemente, nos enfrentamos a una era donde las soluciones a problemas complejos parecen escasas. La polarización no solo divide a los partidos políticos, sino también a las familias, amigos y comunidades enteras. ¿Debemos entregarnos al desánimo? Tal vez no. Tal vez debamos fomentar espacios para la conversación y el entendimiento, incluso cuando es incómodo.

Reflexiones finales

A medida que reflexionamos sobre la manifestación del 20 de octubre y la realidad política en España, es fundamental considerar el papel que todos nosotros jugamos, como ciudadanos y como parte de una comunidad más amplia. La esencia de cualquier democracia radica en el intercambio de ideas y la búsqueda de soluciones. Pero en lugar de ello, ¿estamos construyendo muros en lugar de puentes?

En última instancia, el camino hacia adelante no es fácil, pero es crucial que busquemos formas auténticas de conectarnos, comprender y dialogar. Después de todo, cada uno de nosotros tiene una voz que puede hacer eco en la sala de la discusión pública. Así que, la próxima vez que encuentres la oportunidad de levantar la voz, ya sea en una manifestación o en una conversación en la mesa del comedor, pregúntate: ¿estoy aquí para construir o para dividir?


Esperemos que, al final del día, tanto desde las plazas como desde nuestras salas de estar, podamos encontrar la manera de vivir juntos, aunque nuestras opiniones puedan a veces divergir. Después de todo, al mirar hacia el futuro, lo que nos une es mucho más fuerte que lo que nos separa. ¡Salud por eso!