¿Alguna vez has tenido una conversación con alguien que parece estar atrapado en una burbuja, que se queja del mundo exterior sin darse cuenta de que, quizás, ese mundo es el resultado de sus propias acciones? Bueno, eso es exactamente lo que me viene a la mente cuando leo sobre la reciente presentación de cuentas de Cartonajes Santorromán. Hablamos de una empresa que se ha quejado del “gobierno social-comunista” y de la “legislación laboral absurda”, mientras celebra récords de facturación y beneficios. Es como un cómico trágico en una obra de teatro: la risa suele venir de la incongruencia entre lo que dicen y lo que hacen. Así que, a medida que profundizamos en este tema, me pregunto: ¿crisis de productividad o crisis de empatía empresarial?

Un vistazo al informe del Cartonajes Santorromán

Como cada enero, las cuentas de Cartonajes Santorromán llegaron a nuestras manos con un aire de esperanza (o desesperación, dependiendo de cómo lo veas). En un tono que poco tiene que envidiarle a una obra de teatro de Bertolt Brecht, el informe se empecina en proporcionar un discurso lleno de quejas y lamentos sobre los abusos de las leyes laborales y la presunta falta de ética de los trabajadores. ¿Te imaginas a un empresario que se siente asediado por la vagancia de sus empleados mientras disfruta de un récord de ganancias y se acoge a amnistías fiscales? No es solo irónico, es casi un acto de magia.

La verdad incómoda sobre la productividad

Más allá de las quejas, la realidad es que España se encuentra en un aprieto cuando se trata de productividad. Los números son claros: un aumento del 0,7% en la productividad del empleo por hora trabajada entre 2000 y 2022, frente a una caída del 1,2% en la productividad del capital. Lo que esto sugiere es que estamos atrapados en un ciclo donde las horas trabajadas no se traducen en resultados. Esto genera un sistema que penaliza al trabajador con largas jornadas y escasas recompensas.

¡Ah! La glorificación de las horas extras. Es casi como si las empresas pensaran que, si alguien se queda hasta tarde, eso significa que están trabajando más duro. Me recuerda a mi amigo Javier, que siempre se queda en la oficina hasta tarde. Aparentemente, cree que el jefe lo verá como un “trabajador ejemplar” por lo que pone en su mesa, pero en realidad, solo está evitando las colas de tráfico. Quiero decir, ¿quién puede trabajar bien con el estómago revuelto de haber comido un bocadillo a las 10 p.m.?

Una cultura empresarial obsoleta

Parece que la resistencia al cambio está más viva que nunca. Muchos directivos siguen viendo la cultura empresarial tan rígida como una camisa de fuerza. En lugar de invertir en formación, innovación o incluso en mejorar el ambiente laboral, se centran en quejarse. ¿Por qué? Tal vez porque es más fácil que mirar en el espejo y darse cuenta de que la organización también tiene parte en el problema.

La productividad no se mide solo en horas. Implica motivación, adaptación a los tiempos, y sí, un poco de cariño hacia los trabajadores. La mayoría de ellos ya se enfrenta a un mundo laboral que parece más bien una película de terror, lleno de precariedad y falta de oportunidades. ¿Cómo podemos esperar que estos jóvenes se sientan motivados cuando ni siquiera tienen la garantía de un salario digno al final del mes?

La errónea percepción del empleado en España

Aquí es donde entran en juego los mitos sobre la juventud laboral española. Muchos empresarios creen que los jóvenes son la encarnación de la vagancia. ¿Acaso no han oído hablar de la crisis de la jubilación? Por supuesto, mientras ellos se quejan, hay quienes están tratando de hacer malabares para sobrevivir, a menudo con trabajos precarios y salarios que no cubren ni las necesidades más básicas. Me pregunto, ¿acaso los jóvenes de hoy no son más que versiones mejoradas de los jóvenes de ayer, adaptándose a un mercado laboral que cambia tan rápido como las tendencias de TikTok?

Alternativas a la cultura empresarial

Lo que realmente necesitamos es una transformación. Las empresas que se adapten a la nueva realidad, aquellas que se enfoquen en el bienestar de sus empleados, serán las que triunfen. La verdadera innovación no solo proviene de la tecnología, sino del diálogo abierto y honesto dentro de las organizaciones. Es importante dar voz a los empleados, preguntarles qué necesitan y, más importante, escucharlos. Reconocer que el bienestar emocional es tan esencial como utilizar la última tecnología es clave.

Además, emplear métodos de trabajo más flexibles y no fijarse exclusivamente en las horas trabajadas fomentará la creatividad y, a la larga, la productividad. Y, si necesitas un ejemplo, basta con mirar a las empresas que han adoptado el teletrabajo. ¿Qué sorpresa, verdad? La productividad ha aumentado en muchas de ellas.

Una autoevaluación necesaria

Desde luego, no estoy aquí para pintar un cuadro completamente sombrío. Existen empresas en España que están rompiendo el molde. No son muchas, es cierto, pero las hay. ¿Por qué no seguir su ejemplo? La autocrítica es fundamental. Quizás, si más empresas hicieran una pausa y reflexionaran sobre su cultura, podrían darse cuenta de que lo absurdo no son las leyes laborales, sino la manera en que han estado funcionando.

Claro, eso implica mirar hacia adentro y confrontar los propios miedos y limitaciones. Y sé que puede ser un camino difícil, pero ¿quién dijo que el crecimiento personal o empresarial es un camino fácil? Es como tratar de seguir una dieta en una fiesta de cumpleaños. Lo más probable es que al final termines con un pedazo de pastel en la mano y un sentimiento de culpa en el corazón.

Cambios en marcha

Tampoco olvidemos que las leyes no están fuera de nuestro control. En este contexto, España ha estado avanzando hacia una cultura laboral más justa. Las legislaciones sobre derechos laborales están evolucionando, y las quejas de algunos empresarios pueden ser un indicio de que van en la dirección correcta.

Al final del día, los derechos laborales son esos “derechos absurdos” que, como les gusta a algunos llamarles, son los que garantizan que trabajemos en condiciones dignas.

Conclusión: un llamado a la acción

A medida que reflexionamos sobre el estado de nuestra cultura empresarial, es imperativo reconocer que el cambio es posible. Si bien el camino puede ser empinado y llenos de obstáculos, cada paso cuenta. Se necesita valentía para replantear nuestro enfoque, para dejar de lado el paternalismo y crear un entorno donde todos los trabajadores se sientan valorados.

Entonces, la próxima vez que veas un informe de cuentas de una empresa que se queja del estado del mundo mientras arroja cifras de récord, pregúntate: ¿quién necesita realmente un cambio, ellos o el sistema en el que operan? La respuesta puede que sea más clara de lo que parece.