¿Sabías que España y Francia, en el siglo XIX, realizaron una expedición que terminó con la conquista de varios territorios en lo que hoy es Vietnam? ¡Sí, así como lo oyes! La historia muchas veces olvida los capítulos menos gloriosos, pero hoy vamos a desenterrar uno que a muchos les pasará desapercibido. En este recorrido por el pasado, exploraremos las razones, las anécdotas y los personajes que hicieron parte de esta aventura en el país del dragón. ¿Listos para acompañarme en este viaje? Prepara el té y acomódate, que esto va para largo.

Un poco de contexto: ¿qué estaba pasando en el mundo?

El siglo XIX fue un hervidero de acontecimientos que cambiaron el rumbo de las naciones. Era la época de las colonizaciones, el imperialismo y, por supuesto, las guerras. Mientras en Europa se intercambiaban alianzas, en Asia ocurrían episodios muy distintos. Viet Nam, en esa época conocido como Annam, era un juego de influencias y conquistas.

La historia realmente se desata después de que el emperador Tu Duc, un personaje tan enigmático que incluso su nombre suena a historia épica, mandara a ejecutar a más de 10,000 cristianos y extranjeros en un acto de represión. Este evento, aunque apartado en el tiempo, sirvió de catalizador para que los países europeos decidieran intervenir.

Imagina a un grupo de líderes religiosos, sudando la gota gorda en un clima exótico, haciendo lo que aman: predicar. Y de repente, ¡pum! La situación se torna mortal. ¿De verdad estas injusticias eran parte de su día a día? The priests must have thought, “Esto no es exactamente lo que teníamos en mente cuando vinimos a convertir almas”.

La decisión española y el papel de Napoleón III

Y entonces, llega Napoleón III. Tras el asesinato del misionero español, su propuesta para una expedición de castigo fue como un grito en el desierto. ¡España tenía que actuar! El presidente del Consejo de Ministros de España, Leopoldo O’Donnell, decidió involucrar a su país en este enredo. En vez de disfrutar de siestas en las colinas cántabras, los soldados españoles se dispusieron a empacar sus cosas y embarcarse hacia un destino con sabor a curry y arroz.

Es curioso cómo muchas veces las decisiones que parecen disparatadas terminan cambiando el rumbo de la historia. ¿Cuántas veces hemos tomado decisiones por venganza más que por sentido común? Estoy seguro de que muchos de nosotros, en momentos de enojo, hemos querido «dar una lección» a alguien. La historia nos enseña que, muchas veces, esas lecciones nos salen más caras de lo que imaginamos.

La llegada de los conquistadores

El 31 de agosto de 1858, más de 2,500 soldados, en su mayoría franceses y una pequeña compañía de españoles, desembarcaron en la bahía de Turana. Aquella moqueta verde y vibrante pronto se vería ensangrentada. La operación fue un éxito comparativo en términos franceses, y los españoles se encontraban a la vanguardia. ¡Menuda hazaña! Imagina el orgullo desbordante de aquellos soldados cuando sus superiores les decían que eran la primera línea del futuro.

Entender la batalla desde un punto de vista emocional es como comprender a un equipo de fútbol después de ganar una copa mundial. Todos vibran con la victoria, incluso si nadie recuerda el nombre del 11 inicial un año después. Tristemente, muchos de esos soldados de la Península quedaron inmortalizados en el olvido.

¿Un botín sobre un polvo de recuerdos?

Después de varias ofensivas, los conquistadores se hicieron con un impresionante botín: navíos, artillería, y una abundancia de arroz. Como historiador aficionado, no puedo resistirme a imaginar las escenas: un grupo de soldados con pálido rostro, sentados a la sombra de un árbol mientras buscan en su botín… ¿y qué tal un simple plato de arroz?

Sin embargo, ¿realmente se puede hablar de gloria cuando el espíritu de la época habla de un ambicioso imperialismo? Me recuerda a esas celebraciones de cumpleaños donde la gente vuelve a casa con más resaca que alegría.

Las dificultades y desafíos en el terreno

Duraron bastante tiempo en el terreno y comprobaron que la vida militar no es una fiesta de luces y colores. En marzo de 1860, cuando todo parecía ir viento en popa, los altos mandos franceses decidieron retirarse, como quien se levanta de un bar a las tantas de la mañana sin pagar la cuenta. ¿Y los españoles? Regresaron a Manila, dejando a sus camaradas con mal sabor en la boca.

Los valientes soldados que quedaron a defender Saigón lo hicieron con todo lo que tenían, enfrentándose a las ofensivas del general Nguyen Tri Phuong y su ejército, que, al igual que quien se aferra a un chicle, no tenía intención de rendirse. Esa defensa fue un verdadero testimonio del espíritu combativo de aquellos hombres que, aunque tan lejos de casa, lucharon con el fervor de quien defiende su hogar.

La victoria… ¿con sabor a olvido?

Eventualmente, en 1862, tras años de enfrentamientos, se firmó un tratado de paz entre Francia y Annam. La historia decide lo que se recuerda y lo que se olvida. España, a pesar de su participación, se llevó porciones mínimas del territorio, mientras que el triunfo se quedó en manos de Francia.

¿Un parque en Saigón? ¿A quién se le podría ocurrir que un trozo de terreno olvidado podría haber sido un día parte del imperio español? Sin embargo, este parque se convierte hoy en una zona turística, donde se pueden ver a los viajeros dar paseos sin saber que más de un siglo atrás, sus antepasados se pelearon en esos suelos.

Un eco del pasado: el cementerio franco-español

En las cercanías de Danang, existe un pequeño cementerio que
alberga las tumbas de soldados de ambos bandos. Un eco del pasado que lentamente se ve engullido por el desarrollo urbano. Las tumbas de los 32 militares españoles que allí yacen son una mezcla de polvo y memoria olvidada, un recordatorio melancólico de una guerra que apenas queda afuera de los libros de historia.

Ah, pero ¿quién se atrevería a recordarles la importancia que tuvieron en dicho conflicto? Situaciones como esta siempre traen al presente preguntas difíciles: ¿qué hacemos con las memorias de un pasado complejo y, a veces, oscuras?

Conclusiones

La historia de la conquista hispano-francesa de Vietnam es casi como un cuadro pintado con brochazos de pasión y olvido. La empresa puede haber sido vista como una «gloriosa» intersección en el camino hacia el imperialismo, pero en la vida real trajo consigo mucho más que simplemente victorias y conquistas.

Así que ahí lo tienes. La historia completa de un capítulo olvidado. ¿Quién hubiera imaginado que un misionero, un emperador y un grupo de soldados desalmados se entrelazarían en las páginas de un libro que muchos han olvidado? La historia sirve como espejo de nuestras propias acciones y decisiones en la vida.

Un regreso a la introspección, una invitación a la reflexión. A veces, es mejor tirar los recuerdos al viento, pero otra veces, es crucial mantener vivos estos ecos del pasado. ¿Te atreverías a recordar lo que otros prefieren olvidar? Quizás la verdadera victoria se encuentra en la memoria y el respeto, no en la conquista y el botín.