En un mundo donde las catástrofes naturales parecen volver a poner a prueba nuestras estructuras de seguridad cada día, surge una inquietante pregunta: ¿cómo es posible que, ante la evidente amenaza que representan las inundaciones, aún existan infraestructuras críticas sin los sistemas de alerta necesarios? Esta cuestión ha cobrado especial relevancia en España recientemente, con la falta de instalación de sirenas en la presa de Forata, que ha suscitado la indignación de la Generalitat y de numerosos ciudadanos preocupados por su seguridad.
La falta de sirenas y su implicación en la seguridad de las comunidades
El 29 de octubre pasado, una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) arrasó gran parte de la Comunitat Valenciana. Durante este evento, las autoridades se vieron obligadas a reconocer una serie de fallos en el sistema de alerta frente a inundaciones, destacando la ausencia de sirenas de emergencia en la presa de Forata, algo que debería haber sido obligatorio hace más de una década. ¿Qué significa esto en términos reales?
Imagina por un momento que vives en uno de los municipios cercanos, como Yátova o Macastre. Una mañana, decides salir a comprar pan. De repente, el cielo se oscurece, las lluvias torrenciales comienzan a caer y el nivel del agua empieza a subir rápidamente. Si no hay un aviso claro y palpable de que la presa puede romperse, ¿qué harías? Es una sensación aterradora que podría haberse evitado con simples medidas de seguridad.
La Generalitat ha señalado que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) y el Ministerio para la Transición Ecológica han actuado de manera irresponsable al no instalar estos dispositivos. Pero, más allá de los estrictos términos administrativos y legales, estamos hablando de vidas humanas, de familias en riesgo, de comunidades enteras que podrían verse devastadas por una inundación.
Una falta de acción que retumba en los pasillos de la administración
La Generalitat, visiblemente molesta, ha exigido una auditoría inmediata e independiente para esclarecer cómo se han gestionado los recursos destinados a la seguridad pública. Una medida que, a primera vista, podría parecer una respuesta exagerada. Pero hagamos un repaso por un momento. Cuando uno ve cómo se distribuyen y utilizan los fondos públicos, es difícil no cuestionarse si ese euro que se destinó a un almuerzo en la oficina podría haber servido para la compra de una sirena de alerta.
La falta de una gestión eficaz no es solo un tema administrativo; es una cuestión de confianza. Cuando una administración no puede garantizar nuestra seguridad ante un fenómeno natural, inevitablemente surge el descontento entre los ciudadanos. Hay varias anécdotas que podría contar sobre esto, incluyendo la vez en que un amigo mío, pescador aficionado, creyó que podía desafiar la tormenta. El resultado fue una salvaje aventura en su pequeño bote, que podría haberse convertido en una tragedia. A veces, los peligros son más evidentes de lo que pensamos.
El dilema de por qué no se activó el Escenario 3
La exigencia de explicaciones detalladas por parte de la Generalitat sobre por qué no se activó el Escenario 3 es justificada. Esa falta de acción – parece que se tomó la decisión de no activar el sistema de emergencia tal vez por tratar de ocultar la verdadera situación. En este punto, sería interesante considerar: ¿es el miedo a una crisis lo que nos lleva a esconder la cabeza en la arena? Como dijo alguna vez un bromista cuyo nombre no recordaré: “Algunos prefieren pensar que el sol brillará por siempre, pero la tormenta llegará”.
La pregunta también se plantea sobre las condiciones que lo justificaban: si las circunstancias eran alarmantes, ¿qué otras variables pueden haber influido en esa decisión? Es importante destacar que esta acción podría haber “salvado vidas”, y es un argumento que pesa muchísimo en la balanza de la responsabilidad pública.
Legislación ineficaz y falta de recursos
Un tema recurrente que emerge ante esta situación es la ineficacia de las leyes y normativas existentes. La Generalitat señala que la CHJ no solo carece de sirenas, sino que no ha mostrado la debida diligencia en convocar al Comité Permanente de Seguridad. Aquí viene la pregunta: ¿Es realmente necesario un comité si, a la hora de la verdad, no se toman las decisiones correctas?
Quizás una anécdota personal pueda iluminar esto. Una vez, mientras trabajaba en una organización sin fines de lucro, organizamos un evento para recolectar fondos para una enfermería local. Desafortunadamente, no solo el equipo de destino no se presentó, ¡sino que el organizador ni siquiera había notificado a nadie que había cancelado! A veces, los que tienen la responsabilidad de la seguridad son como ese organizador que no se presenta. Todo se desmorona por la falta de comunicación y compromiso.
La Generalitat no solo se limita a criticar. También ha ofrecido colaboración para cubrir los costos de instalación de las sirenas. Así sí, el verdadero enfoque debería ser la prevención y no la reacción. ¿Por qué esperar a que algo terrible suceda para actuar?
La urgencia de un cambio
En este contexto, se hace imprescindible que la CHJ implemente de manera urgente un plan de acción con plazos claros para instalar los sistemas de alerta en todas sus infraestructuras. Esto es urgente, no opcional. La vida de los ciudadanos no debería depender de excusas o dilaciones.
La frase “la seguridad de los valencianos y valencianas no es negociable” encierra en sí misma un mensaje poderoso. No se trata solo de unos cuantos euros, o de estándares de cumplimiento; se trata de la dignidad de vivir con la certeza de que nuestras vidas son valoradas y protegidas.
Conclusión: La necesidad de un sistema robusto de alerta
La inacción en situaciones de emergencia, como la observada en la presa de Forata, plantea interrogantes inquietantes acerca de nuestra preparación frente a desastres naturales. No se trata solo de responsabilidad institucional; es un compromiso moral hacia cada ciudadano que merece un entorno seguro.
Reflexionando un poco sobre lo anterior, parece evidente que la falta de sirenas en esta infraestructura crítica no es solo una omisión técnica, sino que se traduce en potencial de pérdidas humanas. ¿Estamos dispuestos a esperar a que ocurra lo inimaginable antes de actuar en consecuencia?
El camino hacia una infraestructura de seguridad robusta y eficaz exige acción, transparencia y, sobre todo, un compromiso real de todas las partes involucradas. Porque al final, todos queremos vivir sin temor a la llegada de una tormenta que pueda arrasar con nuestras vidas y sueños. La historia nos ha enseñado que las lecciones sobre la seguridad requieren no solo ser escuchadas, sino también implementadas con urgencia.