La cultura laboral de muchas empresas españolas se enfrenta a un dilema que parece sacado de una novela distópica: el presencialismo. Este fenómeno, que nos recuerda a las modas de antaño, ha creado un ambiente de trabajo donde los empleados se ven obligados a permanecer en sus puestos por temor a las represalias, aun cuando sus objetivos y productividad podrían ser igual de efectivos trabajando de forma remota o en un horario flexible. ¿Te suena familiar? A mí me recuerda a aquellos días en los que nos forzaban a llevar corbata y chaqueta en pleno verano. ¡La que se podía pasar por la cabina de un submarino!
El tema ha cobrado especial relevancia en los últimos años, sobre todo con la llegada de la pandemia que forzó a muchas empresas a adoptar el teletrabajo. Y ahora, con la reciente posición de los tribunales españoles, el debate sobre el despido por no cumplir objetivos se abre contundentemente