La paella. Esa palabra que podría hacer que te olvides de la dieta por un momento, porque, seamos sinceros: ¿quién puede resistirse a un buen plato de arroz, sabores intensos y ingredientes frescos? Recientemente, el 63º Concurs Internacional de Paella Valenciana de Sueca tuvo lugar, y como amante de la paella (y con un estómago siempre listo para nuevas aventuras gastronómicas), no pude evitar emocionarme por las noticias: el restaurante Miguel y Juani se llevó el primer premio, y con él, el título de ser el autor de la mejor paella del mundo. ¡Impresionante, ¿verdad?!
Un torneo mundial de paellas: más que una simple competencia
Este certamen, que se celebra en Sueca, Valencia, no es solo un concurso local. Cada año, se convierte en un punto de encuentro internacional, donde profesionales de 12 países de cuatro continentes se unen con un mismo objetivo: demostrar que son los mejores en la magia de la paella. Imagina el espectáculo: chefs de diferentes lugares, todos armados con sus herramientas culinarias y llenos de creatividad. ¿Y todo esto para qué? Para pelear por el prestigioso título en un evento que podríamos calificar de más que un simple “torneo gastronómico”. Es una auténtica celebración cultural.
Una anécdota personal: Recuerdo la primera vez que intenté hacer una paella en casa. Con toda la ilusión del mundo, compré la paellera y empecé a mezclar ingredientes. Al final, acabé con algo que, digamos, se asemejaba más a un arroz desastrosamente pegajoso que a una jugosa paella. Así que, tras ese fracaso épico, me prometí que, antes de volver a intentarlo, tendría que asistir a una clase de cocina o hacer una peregrinación a Sueca.
La emoción de ser ganador
Los ganadores de este año, el chef Paco Rodríguez y su equipo, no son nuevos en este mundo. En 2014 ya habían conquistado este certamen, y imagine lo que significa para ellos repetir ese éxito. Cuando recibieron el premio de manos del alcalde de Sueca, Julián Sáez, sus palabras de felicidad y emoción resonaron en el aire. A veces, los campeones llevan una historia de lucha y persistencia detrás; no siempre se trata de una sola victoria. Pero, ¿qué fue lo que les hizo ganar esta vez? ¡Ah, el socarrat! Esa capa dorada y crujiente que todo amante de la paella desea encontrar en su plato.
La diversidad de la paella: más que arroz y mariscos
El festival no solo resalta un tipo de paella. Entre los participantes, encontramos diversas versiones que desafían la tradición. Desde el clásico arroz a banda hasta el Arròs allipebrat Ciutat de Sueca, cada receta cuenta una historia que es un reflejo de su lugar de origen. Me pregunto, ¿cuántas historias guardan cada uno de esos platos? Al degustar un plato de paella, te sumerges no solo en su sabor, sino en la cultura misma de la región.
La competencia es feroz. Este año, el segundo premio fue para el restaurante Atlantis de Santa Cruz de Tenerife, que nos recuerda que la paella no es un patrimonio exclusivo de la península ibérica, y en tercer lugar, Socarrat Restaurante de Buenos Aires. Esto también resalta un punto muy importante sobre la gastronomía: la comida se globaliza, pero siempre conserva un pedazo de su esencia local.
El jurado de la excelencia
El jurado de este año estaba compuesto por un grupo de expertos en gastronomía, incluyendo Fernando Sanchis y Óscar Parrell, y bajo la presidencia de Santos Ruiz Álvarez, un crítico gastronómico conocido. Cada uno de ellos trajo su propio conjunto de experiencias, historias y preferencias, y eso refleja la rica diversidad del arte culinario.
Hablando de jurados, a veces me pregunto: ¿qué se siente ser uno de ellos? Imaginen la responsabilidad de probar múltiples platos de paella, uno tras otro. No puedo evitar pensar en sus intestinos y cómo se sienten después de una dura jornada de degustación.
Celebrando la tradición y el futuro
Durante el evento, el alcalde Julián Sáez destacó lo importante que es este concurso para la ciudad de Sueca, que ha logrado posicionarse como un destino gastronómico de primer nivel. Esto no solo honra a los chefs y candidatos, sino que fortalece la cultura valenciana en el globalizado mundo actual. En un momento en que la cultura gastronómica está en el centro de muchas discusiones, eventos como este son oportunidades doradas para recordar la importancia de las tradiciones.
Además, se otorgó el título de Paellero de Honor a Ramón Carreres Ortells, un reconocimiento póstumo por su contribución al Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA). Estos gestos no solo celebran a los campeones, sino que también dan luz a aquellos que han forjado el camino para futuras generaciones.
Un futuro brillante para la gastronomía
El 63º Concurs Internacional de Paella Valenciana se adscribió a la marca gastroturística L’Exquisit Mediterrani, una iniciativa que busca poner en valor no solo la belleza de la paella, sino también la gama de productos locales que la hacen posible. Este año, hubo un gran interés por parte de los participantes, algo alentador cuando se piensa en la posibilidad de que algunos de ellos se conviertan en el próximo gran nombre de la gastronomía.
Y a los que anhelamos ese momento en que nuestros arroces se parezcan al de los mejores restaurantes, a esos que pueden viajar a través del paladar, creo que podemos empezar a experimentar con la variedad de arroz. En lugar de limitarnos al típico utilizar de arroz bomba, jugar con otros tipos puede resultar en sorpresas encantadoras. ¡Quién sabe! Tal vez un día, tu propia receta esté compitiendo en Sueca…
Reflexionando sobre la experiencia
Al final del día, eventos como el Concurs de Paella no solo son una vitrina para la excelencia gastronómica, sino también una lección sobre comunidad, historia y la capacidad de la comida de unir a las personas. ¿Quién no se une a una buena discusión sobre la mejor manera de preparar una paella?
Tal vez deberíamos replantear este concurso como un deleitado espectáculo. La próxima vez que lo veas, piensa en todas las historias que se entrelazan en cada bocado, en cada risa compartida alrededor de la mesa, y en cada pequeño momento de pura alegría.
Conclusión: el sabor de la tradición en cada plato
Entonces, ¿qué hemos aprendido de todo esto? Que la paella no es solo un plato, sino un símbolo que representa muchas comunidades, historias y un inmenso esfuerzo creativo. La próxima vez que te sientes a disfrutar de una, recuerda dar un pequeño agradecimiento a todos aquellos que hacen posible que ese momento sea especial, desde los agricultores hasta los chefs que la preparan con tanto amor.
Y ahora, me despido. La próxima vez, pienso planear un viaje a Sueca, no solo para disfrutar de la paella, sino para absorber la atmósfera, las vistas, el sonido de las risas y, por supuesto, para aprender todos esos secretos que hacen que una paella sea realmente excelente. ¡Nos vemos en el próximo concurso!