La historia tiende un hilo delicado entre la realidad y la ficción, uniendo las narrativas que nos forman como sociedad. En el mundo del cine, pocas historias logran capturar la complejidad del pasado de un país como Brasil, especialmente un pasado cargado de acontecimientos oscuros y dolorosos como el de la dictadura militar de los años 70. ‘Aún estoy aquí’, dirigida por el reconocido Walter Salles, no solo nos sumerge en esos eventos tumultuosos, sino que también nos recuerda la importancia de recordar y honrar a aquellos que enfrentaron la adversidad con valentía.

Un vistazo a la historia real detrás de la película

La magia del cine reside en su capacidad de contar historias que, aunque puedan provenir de eventos reales, se transforman en relatos universales. ‘Aún estoy aquí’ se basa en la vida de Rubens Paiva, un ingeniero y político que fue secuestrado por las fuerzas militares en 1971, y en el relato de su familia, particularmente el de su hijo Marcelo Rubens Paiva, quien ha compartido su experiencia a través de sus memorias. La película capta la esencia del sufrimiento familiar y la lucha por la verdad en un país que intenta lidiar con un pasado sombrío.

No sé ustedes, pero cuando escucho historias como la de la familia Paiva, no puedo evitar sentir un nudo en la garganta. ¿Cómo es posible que en la búsqueda de poder, se olviden las vidas de tantas personas? Esa es la inquietante realidad que enfrenta el cineasta en ‘Aún estoy aquí’.

La construcción de una memoria colectiva

Una de las temáticas más impactantes de la película es su forma de abordar la cuestión de los desaparecidos. ¿Qué sucede cuando el Estado se convierte en el enemigo? A través de los ojos de Eunice Paiva, interpretada magistralmente por Fernanda Torres, la película muestra no solo la desesperación de una madre, sino también su fortaleza y determinación para mantener viva la memoria de su esposo y defender a sus hijos en tiempos de opresión. La narrativa se divide en cuatro bloques, inicialmente mostrándonos momentos felices en la vida familiar —reuniones, días de playa— antes de sumergirse en la oscuridad del conflicto.

Es ahí donde la historia se torna más sombría y desgarradora. La transición del color y la luz en la cinematografía refleja la escalofriante transformación de la vida de los Paiva. A veces me pregunto: ¿es más doloroso saber que tus seres queridos están muertos o que continúan desaparecidos? Es un dilema que resuena profundamente y que, con sutileza, Salles nos invita a reflexionar.

La estructura de la narrativa

La narrativa de ‘Aún estoy aquí’ se desarrolla a través de saltos temporales que nos llevan desde la alegría de la vida cotidiana a la desesperación. Esta técnica de flashback permite integrar momentos del antes y del después, brindando un contraste poderoso entre lo que fue perfecto y lo que pronto se desmoronó. El uso de materiales caseros y grabaciones familiares aporta autenticidad al relato. Me recuerda a esas reuniones familiares donde alguien saca un álbum de fotos y, en medio de risas, las lágrimas comienzan a asomarse. Porque, admitámoslo, en el fondo todos tenemos esa tía que siempre saca a relucir las viejas historias, añadiendo una capa de nostalgia.

La representación de las mujeres en la lucha

Uno de los aspectos más conmovedores de ‘Aún estoy aquí’ es la representación de Eunice Paiva como una figura central. La fortaleza muestra cómo las mujeres a menudo llevan el peso del dolor y la resistencia en la historia. La actuación de Fernanda Torres dignifica la lucha no solo de su personaje, sino de todas las mujeres que enfrentaron la opresión en sus comunidades. A veces, me encuentro reflexionando sobre cuántas Eunices han existido en la historia; mujeres que, en medio de la tormenta, se convierten en pilares de fuerza.

Reflexiones sobre el presente a partir del pasado

Pero más allá de contar una historia del pasado, ‘Aún estoy aquí’ nos invita a reflexionar sobre el presente. Conforme avanza la narrativa, se va forjando un homenaje a las víctimas de la dictadura militar, aquellos que no sólo fueron olvidados, sino también despojados de su identidad por un régimen que instauró el miedo. La aparición de Fernanda Montenegro al final de la película, un símbolo de la resistencia en el cine brasileño, refuerza la conexión entre generaciones.

La importancia del cine como medio de memoria

El retorno de la memoria es esencial no sólo para honrar a los desaparecidos, sino también para educar a las nuevas generaciones sobre la historia y la importancia de no repetir los errores del pasado. El cine, en este sentido, se convierte en un vehículo de conciencia. Cada proyección de ‘Aún estoy aquí’ puede generar una conversación sobre la justicia, la memoria y la resistencia. ¿Cuántas veces hemos visto una película que nos hizo cuestionar nuestro propio lugar en el mundo?

El contexto actual del cine brasileño

La carrera de Walter Salles ha estado marcada por su compromiso con historias que importan. Mientras la industria cinematográfica brasileña ha recorrido un camino tumultuoso durante los últimos años, su trabajo ha sido un faro que ilumina la historia del país. En medio de un clima cinematográfico donde las voces más silenciosas son apagadas, la valentía de Salles en ‘Aún estoy aquí’ es el recordatorio de que nunca debemos dejar de escuchar esas voces.

Es extraordinario cómo el cine puede cambiar su tono de mayor a menor como una sinfonía adecuada. Salles logra esa transición y, al igual que una habitación oscura puede volverse más luminosa con la entrada del sol, la fuerza de Eunice Paiva emerge incluso en la penumbra.

Conclusión: el poder de contar historias

Al cerrar el telón de ‘Aún estoy aquí’, quedamos con un profundo sentimiento de responsabilidad. La lucha de las familias como los Paiva nos llama a recordar y honrar a los que se han ido, mientras seguimos luchando por un futuro donde la opresión no tenga cabida. ¿Y si cada uno de nosotros tomara un momento para reflexionar sobre nuestras propias historias familiares?

Así, el legado de ‘Aún estoy aquí’ no es solo una reflexión sobre el pasado, sino un llamado a la acción en el presente. Ojalá más películas como estas sigan surgiendo y nos brinden las herramientas para seguir construyendo un futuro más justo.

En la danza de la memoria y el olvido, celebramos la vida y honramos la muerte. Así lo hace el cine. Y así lo hace Walter Salles.