En un mundo donde escuchar sobre desahucios ya no nos sorprende, la reciente decisión del Congreso de España de rechazar la moratoria contra los desahucios ha causado un revuelo en la sociedad civil. Las entidades que defienden el derecho a la vivienda han reaccionado con indignación, y no es para menos. Este artículo profundiza en los detalles de esta situación crítica, el papel de varios actores políticos y sociales, y lo que podría significar para el futuro de muchas familias vulnerables en el país.
El escudo social y su caída dramática
Desde el inicio de la pandemia, se implementó una serie de medidas conocidas como el escudo social, que incluían la moratoria contra los desahucios. Esta medida fue vital para proteger a familias que, debido a la crisis sanitaria, enfrentaron su fin. Sin embargo, como un adolescente rebelde, el Congreso decidió que era hora de poner fin a este escudo, dejando a muchas familias en una situación desgarradora.
¿Qué significa esto en números? La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha señalado que, sin esta moratoria, podríamos enfrentar una oleada de desahucios similar a la que se experimentó en la década de 2010, cuando más de 250 familias eran desalojadas diariamente. Así que, cuando escuché eso, no pude evitar pensar en cómo tantas personas se ven forzadas a empezar de cero de nuevo. ¡Es como si realmente estuvieras en el juego de Monopoly y alguien te tirara el tablero mientras estás a punto de ganar!
Las críticas a los partidos políticos
La PAH y otros colectivos, como la Alianza contra la Pobreza Energética (APE) y el Observatorio DESC, han centrado sus críticas en varios partidos, especialmente en Junts, quien decidió no apoyar el paquete de decretos en el Congreso que incluía la moratoria. ¿Es esto político o simplemente una falta de empatía? Desde luego, muchos se están preguntando cómo un partido que dice defender los intereses de Cataluña puede permitir la situación de tantas familias.
Lo que resulta aún más irónico es que, según los mismos colectivos, esta medida ha evitado que cerca de 10,000 familias en Cataluña se queden sin hogar. Es difícil no hacer las cuentas: ¿acaso estas decisiones no deberían priorizar la vida de las personas?
La presión sobre el Gobierno
Las entidades han hecho un llamado urgente al Gobierno para que no dé por perdida la moratoria y que se vuelva a aprobar en el Consejo de Ministros. Aún hay esperanzas y, francamente, eso es lo único que nos queda: esperar. Además, se están organizando movilizaciones, y este jueves la PAH convocó una manifestación frente a la sede de Junts en Barcelona. Sí, eso significa que las calles se llenarán de voces pidiendo justicia, algo que Plaza Cataluña necesita ahora más que nunca.
Pero, por otro lado, a veces me pregunto, ¿a dónde se dirigen esas voces? ¿Realmente llegarán a ser escuchadas por quienes tienen poder? En un mundo donde el ruido digital puede ahogar a los gritos físicos, la efectividad de estas movilizaciones es una incógnita.
¿Qué medidas se ven afectadas con el rechazo del decreto?
Es interesante que, además de la moratoria de desahucios, otros elementos del decreto también se van al traste. Por ejemplo, la revalorización de las pensiones y las ayudas al transporte público. ¿Acaso no es casi cómico que los mismos políticos que defienden la solidaridad social estén tumando medidas que tranquilamente podrían mejorar la calidad de vida de miles? Si esto no es un caso de doble moral, entonces, sinceramente, no sé qué es.
En su comunicado, el Observatorio DESC enfatizó que el rechazo de Junts a esta moratoria deja a miles de familias en una situación de vulnerabilidad. Es tan difícil entender esta situación que tengo una pequeña anécdota. El otro día, un amigo me decía que le recuerda al momento en las películas donde el villano tiene al héroe en el suelo y decide dar un discurso en lugar de acabar con él. A veces, la ineficacia política se parece a un mal guion cinematográfico: uno del que ya hemos visto varios remakes.
Un futuro incierto
¿Qué nos espera en el futuro? Si el Gobierno no toma acción rápida, las consecuencias podrían ser catastróficas. El Observatorio DESC y la APE han solicitado específicamente que se evite que esta falta de protección se alargue. Para ello, presionan a los partidos políticos, principalmente a PP y Junts, a que no obstaculicen la convalidación de nuevas medidas sociales.
El clima es tenso, y el futuro parece dividirse en dos caminos: uno donde se reconoce el lactuoso camino de la solidaridad social y otro donde se deja a la comunidad a merced de las circunstancias económicas. La decisión está en manos de nuestros servidores públicos, a quienes debemos recordar que, en un estado democrático, son ellos quienes deben trabajar para proteger a los más vulnerables.
Reflexiones finales
Es momento de que nos sentemos a pensar en lo que realmente significa el derecho a la vivienda. En una sociedad donde el valor de lo material parece regir sobre el valor de lo humano, es nuestra responsabilidad como ciudadanos examinar nuestras prioridades. Vivir con la sensación de seguridad en nuestros hogares es un lujo que muchos no tienen, y no debería serlo.
Desde aquí, yo también lanzo una cuestión retórica: ¿realmente la política es un juego donde los números importan más que la vida de las personas? Es sencillo ser indiferente, pero lo complicado es actuar.
Así que, la próxima vez que escuches noticias sobre desahucios y moratorias, recuerda que cada número es una historia detrás de él. Y, por favor, hagamos que nuestras voces sean escuchadas, porque todos merecemos un lugar que llamar hogar. En este juego llamado vida, todos debemos tener un espacio en la mesa.
Y como dijo una vez un amigo muy sabio, «ummm… no hay casa pequeña, hay sueños grandes». Sigamos cocinando esos sueños y luchando por el derecho básico a tener una vivienda. Después de todo, una casa no es solo un lugar; es donde comienza nuestra historia.