El 5 de enero es, sin duda, una fecha mágica en el calendario español. La llegada de los Reyes Magos a nuestras ciudades marca el final de las festividades navideñas y la oportunidad de revivir la ilusión de la infancia por un día. Pero, ¿qué pasa cuando la meteorología decide jugarte una carte? Esto es lo que ocurrió en Sevilla, donde la Cabalgata de Reyes Magos, una de las celebraciones más queridas, tuvo que adelantarse por culpa de unas ominosas previsiones de tormentas que, a la postre, resultaron ser más asustadoras que efectivas.
Cuando la lluvia no tenía cita
El cambio en el calendario de esta cabalgata, al parecer motivado por un deseo de evitar inclemencias climáticas, se tomó como una medida preventiva más que justificada. ¿Quién no recordaría la cabalgata de 2018, donde los paraguas se convirtieron en los accesorios más de moda? La amenaza de agua era tan palpable que la decisión del Ateneo de Sevilla de adelantar la procesión a un día antes fue recibida con mezcla de alivio y confusión. Y es que, cuando te dicen que va a llover a cántaros, lo menos que esperas es que esa tormenta se retrase, como bien nos enseñó la madre naturaleza.
Y así fue como el 4 de enero, las calles de Sevilla se convirtieron en un maremágnum de ilusión y risas, mientras Melchor, Gaspar y Baltasar recorrían las avenidas atestadas de pequeños y no tan pequeños que no ocultaban su ansia por recibir sus regalos. Pero, ¿sería el caso que esto ya no era suficiente para los Reyes? A lo mejor, solo tal vez, Melchor quiso sumarse a la moda de modificar sus fechas, tal como hacen algunas celebridades con sus eventos.
Un paseo por la historia: la cabalgata y sus caprichos
La Cabalgata de Reyes Magos es una tradición que data de hace más de 100 años, una de las citas más esperadas en la ciudad. Recordemos que esta modalidad de fiesta no solo es común en Sevilla, sino que se repite en muchas ciudades españolas, incluso en el más recóndito de nuestros pueblos. Pero una cosa es la tradición y otra muy distinta es el cambio climático. La pregunta que quedó flotando en el aire esa tarde fue: ¿fue realmente necesario el cambio? Para aquellos que se quedaron con ganas de ver la cabalgata en su día habitual, este dilema podría haber resultado en una especie de tragedia griega.
La decisión del Ateneo no fue sencilla. En una reunión que probablemente estaba llena de tazas de café y mucho diálogo, se decidió que la seguridad y el éxito del evento eran prioridad. Como si fueran un grupo de productores de Hollywood tratando de anticipar la próxima gran catástrofe cinematográfica, se optó por mover la cabalgata un día antes. Un aplauso para la organización, pero… ¿quién nos salvaría de la desilusión del clima?
Una noche digna de recordar
Finalmente, el día llegó. A pesar del tráfico de feliz agitación por las calles de la ciudad, la cabalgata se llevó a cabo sin incidentes mayores. Las previsiones de lluvia, aunque mantenidas, fueron más parecidas a un leve roce que a una tormenta desbordante. La lluvia, que se presentó de manera intermitente, no fue suficiente para deslucir la esperada ocasión. En mi memoria, esas pequeñas gotas de agua se mezclaban con la alegría de los niños que, desafiando la inclemencia, llevaban sus gorros de papel de regalo y miradas llenas de esperanza. Quiero decir, no hay nada más hermoso que ver a un niño con los ojos brillantes al divisar a sus Reyes, incluso con un paraguas en la mano.
Recuerdo haber visto un niño pequeño en primera fila gritando: “¡Melchor, te quiero!” mientras su madre intentaba con el mismo fervor que los reyes lo lanzaran caramelos. “¡Mira tu cara, cariño! Ni la lluvia te detiene,” diría yo, mientras me reía por lo bajo sabiendo que a todos nos contagia la magia de este momento especial.
La anécdota del año 2018
Volviendo al tema de la lluvia, la cabalgata de 2018 se presenta como un caso de estudio interesante. Para aquel entonces, la estrategia de cambiar el horario fue, de hecho, una solución a medias. Cuando finalmente se desató la lluvia, solo los más afortunados (léase: los más rápidos) consiguieron comprar paraguas. Al final, los Reyes terminaron empapados, pero la emoción seguía intacta. ¿Qué sería de una cabalgata de Reyes sin algo de dramatismo?
¡Imagina a Melchor salpicando caramelos! Esas son las pequeñas cosas que se quedan grabadas en la memoria. Con eso en mente, culpo a los organizadores de la cabalgata de Sevilla de ser unos atrevidos. A veces, solo tenemos que dejar que las cosas fluyan y, aunque a veces sea literal, ¡valorar el momento!
Un emociones y reflexiones serias
Evidentemente, la cabalgata de Sevilla, más allá de ser un evento festivo, está también cargada de un peso emocional extraordinario. Es un momento de reencuentro entre generaciones, donde ciudades enteras se detienen y se reencuentran, por un instante, en un ambiente de alegría compartida.
Pero, en momentos de caos como este, ¿cuánto podemos permitir que las decisiones de unos pocos influyan en nuestra experiencia? Es ahí donde surge la tensión: entre tradición y modernidad, entre nuestras expectativas como espectadores y los caprichos de la naturaleza. En un mundo donde la incertidumbre climática se ha convertido en un compañero habitual, ¿no deberíamos replantear cómo llevamos a cabo algunas de nuestras tradiciones?
La lluvia que nunca llegó: una reflexión moderna
Al final del día, el 5 de enero también nos recuerda que, en muchos sentidos, el verdadero poder de la tradición radica en la flexibilidad y la adaptabilidad. Quizás esa es la lección más potente que podemos extraer de la cabalgata de Reyes de 2025. No, no se hizo a la antigua usanza, pero ¿no fue igual de especial?
Las palabras de un niño, la alegría de una familia, el eco de unas risas… todo eso sigue presente, llueva o no llueva. La cabalgata, aunque un poco anáfona esta vez, cumplió su papel de unir a la comunidad, emotiva y vivaz. En tiempos de incertidumbre, eso también es un triunfo.
Conclusión: el espíritu de los Reyes
Así que, mientras se agolpan las espectativas en la memoria de los niños y el entusiasmo por la llegada de los Reyes, recordemos que, más allá de los contratiempos y los cambios, la magia vive en nuestros corazones. Cada año, esta cabalgata se renueva y evoluciona. Las risas de los más pequeños, la emoción de los mayores y el simple hecho de compartir momentos juntos son, al final, lo que realmente importa.
Así que, querida Sevilla, este año ha sido distinto, pero tu espíritu sigue brillando. ¡Nos vemos de nuevo el próximo 5 de enero, con o sin paraguas! ¿Tal vez deberíamos añadir algún poncho de colores a la lista de los Reyes? 🤔
¡Feliz Día de Reyes! 🎉