A finales de 2024, mientras muchos se preparaban para despedir el año entre celebraciones y propósitos nuevos, el mundo del golf tenía razones para estar en vilo. La Ryder Cup, uno de los eventos más prestigiosos del deporte, parecía estar a punto de regresar a España después de un lapso de 27 años. Sin embargo, a medida que las hojas caían, las esperanzas han comenzado a tambalearse, y es que la situación actual del proyecto ha dejado a más de uno rascándose la cabeza en incredulidad, preguntándose: ¿Por qué, justo ahora que parece todo listo, surgen obstáculos inesperados?

Un evento que cambiaría el rumbo del golf en España

Si retrocedemos en el tiempo, recordamos que la Ryder Cup de 1997 en Valderrama fue un evento que no solo dejó una huella profunda en el mundo del golf, sino que también elevó la percepción del deporte en España. Aquella competición puso al país en el mapa deportivo de Europa, transformando el golf de un deporte de elitista y reservado a un pasatiempo local apreciado por muchos.

Ahora, con la posibilidad de que la Ryder regrese al Camiral Resort Golf & Wellness en Girona en 2031, se esperaba que la historia pudiera repetirse, pero quizás con un giro diferente: más turistas, más ingresos, y un hito que consolidaría a España como un destino golfístico de referencia. Hasta hace poco, parecía que todas las piezas estaban en su lugar, pero el cambio de gobierno catalán ha puesto en jaque el tablero de juego.

Cambio de gobierno y la burocracia que frena el sueño

En la política, como en el golf, a veces es fácil perder la dirección. Mientras Berni Álvarez, quien recientemente asumió como consejero de deportes, intenta mantener la calma y asegurarnos que todo está «sobre la mesa», muchos empiezan a preguntarse si esas palabras son más un consuelo que una realidad. ¿Cuántas veces hemos escuchado frases como «todo está bien, todo es posible» solo para ver que las cosas se complican más de lo esperado?

El consenso entre las partes involucradas en el proyecto había sido sólido: el apoyo de la Generalitat, el Consejo Superior de Deportes, y el propio Camiral Resort, junto con la presión del DP World Tour, el antiguo Circuito Europeo, que observaba con impaciencia cómo se deslizaban los plazos se soñaba con un anuncio que, hasta hace poco, se creía inminente. Pero ahora, las trabas burocráticas entre la Diputación de Girona y la administración han dado un giro que dejaría a cualquier empresario en estado de alerta, preguntándose ¿es el momento de empezar a buscar alternativas?

La presión internacional y las alternativas en la mesa

Mientras tanto, en un rincón del mundo, otros destinos se frotan las manos. La posibilidad de que la Ryder Cup se mueva a Madrid, el País Vasco o incluso, en un giro inesperado, al Reino Unido, se ha convertido en un tema candente en los círculos de golf europeos. Cada día que pasa sin un anuncio claro transforma la espera en angustia, tanto para los aficionados locales como para aquellos que ven en la Ryder una oportunidad de promocionar la Costa Brava y generar unos jugosos 1.300 millones de euros en ingresos directos.

Y aquí es donde uno se da cuenta de lo irónico de la situación: España ha estado luchando desde 2010 para ser sede de este evento, y ahora que el sueño parece más accesible que nunca, la falta de entendimiento entre administraciones amenaza con convertir ese sueño en una pesadilla. ¿Acaso el destino se está riendo de nosotros, lanzándonos una pelota que no supimos atrapar?

Un amanecer de incertidumbre

Como cualquier persona que haya jugado golf alguna vez sabe, una ronda no siempre sale como planeas. A veces, un golpe erróneo puede llevarte al agua o a un búnker, y lo que parecía una fácil alineación se transforma en un reto mayúsculo. Así se siente ahora la situación de la Ryder Cup. «Está todo abierto», dijo Álvarez en una reciente entrevista. Es casi como un eco en la mente de aquellos que anhelan el regreso de este gran evento, recordándonos que, aunque las cosas parecen despejadas, el camino hacia adelante puede ser más complicado de lo que pensamos.

La mirada de optimismo de la Real Federación Española de Golf (RFEG) contrasta con el nerviosismo palpable en el aire. La afirmación de que la Ryder Cup podría revitalizar la región es alentadora, sin embargo, la agitación en el aire deja mucho que desear. ¿Valdrá la pena todo este desenfreno burocrático?

El impacto del evento en nuestra sociedad

Independientemente de las dificultades actuales, no podemos ignorar el impacto positivo que la Ryder Cup podría tener en la Costa Brava y en la economía española. La posibilidad de crear miles de puestos de trabajo y atraer la atención global a un torneo que sería visto por 1.000 millones de personas en 170 países es, sin lugar a dudas, un argumento de gran peso.

¿Quién no se emocionaría al pensar en la llegada masiva de turistas, llenando restaurantes y hoteles, mientras disfrutamos de unas buenas tapas y un buen vino en la mejor compañía? No hay nada como ver a los visitantes admirar el patrimonio cultural y natural de la zona. Sin embargo, también es razonable preguntarse si la política local podría gestionar este crecimiento o si terminaríamos con más problemas que soluciones, como una nueva loi sur le rugby… ¿verdad?

Un futuro incierto: ¿será la Ryder Cup una realidad?

Así que aquí estamos, terminando el año con preguntas más que respuestas. Mientras observamos cómo se desarrolla la situación política en Cataluña, seguimos esperando que se firme el trato que traiga a la Ryder Cup a nuestras costas. ¿Podremos finalmente celebrar esta victoria o se convertirá en una de esas historias que se cuentan en las reuniones de amigos, entre risas y resignación?

Al final del día, nos queda recordar que el golf, y cualquier deporte, son sobre todo, una forma de disfrutar, conectar y crear recuerdos. Ya sea que veamos a los mejores jugadores del mundo compitiendo en Girona o nos sintamos afortunados de poder continuar disfrutando de los campos de golf locales, el amor por el juego permanecerá. Y aunque la incertidumbre nos abrume temporalmente, siempre podremos contar una buena anécdota sobre cómo estuvimos ahí, atrapados en una montaña rusa de decisiones.

Entonces, a medida que cerramos el capítulo de 2024, posicionamos nuestras esperanzas y deseos en un brindis, simulando un golpe en el tee de salida. ¿Quién sabe? Tal vez este 2025 se convierta en el año del regreso de la Ryder Cup a España, y podamos celebrar con un buen trago y la promesa de un futuro brillante en el golf. ¡Salud!