La literatura, ese vasto océano de palabras y emociones, a menudo se siente como un refugio donde uno puede hallar no solo historias, sino también un poco de nuestra propia identidad. Hoy, quiero hablarte de una figura notable en este mar: Irene Vallejo, quien recientemente tomó posesión como miembro correspondiente extranjero de la Academia Colombiana de la Lengua. Una noticia que, sin duda, merece ser destacada no solo por su relevancia cultural, sino también por la rica conversación que promete iniciar sobre la literatura hispanoamericana. Así que prepárate, porque este artículo se va a adentrar en un viaje apasionante por la literatura, el ensayo y el lugar que ocupa Vallejo en todo esto. ¡Vamos a zambullirnos!
Irene Vallejo: Filóloga y escritora
Primero, déjame asistirte en la presentación de Irene Vallejo. Nacida en Zaragoza y con apenas 45 años, es una apasionada del lenguaje. Si alguna vez te has preguntado qué hace que una persona se enamore de las palabras, escucha esto: Vallejo ha mencionado en varias ocasiones cómo su “corazón de filóloga late al galope”. Ahí la tienes, hablando de amor por el lenguaje en el corazón de Bogotá, en una de las instituciones más prestigiosas de habla hispana. ¿No es hermoso? Pero, seamos honestos, a veces sentimos que los filólogos son como esos alumnos en clase que se toman demasiado en serio la gramática… ¿No es cierto?
Una anécdota de bibliotecas
Permíteme compartirte una anécdota personal. Recuerdo que, de niño, pasaba horas en la biblioteca de mi pueblo, donde el polvo se acumulaba como un monumento a la pereza de no leer. Había un rincón mágico con libros que nunca se alquilaban. Era como una zona prohibida; ahí tenía mis primeros acercamientos a la literatura hispanoamericana. Imagínate a mí, un niño con gafas que leía a García Márquez y se preguntaba por qué la magia del realismo no sabía que existía una frontera entre lo posible y lo imposible. Vallejo, en su presentación, expresa algo similar: “Conocí Colombia por primera vez en la biblioteca de mis padres”. ¿No es increíble? La literatura puede transportarnos a lugares que todavía no hemos pisado.
Un homenaje a la literatura colombiana
En su discurso, Vallejo se dedicó a rendir homenaje a la rica tradición literaria de Colombia, mencionando a grandes figuras como Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis. A menudo, nuestros escritores son quienes nos enseñan sobre los matices de la vida y cómo contar nuestras propias historias. Vallejo destaca la «generosidad» de la literatura colombiana y señala cómo ha sido crucial en su proceso creativo. De hecho, se siente como si Colombia estuviera en su “torrente sanguíneo de la lengua”. ¿Alguna vez has sentido que un autor ha llegado a ser parte de ti? Así es como Vallejo se siente.
El ensayo como género literario
Una de las joyas del discurso de Vallejo fue su defensa del ensayo. Afirmó que “permanece al este del edén” y que está “dominado por la lengua inglesa”. Aquí hay un punto interesante, ¿por qué a menudo olvidamos explorar otros géneros literarios en nuestras propias lenguas? Tal vez sea porque, a veces, la literatura en español no recibe la misma atención en el ámbito mundial que la anglosajona. Pero eso está cambiando, amigos, y tipos como Vallejo son unos revolucionarios.
La escritora describe el ensayo como un “género literario terapéutico”. Quizás, aquí muchos de ustedes estén pensando: «¿Terapia? ¿Escribir de manera terapéutica? ¿Y quién va a leer mi ensayo sobre mi afición por las galletas de chocolate?» Pero hey, cada esto tiene su valor. ¡Incluso las galletas necesitan un lugar en la literatura!
La conexión entre Colombia y España
Irene Vallejo también toca un punto sensible en su ponencia: la conexión histórica entre Colombia y España. Habla de la memoria de los exiliados españoles que encontraron refugio en Colombia. Es un agradecimiento a las tierras que han albergado el intelecto y la creatividad, incluso en los momentos más oscuros de la historia. Es vital recordar que la literatura puede actuar como un puente, y Vallejo sabe que este puente ha sido construido por palabras y experiencias compartidas.
Esta relación también nos recuerda que la literatura no tiene fronteras. Cuando leemos a un autor, estamos abriendo la puerta a un mundo diferente, a una vida que a menudo no entendemos completamente. ¿Por qué será que el acto de leer es como convertirse en turistas en tierras desconocidas? Permíteme hacerte una pregunta: ¿cuándo fue la última vez que un libro te llevó a perder la noción del tiempo, al punto de que olvidaste el lugar donde estabas? Como una buena historia de amor.
La evolución de la Academia Colombiana de la Lengua
El hecho de que Irene Vallejo se haya unido a la Academia Colombiana de la Lengua no es solo un logro personal; también simboliza un cambio en la institución, que ha visto la admisión de varios nuevos miembros en los últimos años. Efectivamente, la Academia se está modernizando, un movimiento necesario para adaptarse a las necesidades de un mundo contemporáneo y diverso. Vallejo comparte este espacio con grandes nombres de la literatura, como Juan Gabriel Vásquez y Héctor Abad Faciolince. ¿Y no sería interesante estar en esas reuniones? Contando anécdotas sobre cómo el libro es un espejo de la vida y compartiendo historias llenas de pasión.
El legado de “El infinito en un junco”
Vallejo es la autora del best-seller “El infinito en un junco”, un ensayo que explora la historia de los libros a través de los siglos. ¿No es fascinante que un libro pueda atravesar generaciones y, en el proceso, conectar a personas diferentes? La obra ha trascendido la lengua y se ha traducido a más de 30 idiomas, lo que la convierte en un tesoro literario realmente universal. Es como si Vallejo hubiera encontrado el hilo conductor que nos une, uniendo culturas a través del amor por la lectura.
En su discurso, el director de la Academia, Eduardo Durán Gómez, alabó a Vallejo por su rigor y estilo. Este tipo de reconocimiento es como oro en el mundo literario. ¿Pero quién pensaría que un libro sobre tinta y papel podría convertirse en el más importante de nuestro tiempo? Solo vale la pena reflexionar: en este mundo vertiginoso, a veces se subestima el poder de lo sencillo.
Conclusiones filosóficas
A medida que Irene Vallejo toma su lugar en la Academia, se nos invita a pensar sobre el rol de la literatura en nuestras vidas. Quizás estemos un poco conscientes de que el lenguaje es un arma de poder. Cuando Vallejo insiste en que el ensayo necesita ser diverso y explorado en distintos idiomas, nos abre a la idea de que cada voz cuenta. La literatura no es solo un espejo de la sociedad, sino también un espacio donde podemos repensar nuestras identidades y vínculos.
Desde mi perspectiva, vale la pena considerar cómo cada autor, como Vallejo, está reescribiendo el relato de la literatura hispanoamericana. Esta conversación tiene que ver con el legado, con los puentes que construimos y, sobre todo, con el valor de nuestras palabras, tanto las habladas como las escritas. ¿Y quién sabe? Tal vez sea momento para que todos nos animemos a escribir ese ensayo sobre las galletas de chocolate después de todo.
Finalmente, si el amor por la literatura y la conexión entre culturas te ha resonado hoy, no dudes en compartirlo con tus amigos. Quizás ellos también quieran unirse a la renovación literaria que, gracias a personas como Irene Vallejo, está tomando forma en el mundo hispano. ¡Hasta la próxima!