El pasado reciente nos trajo una noticia que, sin duda, ha dejado una profunda huella en el corazón de muchos: Pepita Alía, una figura emblemática de la artesanía española, ha fallecido. Su nombre resonaba no solo en los rincones de Lagartera, su tierra natal, sino también en los eventos más sofisticados del ámbito artístico internacional. Su legado, invaluabe, perdurará en el tiempo. Así que, ¿qué nos enseñó Pepita sobre el arte, la cultura y la vida misma?

El arte de bordar una historia

Pepita Alía no solo fue una bordadora talentosa, sino una verdadera embajadora cultural de su región. Sus bordados, caracterizados por su riqueza y detalle, sirvieron como un puente entre la tradición y la modernidad. No sé ustedes, pero siempre me han fascinado esas historias que se tejen a mano: cada puntada, cada hilo, y cómo en cada uno de ellos yace un pedazo del alma de quien lo crea. Pepita no solo bordaba; contaba historias a través de cada puntada.

Ahora bien, reflexionemos: ¿no es curioso cómo el arte puede hablarnos de las personas? Mi abuela también bordaba, y aunque algunas de sus creaciones terminaron como manteles en la mesa del comedor, cada uno de ellos albergaba recuerdos. La abuela se pasaba horas, a veces con un humor algo irritable cuando un hilo se enredaba, pero siempre volvía a sonreír al mostrar su obra. A gusto, decía: “La perfección está en las imperfecciones”. Pepita sería de las que le darían un aplauso.

Reconocimiento y homenajes: un legado merecido

El impacto de Pepita fue reconocido en numerosas ocasiones. Desde el Premio Nacional de Artesanía de la Casa Real de Holanda en 1961 hasta el Premio Fedeto a la Empresaria del Año en 2019. Pero, más allá de las distinciones, ¿no es el amor y el respeto de las personas lo que realmente cuenta? La delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, expresó su tristeza y admiración en redes sociales, reflejando el sentir de muchos.

Su legado no solo resuena en la memoria de quienes la conocieron, sino en la conservación de técnicas artesanales que llevó a cabo su hijo, Tomás Alía, arquitecto y diseñador de interiores. Si Tomás es un poco como su madre, debe de tener un estilo impecable en su vida personal también. Un artista siempre deja su impronta, y estoy seguro de que a menudo se encuentra rememorando las enseñanzas de su madre.

El vínculo familiar: tradiciones que perduran

Es interesante observar cómo las pasiones pueden transmitirse de generación en generación. Tal como Tomás honra y promueve la tradición de los bordados de Lagartera, hay algo emocional en crecer rodeado de arte y cultura. Si llegaste hasta aquí, seguramente te has encontrado en la misma situación, donde la influencia de nuestros mayores nos guía y nos empuja a ser la mejor versión de nosotros mismos.

La conexión de Pepita con su hijo, un reconocido arquitecto y diseñador, añade otra capa al mosaico familiar. Tomás, además de sus logros, se dedica a la defensa de la cerámica de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo, lo que refuerza el compromiso de la familia hacia el arte y la cultura. ¿Te imaginas las veladas familiares, conversando sobre creatividad y proporciones? Su hogar debió ser como una galería de museo, donde cada rincón contaba una historia.

Mujeres de fortaleza: desafiando estereotipos

La vida de Pepita Alía es un ejemplo claro del poder transformador que puede tener una mujer en su comunidad. En una sociedad donde las voces femeninas a menudo no son escuchadas, Pepita se erigió como una figura influyente en el ámbito de la artesanía. A través de sus logros, ha demostrado que el papel de la mujer en el arte es fundamental.

Consideremos un momento: ¿qué pasaría si todas las mujeres que poseen talentos y habilidades únicas se sintieran empoderadas para mostrarlos al mundo? Estaríamos rodeados de un mar de creatividad y diversidad. Pepita no solo bordó; rompió barreras, desafiando estereotipos y dejando un claro mensaje de que el arte no tiene género.

Un futuro brillante con un legado brillante

Ahora que hemos reflexionado sobre la vida de esta maravillosa mujer, es importante pensar en el futuro. La artesanía en España, y en especial en Lagartera, está en manos de quienes se atreven a seguir los pasos de Pepita. Promover y preservar estas tradiciones es vital no solo para mantener viva nuestra cultura, sino también para enseñar a las futuras generaciones el valor de la artesanía.

Curioso, ¿no? En esta era de dominancia tecnológica, donde todo se genera con un clic, el calor humano de algo hecho a mano tiene un carácter casi mágico. «Nada se compara a lo auténtico,», diría Pepita. Cada bordado es un testimonio de tiempo, esfuerzo y amor.

Despedida: una curva de aprendizaje en cada puntada

Al despedir a Pepita Alía, abrimos un espacio para recordar sus enseñanzas. Lo que ella hizo va más allá del bordado; fue una manera de conectar y comunicar un profundo sentido de comunidad y pertenencia. Sus logros y reconocimientos son testimonio de un camino lleno de esfuerzo, pero también de pasión y amor por lo que hacía.

En este viaje, se convirtió en una figura representativa de la cultura de Castilla-La Mancha, llevándonos a pensar en cómo todos debemos ser embajadores de nuestras propias tradiciones. Ya sea a través del arte, la cocina o cualquier otro talento, debemos esforzarnos por compartir lo que somos y lo que representamos.

Así que la próxima vez que cojas una aguja o hagas algo con tus manos, recuerda a Pepita. Ella nos enseñó que detrás de cada creación hay una historia, un legado y una conexión emocional que nos une. ¿Te atreves a contar la tuya?

Esperemos que su legado siga vivo, bordando el futuro con los hilos de la tradición y la creatividad de siempre.


Aunque siempre es triste perder a alguien que admiramos, el legado de Pepita Alía vivirá tanto en sus creaciones como en los corazones de quienes se esfuerzan por mantener viva la esencia de la cultura artesanal. ¡Gracias, Pepita! Descansa en paz.