Marbella, una de esas ciudades donde el glamour y la opulencia se mezclan con un oscuro legado de corrupción, puede que te haga pensar que es un lugar sacado de un guion de Hollywood. Pero detrás de sus fascinantes playas y su vida nocturna de lujo, se oculta una historia que nos recuerda que no todo lo que brilla es oro. ¿Quién mejor para ilustrar esta historia que Julián Muñoz, el alcalde que gobernó Marbella durante tan solo 15 meses, pero dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de la ciudad?
Un breve vistazo a la carrera de Julián Muñoz
Nacido en El Arenal en 1947, Muñoz llegó a Marbella como una figura clave en la política local debido a su cercanía con Jesús Gil, el controvertido exalcalde que fue desterrado de la política por su estilo de gobernar poco convencional y sus prácticas, digamos, poco ortodoxas. Recuerdo la primera vez que escuché sobre Muñoz: estaba en una terraza disfrutando de un café (o un par de ellos) cuando mencionaron cómo firmaba convenios urbanísticos «hasta en el capó de los coches». Imagínate la escena: imaginas a un alcalde estresado con una prisa tan rápida que saca su bolígrafo y ¡bam!, firma un acuerdo sin leerlo. ¡Eso es multitasking en su máxima expresión!
Los escándalos y la sombra de la corrupción
La breve gestión de Muñoz se caracterizó por una notable falta de escrúpulos. Durante su mandato, se firmaron convenios urbanísticos con más emocionantes que un oscarizado guion de película. Desde licencias expedidas a la ligera hasta acuerdos en los que el dinero parecía hablar, Marbella se vio sumida en una serie de escándalos que todavía resuenan en las calles.
¿Sabías que, según la concejala de Asesoría Jurídica, Francisca Caracuel, el Ayuntamiento aún lucha con 500 millones de euros en sentencias firmes por corrupción que se remonta a aquellos días? Hablamos de dinero que se perdió en las arenas movedizas de la corrupción. Para algunos, eso es más que suficiente para comprar varios lujosos apartamentos en la playa. Pero no, parece que no fue suficiente para la ciudad misma.
La famosa imagen de Marbella se ha visto permanentemente afectada, ya que muchos todavía asocian la ciudad con el escándalo y la ilegalidad. Adicionalmente, el escándalo más reciente rodea a la actual alcaldesa, Ángeles Muñoz, cuya familia se ha visto atrapada en un presunto caso de narcotráfico y blanqueo de capitales. ¿Marbella y la corrupción? Una combinación que parece estar destinada a hacer headlines.
La arquitectura de la ilegalidad
Una de las herencias más tangibles de la era de Julián Muñoz son los más de mil edificios que han sido construidos al margen de la ley. Desde grandes complejos a pequeñas viviendas unifamiliares, la ciudad está literalmente plagada de edificaciones que no cumplen ni de lejos con los requisitos legales.
Recuerdo un viaje a Marbella que hice hace unos años, donde me quedé fascinado con la arquitectura de la ciudad. Pero al aprender sobre el caso del edificio Belmonsa, que fue levantado irregularmente, me di cuenta de que la peculiaridad no siempre es deseable. Una señora luchó durante años para derribar ese mamotreto de 12 alturas que tapaba su casa. Al final, ganó la batalla legal, pero ¿y el edificio? Ah, sigue ahí, firme como una roca. Puede que incluso te lo ofrezcan en un trato «histórico» si pasas por allí.
La lucha por la legalidad y las licencias ilegales
Después del escándalo de Gil y Muñoz, el nuevo Ayuntamiento, dirigido por Ángeles Muñoz, se ha debatido entre tratar de regularizar los excesos y preferir la estrategia del “ojos que no ven, corazón que no siente”
En 2010, Muñoz propuso un nuevo Plan General que permitía amnistiar muchas de estas licencias ilegales. ¡Claro! Porque, como bien sabemos, si algo se hace mal, simplemente se olvida y se comienza de nuevo, ¿verdad? Pero no, la realidad fue que en 2015, tras el fallo del Tribunal Supremo, se hizo evidente que tal plan no valía nada en términos legales. Así que volvíamos a la casilla de salida, y Marbella continuaba lidiando con sus demonios.
La situación ha creado una especie de limbo arquitectónico, donde algunas edificaciones siguen siendo ilegales, pero nadie quiere hacer nada al respecto. Mientras tanto, los vecinos que se ven perjudicados continúan luchando en el sistema judicial para que se haga justicia. La verdad es que, si hay algo que la gente adora es un buen drama judicial, ¿verdad? Y Marbella lo tiene a montones.
El dilema económico: ¿demolición o impunidad?
Una de las cuestiones más preocupantes es cómo abordará el Ayuntamiento la situación financiera que ha arrastrado a Marbella a lo largo de los años. La idea de demoler ciertos edificios ilegales generaría un desembolso millonario de indemnizaciones que haría tambalear al municipio. Imagínate una reunión de emergencia con el concejo municipal donde alguien sugiere demoler estos edificios. Las caras de horror que verías son dignas de un episodio de una serie de comedia.
En lugar de eso, el Ayuntamiento ha optado por tratar de volver a activar la construcción, buscando formas ingeniosas de añadir suelo rústico a la mezcla, especialmente ahora que la nueva ley de suelo andaluza permite construcciones en terrenos rústicos. Es un poco como tratar de cubrir con una manta los problemas de tu vida: si no puedes escapar de ellos, simplemente intenta ocultarlos un poco, ¿no?
Buscando el dinero perdido
A medida que la ciudad trata de recuperar el dinero perdido en el pasado, el Ayuntamiento ha estado en la búsqueda de los fondos que les permitan salir del agujero. La idea de contratar abogados y detectives para rastrear el dinero robado durante años era prometedora, pero parece que ha sido un trabajo arduo. Se dice que Marbella está buscando nada menos que 450,000 euros al año por cinco años para encontrar ese dinero, pero ¿quién en su sano juicio aceptaría ese reto?
Después de todo, lidiar con el legado de Julián Muñoz es como tratar de encontrar un unicornio: estás buscando algo que probablemente no exista (o no sea lo que parece). Pero en el fondo, esta es la realidad más fría: la corrupción no se combate fácilmente y recuperar lo perdido es una tarea desalentadora.
Reflexiones finales: ¿un futuro más brillante para Marbella?
Marbella, a pesar de su legado de corrupción, sigue siendo un destino atractivo para muchos. Pero, ¿alguna vez podrá la ciudad deshacerse de esta sombra oscura?
La herencia de Julián Muñoz, aunque breve, ha dejado profundas cicatrices en la identidad de la ciudad. Hoy, Marbella enfrenta un dilema para salir de sus viejas trampas mientras busca una nueva dirección. Es un recordatorio poderoso: no importa cuán brillante y hermosa parezca la superficie, la historia detrás de ella puede ser mucho más complicada.
Así que, si alguna vez visitas Marbella, y te sientes blandiendo tu copa de vino en una hermosa terraza, recuerda que no todo lo que brilla es oro… a menos que, claro, hablemos de lo que queda de esas corruptelas. Al final, no olvides que un toque de humor, un poco de empatía por quienes luchan por la legalidad y, sobre todo, una mirada honesta a la historia son esenciales para comprender el verdadero carácter de este enigmático lugar. ¿Qué te parece? ¿Volverías a Marbella, o considerarías otros destinos sin ese peso histórico?
Así que, queridos lectores, la próxima vez que piensen en Marbella, piensen también en las historias no contadas que se esconden tras cada edificio y cada rincón. ¿Quién sabe? Tal vez la ciudad esté lista para reinventarse, incluso con los fantasmas del pasado acechando en cada esquina.