Viajar es un arte. No solo nos lleva a nuevos destinos, sino que a veces nos transporta a lugares profundamente arraigados en nuestras emociones, recuerdos y, en el caso de algunos, en sus raíces culturales. Hace poco, Rodrigo Cortés, el aclamado director de cine gallego, regresó a sus tierras natal en Orense, un viaje lleno de nostalgia y reflexión. Mientras me sumergía en sus pensamientos, no pude evitar recordar mi propio viaje a las raíces, aquella vez que volví a la casa de mis abuelos. ¿No les pasa a ustedes que cada rincón y cada aroma son referencias de su propia historia?

El regreso a las raíces: un viaje personal

Rodrigo compartió que era su primera visita a su aldea de Pazos Ermos en muchos años. «Cuántas veces nos olvidamos de dónde venimos,» me dije a mí mismo, recordando aquel verano en que regresé a mi pueblo. Las calles estaban más vacías y los rostros familiares lucían más arrugados. Pero los recuerdos estaban intactos: el olor a pan recién horneado y las risas de los primos correteando por el campo. La conexión con nuestro pasado es poderosa, y para Cortés, Galicia no es solo un lugar; es parte de su esencia, de su prosa, de su cine. ¿No es hermoso cómo un lugar puede moldear nuestra identidad?

Es curioso pensar que la tierra natal y la cultura local de un artista pueden influir tanto en su trabajo. Como reflexión de esto, Cortés recibió la Calpurnia de Honra, un premio que honra su trayectoria. Pero su sorpresa fue palpable: “¿Son conscientes de que voy a seguir, no?” Y es que, tras años de entrega al cine, el fuego creativo sigue ardiendo. ¿Quién puede detenerse ante tan cautivadora llamada?

La magia de Galicia y su influencia en la narrativa

Al hablar sobre su tierra, Rodrigo mencionó el realismo mágico, un estilo literario que envuelve lo cotidiano con una pizca de misterio. Y se pregunta, quizás con algo de ironía: “¿Encontramos ahí algún paralelismo con mis narrativas?” Por supuesto. Al igual que él, yo también encuentro magia en las cosas simples, como en las historias que nos cuentan nuestros abuelos al anochecer. Hay algo poético en cómo lo cotidiano se entrelaza con lo extraordinario, y no me sorprendería que, de alguna manera, Cortés nos invite a mirar más allá de lo evidente.

Observando su recorrido, es evidente que el director se siente cómodo en el caos ordenado del cine. “Una película se parece mucho a un caos ordenado,” dice, y no puedo evitar pensar en las noches de película en familia, donde el caos de las palomitas y risas terminaban en una experiencia inolvidable. Su habilidad para crear dentro de un entorno aparentemente descontrolado es una danza entre lo planificado y lo espontáneo; ¿quién no ha sentido esa necesidad de equilibrar el orden con el desorden en su vida cotidiana?

¿El arte refleja la vida?

A menudo, nuestros artistas favoritos nos hacen reflexionar sobre la vida misma. Esa relatividad se escucha cuando Cortés habla de su último personaje, N, quien se revela como un ser roto que decide dejar de tomar decisiones. La idea me resulta familiar: todos hemos tenido esos momentos en los que deseamos escapar de la vida y sus complicaciones. ¿No les ha pasado estar tan abrumados que simplemente anhelarían un botón de “pausa”?

Cortés también menciona cómo los roles de los actores se adaptan a la película. «El actor tiene que adaptarse a la película, todos tienen que hacerlo.» Y aquí empiezan nuestras propias reflexiones sobre el papel que todos jugamos en nuestras vidas. ¿No es cierto que nos adaptamos constantemente a las circunstancias? La vida es un guion en continuo cambio, a veces dramático, a veces cómico, pero siempre auténtico.

La complejidad de la experiencia humana es otro de los temas que resuena con su obra. Al hablar de su película Escape, Rodrigo sugiere que quizás no sea posible encasillarla en un género. A veces me pregunto: ¿qué pasa con nuestras propias historias? A menudo nos identificamos con un solo papel en lugar de reconocer que somos diversos y multifacéticos, como las películas que tanto amamos. Tal vez esta introspección nos lleve a ser más empáticos con los demás y a entender que, dentro de cada uno, hay una narrativa rica y complicada.

Reflexiones sobre la libertad y el encierro

La relación entre la libertad y el encierro se convierte en un tema central en sus películas. “Cuando buscas el contrario te encuentras con lo mismo,” dice, y es aquí donde me detengo a reflexionar. La vida es un juego de contrastes, y muchas veces, al querer escapar de nuestras realidades, terminamos atrapados en otra forma de prisión.

Esto me lleva a recordar las conversaciones con amigos, donde compartimos nuestras luchas. “A veces, hay que encerrarse para encontrarse,” compartió un amigo mío que había estado atravesando un momento difícil. También Cortés menciona cómo su personaje N busca la falta de decisiones, un deseo de liberarse de la angustia que implica la elección. ¿Tú también has sentido ese peso de la libertad de elegir?

Un viaje de retorno y el continuo devenir

Rodrigo Cortés también comparte su visión sobre el futuro: “Voy a seguir… me he comprado crampones y piolet para remontar la próxima montaña.” Esa resolución resuena profundamente. Cada una de nuestras elecciones nos lleva hacia adelante, hacia nuevos destinos. ¡Qué aventura nos espera a todos en este viaje llamado vida! Esto es particularmente relevante hoy, en un mundo donde enfrentamos cambios constantes, desde la rápida evolución tecnológica hasta la transformación social.

En momentos como estos, es fundamental recordar que nosotros, como Cortés, debemos lucir valientes y dispuestos a seguir aprendiendo, creando y creciendo. La experiencia de salir de nuestra zona de confort, de aventurarnos en lo desconocido, puede ser asombrosa y aterradora a la vez. Es como subirse a una montaña rusa de emociones, y ¿a quién no le gusta eso?

Conclusión: el cine y la vida como un espejo

Al final del día, Rodrigo Cortés no solo es un director, sino también un narrador de la experiencia humana. Así como nos lleva a recorrer un paisajes visuales en sus películas, también nos invita a explorar las intrincadas capas de la vida misma. Así como el gallego vuelve a su tierra natal y a su historia, nosotros también podemos contemplar nuestro propio viaje. ¿Cuál es tu historia? ¿Qué raíces te llaman? No olvides que el camino siempre está lleno de giros inesperados, pero eso es precisamente lo que hace que valga la pena.

Con su poética mezcla de humor y reflexión profunda, Cortés nos recuerda que, a fin de cuentas, tanto el cine como la vida son un viaje hacia la autoexploración y la conexión con el mundo que nos rodea. Cada historia, cada película, tiene el poder de resonar en nuestras vidas de formas inusitadas, desafiándonos a ver más allá y a encontrar la magia en lo cotidiano.

Así que la próxima vez que veas una película, recuerda el viaje que cada uno de nosotros emprende. Las luces se apagan, la música empieza a sonar, y de repente nos encontramos juntos en esa sala oscura, compartiendo una experiencia colectiva que, en última instancia, es una celebración de lo que significa ser humano. ¡Gracias, Rodrigo, por inspirarnos a seguir explorando y nunca dejar de preguntar!