A menudo, uno no se da cuenta de la complejidad que puede haber tras la simple apariencia de una ciudad. Valencia, con su clima mediterráneo y su rica cultura, debería ser un ejemplo de cómo las ciudades pueden gestionar los desafíos contemporáneos. Sin embargo, la reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha afectado a Valencia ha dejado al descubierto una vulnerabilidad preocupante: la falta de coordinación entre municipios.
Cuando la lluvia se convierte en caos
Las lluvias torrenciales llevarían a cualquier experto en meteorología a frotarse las manos por la cantidad de datos que podrían recopilar. Pero, lo que pasó en Valencia fue algo más que eso. La DANA se convirtió, no en un fenómeno meteorológico, sino en una realidad que evidenció un problema de coordinación administrativa.
Imagina que estás en una fiesta de cumpleaños. Todo parece ir bien hasta que el pastel se derrumba. En lugar de coordinarse para resolverlo, cada invitado toma una decisión por su cuenta: uno va a buscar el azúcar, otro decide que la mejor opción es pedir una pizza y otro más se pregunta por qué no hay más globos. La situación se vuelve caótica, y eso es exactamente lo que ocurrió en el área metropolitana de Valencia. Decenas de municipios, cada uno siguiendo su propia hoja de ruta, luchando por encontrar soluciones ante una crisis que exigía un esfuerzo conjunto. ¿No es frustrante?
La diversidad metropolitana: ¿una ventaja o desventaja?
Aunque la región metropolitana de Valencia podría considerarse una joya por su diversidad, este mismo rasgo se convierte fácilmente en desventaja. Con cerca de 30% de municipios afectados por la DANA, la falta de una dirección centralizada ha llevado a una respuesta desarticulada. El transporte público, una clave esencial en este rompecabezas, colapsó. Recuerdo la primera vez que intenté usar el transporte público en Valencia. Tomé un autobús y, por casualidad, terminé dando un tour de la ciudad. ¡Un viaje emocionante, pero no exactamente eficiente!
Las voces de la comunidad académica
En medio de este caos, figuras como Josep Vicent Boira, catedrático de Geografía Humana en la Universitat de València, han levantado la voz. Según él, la situación no es solo un problema de las últimas semanas, sino el resultado de décadas de falta de planificación metropolitana. La sobrepoblación ha crecido un 20% desde 1984 hasta 2006, al tiempo que los polígonos industriales y las infraestructuras crecieron un 60%. ¡Casi parece que estaban jugando a Tetris con la ciudad!
¿Te imaginas vivir en una comunidad donde cada quien decide construir su casa donde le plazca, sin un plan maestro? A menudo termina en desastre. Así es como Boira explica la importancia de una visión política metropolitana para prevenir crisis futuras.
La responsabilidad compartida
Es fácil señalar a los funcionarios y culparlos por la falta de coordinación. Pero, ¿no hemos sido nosotros, los ciudadanos, quienes hemos permitido que esto suceda? A menudo, en lugar de exigir una mejor planificación, colocamos una tapa sobre el problema mientras dejamos que se pudra. La DANA no solo reveló la falta de recursos, sino también nuestras deficiencias en exigir cambios sustanciales en el manejo urbano.
La reconstrucción: física, política y legal
“A la reconstrucción física de la comarca de l’Horta Sud le debe corresponder otra reconstrucción, esta vez política y legal, del gobierno de ese territorio”, afirma Boira. Pero, ¿qué significa esto realmente? A menudo tendemos a pensar en reconstruir solo lo que se ve: edificios, calles, parques. Sin embargo, lo que subyace a esa superficie es igual de importante, si no más.
El Plan de Acción Territorial de València (PATIVEL), que está en tramitación desde 2016, y el Plan de Movilidad Metropolità (PMoMe), que también permanece en espera, son documentos cruciales que deben ser finalizados y ejecutados con urgencia. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de grandes planes que nunca se llevan a cabo? Esta es una oportunidad para no caer en la misma trampa.
Una mirada a la innovación en otras ciudades
A veces es útil mirar hacia fuera. Ciudades como Bilbao y Barcelona han iniciado organismos de gobernanza efectiva para gestionar sus áreas metropolitanas. Ellos han logrado articular respuestas colectivas a crisis locales. Por el otro lado, en Valencia, la disolución del Consell Metropolità de l’Horta en el año 2000 resultó en un retroceso significativo, particularmente cuando la dispersión urbana era más notoria. ¿Qué esperar si no tenemos un marco para cooperar?
Recomendaciones para un futuro más sostenible
Ahora que hemos puesto sobre la mesa los problemas, vale la pena reflexionar sobre el camino a seguir. ¿Qué podemos hacer para remendar el tejido metropolitano desgastado de Valencia? Estas son algunas recomendaciones que podrían guiar nuestras acciones:
- Desarrollo de una planificación urbana integral: Necesitamos un enfoque a largo plazo que considere los desafíos actuales y futuros, optimizando la distribución de recursos y servicios.
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Fortalecimiento de la colaboración entre municipios: Crear plataformas que fomenten la colaboración y la comunicación efectiva entre diferentes municipios.
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Implementación de tecnologías de información geográfica: Estas herramientas pueden ayudar a visualizar los problemas y a coordinar los esfuerzos de respuesta de manera más eficiente.
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Fomento del transporte público y movilidad sostenible: Incrementar las inversiones en infraestructura de transporte público, así como en alternativas sostenibles, ayudará a disminuir la dependencia del coche.
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Educación ciudadana: Sensibilizar a la población sobre la importancia de la planificación urbana y la participación activa en la toma de decisiones comunitarias.
Reflexiones finales
Como ciudadanos y ciudadanos de Valencia, no debemos quedarnos de brazos cruzados. La falta de coordinación que ha llevado al caos tras la DANA no es un fenómeno aislado de esta región, sino una reflexión de lo que ocurre en muchas ciudades de España. La fragmentación administrativa, el descuido en la planificación urbana y la falta de compromiso político afectan no solo a Valencia sino al crecimiento de nuestras ciudades.
Si bien la responsabilidad es, en gran medida, de los funcionarios y administradores, está claro que la cultura ciudadana también juega un papel crucial. Es una cuestión de todos. Así que, la próxima vez que suene el tambor de la queja, pregúntate: “¿Qué puedo hacer yo?”
Cada pequeño esfuerzo cuenta. Puede que no haya una solución rápida, pero al menos podemos empezar a trabajar juntos para construir un futuro más cohesionado y eficaz para Valencia. ¡Y tal vez así, el próximo cumpleaños no terminemos con un pastel derrumbado!