La vida está llena de sorpresas y acontecimientos que nos dejan boquiabiertos. Uno de esos momentos llegó cuando me encontré con la singular historia de Jesús Montes, conocido como ‘El Pare’, un apasionado del arte de la tauromaquia que ha dedicado su vida a compartir su amor por los toros en la idónea «escuela del Retiro» en Madrid. En este artículo me gustaría explorar el fascinante mundo del toreo y cómo la pasión de una persona puede encender el deseo de otros a aprender un arte que, aunque polémico, sigue teniendo mucho significado para muchos.
El Retiro y la pasión por el toreo
Para quienes no lo saben, el Parque del Retiro de Madrid no es solo un verdor pulmón en medio de la urbe, sino un rincón donde se entrelazan tradiciones y modernidades, donde un grupo diverso de personas se reúne para aprender sobre tauromaquia. Lo que comenzó como un modesto aula al aire libre ha crecido en reputación y seguidores debido a la dedicación de El Pare, quien ha transformado su amor por los toros en una plataforma educativa única. ¿Qué lo motiva a enseñar y a compartir su conocimiento sobre la fiesta brava? La respuesta es sencilla: «por amor al arte», como él mismo afirma con esa sonrisa característica que ilumina su rostro.
¿Recuerdas aquellos días de infancia cuando aprendías a andar en bicicleta y la alegría que sentías al despegarte del suelo por primera vez? Para los alumnos de El Pare, la experiencia en el Retiro puede compararse. Es un espacio donde, además de adquirir habilidades toreras, los jóvenes sienten la adrenalina corriendo por sus venas, sintiendo el peso de la tradición y el eco de aquellos que han pasado antes que ellos por el mismo camino.
La historia de El Pare: de novillero a docente
Jesús Montes, nacido en Sanlúcar de Barrameda en 1968, soñó con ser un torero de renombre en su juventud. Sin embargo, como muchos de su generación, la vida le llevó por caminos inesperados, y su camino profesional como novillero no alcanzó la gloria deseada. A pesar de no haber conseguido todos sus objetivos en el ruedo, la pasión que lo acompañó desde niño nunca se extinguió. Al término de su carrera, llegó a un punto crucial donde reflexionó: «¿Y mañana, salir para qué?». Fue en este preciso instante que decidió transmitir su rica experiencia a las nuevas generaciones.
Una anécdota graciosa me viene a la mente: cuando se habla de la gente que se atreve a entrar a un ruedo, siempre pienso en aquel amigo que, al ver la primera corrida, terminó corriendo en círculos cuando un torito se le acercó. ¡Miedo y adrenalina a la vez! El Pare tiene la habilidad de enseñar a sus pupilos a manejar no solo el toreo, sino también la emoción y la ansiedad que ello conlleva.
Una academia multicultural: formándose en diversas tradiciones
En la escuela de tauromaquia del Retiro se cruzan culturas, nacionalidades y antecedentes. Lo que une a todos esos alumnos es un amor profundo por el arte de torear. Desde el niño de Bombay hasta el adolescente de Guayaquil, todos acuden a las lecciones de El Pare con un único objetivo: aprender y disfrutar.
Cada sesión en el Retiro es una sinfonía de voces, acentos y risas. Durante mi visita, presencié a un grupo de jóvenes entrenando en el arte de las «suerte», una serie de movimientos que comienzan donde la bravura del toro y el arte del torero se encuentran. ¿No es emocionante pensar que en un mismo espacio convergen historias tan dispares? ¿Qué otra actividad puede unificar culturas de esta manera? ¡Imagina la cantidad de anécdotas que podrían surgir de ese grupo!
El entrenamiento: técnica y respeto
El Les dejo una apreciación valiosa que el Pare enseña: en la tauromaquia, el respeto es fundamental. Las clases suelen empezar con una corrección que me hizo reír: «¿Qué, niño, los talones no vinieron hoy?”. Esta expresión nos muestra la importancia de no solo cuidar la técnica, sino también lucir bien mientras se mescla la pasión con el aprendizaje.
Durante estas lecciones, El Pare enfatiza que torear no se trata solo de realizar pases o movimientos impresionantes, sino de comprender la danza que se produce entre el torero y el toro. Como él dice sabiamente, «la muleta es el sexto dedo del torero», sugiriendo que debe dominarse y utilizarse con precisión, pero también con amor. Su enfoque educativo es tan holístico como entretenido y profundo, logrando que los jóvenes sientan el ritmo de la liturgia taurina en cada movimiento que realizan.
Y al final de cada sesión, siempre nos queda un eco de reflexión: con cada pase, cada movimiento, se juega una vida, y esta responsabilidad es solo para aquellos que tienen la pasión y el respeto por este arte antiguo y desafiante.
La emoción y la empatía en la tauromaquia
Es interesante ver cómo El Pare se esfuerza por mantener ese ambiente positivo durante sus clases. Cuando un alumno no tiene un buen día, hay una palpable empatía en el aire, como si todos en el grupo supieran que, al final, el viaje del aprendizaje está lleno de altibajos. Imagina ser parte de un equipo donde todos están listos para levantarse mutuamente después de una caída. ¿No es eso maravilloso?
La risa y el humor son constantes en cada clase, lo que hace que el ambiente sea tan ligero y placentero. Recuerdo un momento en particular donde un estudiante intentó ejecutar una suerte, pero terminó tropezando y cayéndose de espaldas. En lugar de las típicas risas burlonas, sus compañeros estallaron en carcajadas amigables y El Pare simplemente le dijo: «Amigo, ese no es el camino al estrellato». Fue un ejemplo perfecto de cómo en la tauromaquia, como en la vida, a veces se necesita reírse de uno mismo para levantarse más fuerte.
La percepción social de la tauromaquia
Hablando de maravillas del arte de torear, también hay que destacar la complejidad de la percepción social que rodea a esta práctica. Aunque muchos asocian la tauromaquia con la brutalidad, existen otros que la ven como una forma expresiva de arte y cultura. El Pare, con su esencia andaluza, lo explica de la forma más sencilla: «Es de las pocas cosas puras que quedan».
Durante mis conversaciones con algunos de los jóvenes, noté un deseo genuino de recuperar y entender lo que significa la tauromaquia en el contexto cultural español. Algunos incluso se aventuran a decir que no es solo un arte, sino un legado que necesita ser respetado. Aquí es donde la empatía juega un papel crucial; entender que, detrás de las controversias, siempre hay un significado y un contexto que vale la pena explorar.
Conclusión: un arte que florece en el Retiro
La escuela del Retiro representa mucho más que un simple entrenamiento técnico. Es un espacio donde se entrelazan pasiones, culturas y tradiciones. A través de la figura de Jesús Montes, ‘El Pare’, podemos vislumbrar el potencial que hay en la formación y la conexión emocional que se forja entre los maestros y sus alumnos.
Así que, si alguna vez te encuentras buscando aventuras en la vida y sientes la inquietud de aprender algo nuevo, no dudes en darle una oportunidad a la tauromaquia. Quien sabe, quizás descubras un nuevo amor por el arte que, a pesar de sus divisiones, sigue inspirando a tantos. Como me dijo una vez un niño que participaba en la escuela: «Cada muleta que levanto es una oportunidad para contar mi historia». Y esa es, quizás, la esencia más profunda y hermosa de la tauromaquia.
Así que, ¿te animarías a compartir tu propia historia en un ambiente tan cautivador como este? ¿O prefieres quedarte con la anécdota de tu amigo asustado corriendo en círculos? La vida está llena de opciones, ¡así que elige la tuya sabiamente!