El baloncesto, ese deporte donde los centímetros marcan la diferencia, y donde un simple rebote puede generar una montaña rusa de emociones. Digo esto porque, como aficionado (y muy mal jugador, pero con un corazón grande), he vivido momentos de gloria, frustración y esas victorias que parecen sacadas de una película de Hollywood. Y lo que ocurrió recientemente en Bratislava durante el encuentro de clasificación para el Eurobasket 2025 es, sin duda, uno de esos momentos que quedará grabado en la memoria de los hinchas.
El escenario de la batalla
Imaginen por un momento el Tipos Arena en Bratislava, lleno hasta los topes, con el clima cargado y un aire de expectativa que se podía cortar con un cuchillo. La selección española no solo se jugaba un partido más; estaba en medio de una montaña rusa emocional tras las derrotas anteriores ante Bélgica y Letonia. En este punto, uno podría pensar: “¿Esto es un partido de baloncesto o un drama de televisión?” Spoiler: ¡Fue un poco de ambas!
Con un tono casi de urgencia, el entrenador Sergio Scariolo dejó claro que esto era crucial. “Si no ganamos, ¿qué nos quedará?”, parecía insinuar. La verdad es que la presión estaba sobre sus hombros. Pero, como buen estratega, en lugar de recurrir a las viejas glorias, decidió dar la oportunidad a una nueva generación de jugadores. Podría haber sido una jugada maestra… o una catástrofe.
Primeros compases del partido: emociones a flor de piel
El inicio del duelo fue prometedor. España tomó la delantera y Fran Guerra nos dio a todos la dosis de adrenalina que necesitábamos al anotar los primeros 9 puntos. “¡Vamos, esto es un paseo!”, pensé, mientras imaginaba a los jugadores bailando en la cancha al ritmo de algún hit de moda. Pero como bien sabemos, el baloncesto es un juego de rachas.
En el segundo cuarto, comenzamos a ver lo que los jugadores pueden hacer bajo presión. Con un lanzamiento a larga distancia de Miquel Salvó y otro de Santi Yusta, el marcador se alzaba a +12. “¿Qué puede salir mal ahora?”, nos preguntamos todos en el público. Ah, la optimista inocencia de los aficionados.
El drama de la remontada eslovaca
Pero el baloncesto, como la vida misma, tiene una forma curioso de recordarnos que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Quién lo diría, ¿verdad? Eslovaquia empezó a mostrar su garra y remontó esos 13 puntos que parecían más que seguros. Era como ver una película de terror donde, de repente, el villano parecía tener todas las de ganar.
Con el miedo acechando a una selección española que, honestamente, no estaba para sustos, los eslovacos se acercaron peligrosamente. Vladimir Brodziansky se presentó en la cancha como una pesadilla para los españoles y logró dejar el marcador en 46-48. ¿Alguien más notó cómo la tensión se podía sentir en el aire?
El giro inesperado: un triple que cambió el juego
Y aquí es donde la historia se torna épica. A escasos segundos de terminar el tiempo reglamentario, cuando se pensaba que las esperanzas se desvanecían, Santiago Yusta se convirtió en el héroe inesperado. Con un triple que pareció desafiar todas las leyes de la física, logramos forzar la segunda prórroga. Y yo, en casa, empecé a pensar en la cantidad de palomitas que me había zampado y cómo, posiblemente, no debería comer tanto en momentos de tensión.
En ese momento, no podía evitar sentir que la historia del baloncesto español estaba tomando un nuevo rumbo. Jamás se había visto a un equipo con tanto coraje y determinación, y comprenderlo provocaba una mezcla de orgullo y ansiedad. “¿Esto es lo que hemos estado esperando?”, me pregunté.
El desenlace: la victoria y la nueva era
Finalmente, después de un tira y afloja que hizo que mi corazón latiera con fuerza, Miquel Salvó se convirtió en el líder esperado. Un rebote aquí, un tiro libre allá, y ¡bam! La victoria llegó a nuestras manos. Con la pizarra marcando 67-73, el delirio se apoderó de los aficionados.
Y ahora, reflexionando sobre todo el proceso, el susurro de un nuevo amanecer para el baloncesto español comienza a sentirse en el aire. Scariolo ha decidido apostar por los jóvenes, y aunque el camino y las victorias pueden tardar en llegar, este partido es sin duda una señal de que el futuro tiene un gran potencial.
¿Qué sigue?
En el futuro inmediato, los españoles se enfrentarán nuevamente a Eslovaquia en los próximos días. Y con esa victoria en el bolsillo, la presión disminuye un poco. Pero, como buenos aficionados, siempre estaremos al borde de nuestros asientos, preguntándonos: “¿Podrán hacerlo de nuevo? ¿Nos sorprenderán una vez más?”
En conclusión, la victoria de España en Bratislava es más que solo un número en el marcador. Es un recordatorio de que el baloncesto es un juego que se vive y se siente con intensidad. Un viaje en el que cada tiro, cada pase y cada rebote cuentan una historia. Así que, amantes del baloncesto, mantengamos la fe. La era del baloncesto español está en constante evolución, y apuesto a que lo mejor aún está por venir. ¡A por el Eurobasket! 🎉🏀