La montaña siempre ha sido un lugar donde los humanos encontramos conexión con la naturaleza. Aquellos que han sentido la llamada de la roca saben que cada cumbre alcanza un significado único. Hoy, quiero compartirte una historia que no solo celebra la valentía de los escaladores, sino que también invita a revivir una ascensión histórica en uno de los parajes más bellos de España: La Pedriza. Así que abróchate el cinturón y prepárate para hacer un recorrido desde un glorioso pasado hasta las emocionantes aventuras actuales.
El Pájaro: un icónico testigo de la historia del montañismo
Vamos a poner el reloj en 1916, cuando un grupo de cuatro montañeros valientes decidió poner su huella en la cima de El Pájaro. José Fernández Zabala, Joaquín García Bellido, Juan Almela Meliá y Alfredo Schachzabel, todos ellos de la Sociedad Peñalara, demostraron que con esfuerzo, determinación y un poco de ingenio, cualquier meta era alcanzable. Puedes imaginarte la escena: cuatro hombres ataviados con alpargatas, enfrentándose a la imponente roca sin las modernas tecnologías que hoy conocemos. ¿Te da miedo pensar en cómo resolverían la situación de un resbalón? Yo pensaría que la única estrategia era sostenerse con todos los miembros disponibles y esperar que la gravedad no tuviera condiciones de aplicación.
Meliá, en su relato, nos deja entrever la acción con un toque de humor: «Tres o cuatro veces se deslizó… siendo detenido por los demás, con mayor interés por cuanto si no era detenido podía arrastrar consigo a cualquiera al abismo». ¡Vaya forma de ponerle sabor a la actividad! Después de un arduo esfuerzo que haría sudar a cualquiera, los cuatro lograron llegar a la cumbre, solidificando su nombre en la historia del montañismo de Madrid.
El camino hacia la cumbre: una mezcla de esfuerzo y belleza
Pasando más de un siglo desde aquella primera ascensión, hoy en día Luis Torija, un hábil guía de escalada de la Asociación Española de Guías de Montaña, ofrece a los aventureros la oportunidad de experimentar la adrenalina de alcanzar la cima de El Pájaro. Una advertencia clara: «No se requiere un nivel de escalada, aunque sí cierta destreza para trepar», aclara Luis, como quien sabe que el sentido del humor puede ser el mejor compañero de ruta.
Imagina acercarte a la montaña, caminando hacia Pinganillo Grande, donde la naturaleza despliega su obra maestra. La conexión entre la historia del montañismo y la belleza del entorno es palpable, y te hace sentir parte de algo más grande. Desde el parking de Cantocochino, el recorrido es ya una experiencia en sí misma. Desde allí hasta el refugio de Giner de los Ríos, la vista de El Pájaro se despliega como una obra de arte, esperándote para que la conquistes.
Preparativos para la gran aventura
Antes de lanzarte a la aventura, Luis programa la jornada meticulosamente. Primero hay que aproximarse a la chimenea norte, la forma en que los roqueros nativos parecen haber diseñado dictando su propio camino de ascenso. Su descripción de la ruta es intrigante: «Hay que subir con bastante cuidado», dice, como acto de bondad del guía que no quiere ver caer a sus clientes al vacío mientras intenta hacer un ‘selfie’ para Instagram.
Imagínate a los escaladores, mirando escépticamente a la chimenea. «¿Es esto escalada o una prueba de agilidad extrema?», podría susurrar alguno. Sin embargo, a medida que la subida se va acercando, la adrenalina comienza a fluir, y de repente, esa pequeña duda se convierte en un impulso incontrolable por alcanzar la cumbre.
La ascensión: un ritmo de emoción y desafío
Una vez en la chimenea, el desafío comienza a intensificarse. La superficie es una mezcla de piedra rugosa y puntos de agarre ingeniosos, y los escaladores experimentan una mezcla de ansiedad y emoción. «Ah, sí, así se siente estar a 200 metros de una caída», podría pensar cualquiera mientras intenta no mirar hacia abajo. Pero esperen, ¡esto no es un desencanto! Es la pura emoción de estar en contacto con la roca, queriendo vencer a la montaña.
Luis se convierte en un faro de conocimiento y calma entre el grupo. A medida que se acercan a la cima, las instrucciones se vuelven más precisas y el ambiente cargado con energía. Lo que parece un paso de grado III se transforma rápidamente en una danza con la roca en la cima del Pájaro: «El primero… no se puede proteger», dice Luis. En ese momento, todos los escaladores sienten un escalofrío de confianza, una especie de ‘yo puedo hacer esto’.
Reconciliándose con la naturaleza
A medida que los escaladores alcanzan finalmente la cima, se desata una euforia palpable. ¿Y a quién no le gustaría disfrutar de una vista impresionante tras una ardua batalla contra la gravedad? La cima, pequeña y aérea, nos recuerda que somos meros visitantes en este viejo mundo de la montaña.
Aquí es donde entra el rápel de 20 metros. «¿Un descenso tan intenso? ¡A esto le llamo hacer el cierre de la aventura!», piensa cualquier viajero. La emoción de bajar es más intensa que la de subir: la montaña que antes representaba un reto ahora se convierte en un amigo al que debes aprender a dejar ir con gracia.
Culminando la experiencia: alegría y satisfacción
Al regresar a Cantocochino, con el corazón palpitante y la sonrisa dibujada en el rostro, uno no puede evitar reflexionar sobre la experiencia. La Pedriza, con su belleza singular, se transforma en un espacio donde la historia y la aventura confluyen. La satisfacción de haber completado esta «gran trepada» no solo queda en la memoria, sino que también se siente en la propia esencia.
Por supuesto, siempre queda un toque de autocrítica: «¿Habré tomado la mejor foto en el momento adecuado?», se repite una y otra vez. Las memorias quedan grabadas no solo por lo que se vivió, sino también por lo que se compartió.
Consideraciones finales para futuros escaladores
Si te animas a realizar esta experiencia, considera los siguientes aspectos:
- Dificultad: 100 metros con grados III/IV.
- Requisitos: Es importante tener alguna experiencia en senderismo o escalada. La destreza y agilidad son claves aquí.
- Costo: Se estima un precio de 200€ para 1 participante y 300€ para 2. Esto incluye la guía, el material colectivo y seguros.
- Recomendación: No es ideal para personas con vértigo o que no estén abiertas a un poco de exposición a espacios abiertos.
¿Te atreverías a seguir las pisadas de los pioneros de 1916? Sin duda, La Pedriza está lista para ofrecerte un viaje lleno de adrenalina y descubrimiento. A veces, nos olvidamos de lo que la naturaleza tiene para ofrecer, y una ascensión así parece ser el mejor recordatorio de que siempre hay un camino que vale la pena recorrer.
Así que, ¿qué estás esperando? ¡Es hora de empacar tus pies de gato y aventurarte hacia El Pájaro!