No hay nada más aterrador que ver cómo, en cuestión de minutos, el agua puede convertirse en el peor enemigo de una ciudad. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó la Comunidad Valenciana el pasado 29 de octubre fue un claro recordatorio de ello. Pero, ¿qué sucedió realmente en la gestión de emergencias? Me voy a adentrar en los detalles para deshacer el nudo que rodea esta tragedia, y lo haré con un enfoque honesto y un tanto conversacional. ¡Acompáñame en este viaje!

El panorama previo a la tormenta: advertencias que cayeron en saco roto

Poco antes de la DANA, el director general de Emergencias y Extinción de Incendios de la Generalitat Valenciana, Alberto Martín Moratilla, proclamaba a los cuatro vientos que la Comunidad Valenciana estaba preparada para cualquier eventualidad. Con un tono casi heroicón, afirmaba que tenían un servicio de emergencias “envidiable”. Pero aquí surge una pregunta: ¿envidiable para quién?

Esto me recuerda a una anécdota personal: una vez, fui a acampar y un amigo insistió en que todo estaba “controlado”. 24 horas después, estábamos bajo la lluvia, con la tienda colapsando, y él con cara de «es solo agua». A veces, el optimismo desmedido puede llevar a situaciones insostenibles.

La jocosidad aparte, el mismo Alberto Martín Moratilla, quien es un bombero especializado en incendios forestales —no en inundaciones— quedó en el foco de la atención cuando su capacidad para gestionar una crisis como la DANA se puso en entredicho. A pesar de ser un veterano en su campo, su experiencia no se traduce automáticamente en manejo de inundaciones.

La llegada de la DANA y el caos que desató

El 29 de octubre llegó la tormenta y, con ella, la realidad golpeó con fuerza. 227 muertes, según la jueza que investiga el tema, eran evitables. Es escalofriante pensar que, en un momento en que la tecnología puede enviar alertas a los teléfonos móviles, la respuesta fue inadecuada. ¿No es curioso cómo a veces perdemos lo más obvio en el caos?

Los mensajes de alerta enviados el día del desastre fueron calificados como “errados en su contenido”. Aquí es dónde el tema se torna más serio. La alerta se mandó a las 20:11, pero la mayoría de la población ya estaba lidiando con el agua hasta el cuello, literalmente. Es como recibir un mensaje de advertencia de temblor de tierra mientras la tierra está ya temblando bajo nuestros pies.

La vida de Martín Moratilla: del fuego a las inundaciones

Alberto Martín Moratilla, quien salió a relucir durante esta crisis, no es solo un director de emergencias; es un hombre con raíces y un pasado en la Diputación de Alicante. Su trayectoria profesional es interesante —un bombero convertido en alto cargo, estableciendo un paralelismo con el clásico cuento de hadas de un príncipe que se convierte en rey— solo que en esta historia, el reino enfrentaba un torrente de agua.

Al observar su carrera, uno podría preguntarse: ¿realmente estaba preparado para dar los pasos correctos en una situación de crisis de esta magnitud? ¿Se perdió en la transición entre su experiencia en incendios y el manejo de inundaciones? Es como si un chef de cinco estrellas pasara de preparar la mejor lasaña del mundo a intentar hornear pan: hay un camino que recorrer.

¿De qué sirve la preparación si hay errores de ejecución?

Una de las características más insólitas de la gestión de emergencias durante la DANA fue la forma en que se distribuyó el liderazgo y la toma de decisiones. Mientras Martín Moratilla se mantenía al lado de sus superiores, la responsabilidad recaía sobre el secretario autonómico y la consellera de Emergencias en el momento de la crisis. Tras la tormenta, ambos fueron destituidos. Pero, ¿se debería formar un solo chivo expiatorio en estas situaciones?

La respuesta es compleja. La gestión de emergencias requiere no solo un liderazgo competente, sino también la capacidad para aprender de las malas decisiones. Como dije, el optimismo desmedido puede llevarnos directamente al abismo. En la cocina de la vida, una pizca de realismo siempre ayuda.

¿Reformar o reinventar el sistema de emergencias?

La gestión inefectiva frutos del DANA deja al desnudo la discusión sobre la diversidad del liderazgo en las emergencias. Es esencial que quienes estén a cargo de la gestión en situaciones críticas tengan experiencia ajustada a la amenaza que enfrentan. En una era donde la información es poder, depender de un solo perfil de coordinación como el de un especialista en incendios parece una estrategia arriesgada.

¿No hemos aprendido de los errores del pasado? Podríamos argumentar que las emergencias que involucran inundaciones requieren un enfoque interdisciplinario. Los perfiles variados son necesarios, desde expertos en gestión del agua hasta meteorólogos que entiendan las dinámicas de presión en tiempo real.

Un vistazo a la nueva gestión de emergencias

Con la llegada del nuevo conseller, Juan Carlos Valderrama, el océano de retos se extenderá hacia adelante. Ante la puerta de la desconfianza, hay aspectos que deben ser cambiados. La posición de Martín Moratilla sigue figurando, y uno se pregunta: ¿será capaz de afinar su experiencia y finalmente destacar en el mar de incertidumbres y aguas turbulentas de la próxima crisis?

Dejando de lado los aspectos administrativos, este asunto pasa por la empatía humana. Durante situaciones de crisis, las personas no solo necesitan un plan de acción, sino también un liderazgo que se preocupe por su bienestar. Después de una experiencia de tal magnitud, sería ideal que de la gestión surjan voces sinceras y compasivas.

Reflexiones finales sobre emergencias y liderazgo

Al final del día, días de lluvia intensa y tormenta no solo traen agua; también desnudan las debilidades de nuestro sistema. Mientras tomamos esta tragedia como una lección, es vital recordar que un equipo cohesionado y bien preparado no solo puede salvar vidas, sino también construir confianza en comunidades que, a menudo, se sienten abandonadas.

Y a ti que formas parte de esta conversación: ¿qué tipo de liderazgo consideras esencial en situaciones crisis? La respuesta está en el aire, pero lo importante es que no nos quedemos callados. Con cada discusión, cada esquina oscura que desnudamos, creamos espacio para una mejora genuina.

La realidad es que, mientras nos preparamos para el futuro, solo hay una certeza: las emergencias están a la vuelta de la esquina. La respuesta debe ser más que “estamos listos” —debe ser un compromiso constante de aprendizaje y adaptabilidad. ¿Estamos listos para dar ese paso hacia adelante?


Espero que esta reflexión sobre los sucesos de la DANA te haya parecido informativa y entretenida. Mientras compartimos nuestras experiencias, cada palabra puede convertirse en la base de un mejor mañana. ¡No olvides compartir tus pensamientos!