Desde hace décadas, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha sido una de las piedras angulares de la política en Euskadi. Sin embargo, en este primer trimestre de 2023, hemos sido testigos de un inesperado giro en su dirección. ¿Quién diría que el momento de renovación del partido, que se esperaba fuera un simple trámite, se ha convertido en un auténtico drama político?

Un liderazgo que parecía estable

Para muchas personas, la imagen que tengo del PNV siempre fue de un grupo políticamente sólido y un tanto monolítico. Tras años de liderazgo de Andoni Ortuzar, las cosas parecían estar en calma. No voy a negar que había momentos en los que pensé que posiblemente los jeltzales habían aprendido a manejar sus diferencias eficientemente, “¡mira qué bien se llevan!”, exclamaba yo mientras leía la prensa. En un vistazo, parecidos a un grupo de amigos que se ríen y hablan mientras asan un chorizo en un batzoki.

Sin embargo, desde marzo se comenzaron a vislumbrar nubes de tormenta. El PNV cerraba su proceso interno, y la lógica apuntaba a que Ortuzar continuaría liderando el partido por un nuevo período de cuatro años, justo lo que el partido necesita, según los defensores de la continuidad. Pero el destino siempre tiene una manera de sorprendernos, y la llegada de un nuevo candidato cambió las reglas del juego.

La carta que lo cambió todo

El 18 de enero, Ortuzar sorprendió a todos —en especial a mí, que lo tenía como un líder casi omnipresente en la política vasca— al anunciar su intención de repetir como presidente del Euzkadi Buru Batzar (EBB). «¿Y si él era el que traía la renovación?», me pregunté. En su carta a los militantes, él mismo mencionó que aunque algunos pedían un cambio total, también había quienes consideraban “muy arriesgado cambiarlo todo al mismo tiempo”. En mi mente, eso sonaba bastante razonable, ¿no?

Sin embargo, esto se tornó más interesante cuando Aitor Esteban, el portavoz del PNV en el Congreso, comenzó a recoger un apoyo notable en la militancia. Al leerlo, recordé cuando en el colegio me peleaba con mis amigos para ver quién tendría el reclamo del recreo. Pero en este caso, no eran solo unos pocos niños con un baloncito, sino figuras políticas competidoras que podrían transformar el futuro del partido.

El proceso electoral interno del PNV: un espectáculo digno de un reality show

¡Qué emocionante se vuelve todo! En una primera vuelta llena de giros y sorpresas, los compañeros y rivales de Ortuzar se alinean en los batzokis (sede del PNV) de toda Euskadi. Yo me sentía como si estuviera viendo uno de esos reality shows donde todos los aspirantes hacen verdaderos esfuerzos para captar la atención. Los participantes no solo tienen que lidiar con sus estrategias políticas, sino que tienen que lidiar con el apoyo popular, las ansias de renovación y, por supuesto, la política interna.

Con el esperado cierre del proceso programado para finales de marzo, muchos nos preguntamos: ¿será suficiente el carisma de Ortuzar para mantener a raya a Esteban, el candidato indiscutido en Guipúzcoa, y Markel Olano, el exdiputado general de la provincia? A mí me aleja la idea de esa competencia amistosa entre ellos y un poco de humor —menos “Quien quiere ser Millonario” y más “Gran Hermano”.

Las raíces del conflicto

Cabe recordar unos antecedentes fascinantes sobre el PNV. En 1986, el partido vivió una ruptura significativa con la creación de Eusko Alkartasuna, un cisma que hoy ha quedado prácticamente disipado. No obstante, la memoria colectiva no olvida fácilmente esos días convulsos. Todos recordamos los cuentos de esas luchas por el liderazgo que habrían sonado hasta épicos en cualquier novela de aventuras. La pelea entre Josu Jon Imaz y Joseba Egibar en 2003 fue otra saga en la historia de este partido que, una vez más, se encuentra entre las posibilidades de una batalla por el poder.

Hoy nos hallamos en un paisaje político donde los vientos soplan desde distintas direcciones. No podemos dejar de observar que PP y PNV se encuentran cada vez más alejados, lo que hace que la necesidad de un liderazgo fuerte y coherente sea vital para no quedar atrapados en la contienda incesante.

Aitor Esteban: Un rival digno

Para ser justos, Aitor Esteban se ha ganado un lugar en la política por su compromiso y lealtad al partido. Con su carrera como abogado, profesor y político, no es solo un «nuevo chico en el barrio», sino un peso pesado del PNV. Quién no recuerda su célebre frase dirigida a Rajoy: «si bien me quieres Mariano, da menos leña y más grano». ¡Eso tiene más peso que cualquier argumento elaborado desde un discurso académico!

Su papel como portavoz del partido en el Congreso ha sido vital, y su conexión con los militantes parece estar más fuerte que nunca. Se ve que el hombre sabe cómo ganarse al público, como un buen presentador de televisión en horario estelar. Por lo que sería un espectáculo ver lo que ocurre en la segunda vuelta, donde Ortuzar y Esteban podrían enfrentarse de tú a tú en un duelo decisivo.

La realidad del poder: ¿Quién navegará mejor?

Al hablar de liderazgo y estrategias, se deben considerar los peligros inherentes en la política y el manejo de los apoyos de los diferentes territorios. Así es como todo comienza a complicarse. Ortuzar puede tener la experiencia necesaria, pero la forma en la que se mueve en este nuevo entorno, en el que Esteban ha acumulado un importante respaldo, podría ser decisiva.

Sin embargo, uno siempre puede preguntarse: ¿realmente necesitamos una renovación total del liderazgo en el PNV? Al fin y al cabo, el partido ha disfrutado de una estabilidad relativa, aunque esa estabilidad pueda estar dicotomizada por un cambio tangible entre generaciones y enfoques.

Para aquellos que prefieren la estabilidad, Ortuzar ha representado esa figura casi estable en el PNV desde 2013. A mí me hace pensar en esos cafés que encuentras en cada esquina de tu barrio: son un lugar seguro, con un aroma que ya conoces, donde puedes encontrar tu café negro cada mañana. Pero, ¿no les gustaría a algunos aventurarse más allá y probar cosas nuevas, como un latte con almendra o un chai latte especiado? Solo el tiempo lo dirá.

¿Y qué hay del futuro?

Por más que se presionen las teclas en la máquina política, hay algo que no cambiará: la historia del PNV sigue escribiéndose. En unos meses, conoceremos el resultado de esta competencia. El 29 y 30 de marzo se realizará la asamblea general que proclamará a los nuevos miembros del EBB. La tensión se ha palpado en los batzokis, y la expectación entre los militantes es evidente.

Las élites políticas tienen que recordar que, en última instancia, son los ciudadanos quienes deciden en quién depositan su confianza. Ya sea en la figura histórica de Ortuzar o en la sorpresa emergente que es Esteban, la cuestión radica en la capacidad de cada uno para conectar con las necesidades y aspiraciones de su electorado.

Un futuro incierto pero emocionante

¡Vaya que los próximos meses se perfilan emocionantes! Ya sea con el liderazgo renovado de un Ortuzar continuo, o con Esteban a la cabeza, hay un mar de posibilidades a la vista. Después de todo, la política siempre ha sido el arte de lo posible. Uno sólo puede esperar que el buen sentido prevalezca y que el PNV, en medio de estas transiciones, no se pierda en la búsqueda de innovaciones y en la tradición.

Así que mientras seguimos mirando con atención lo que ocurre en las asambleas, recordemos que cualquier cambio que transpire no es más que una piedra en el camino colectivo hacia el bienestar de Euskadi y su gente. ¿Quién necesita más drama cuando hay votos en juego, verdad? Solo queda una pregunta en el aire: ¿será posible que los jeltzales encuentren la fórmula mágica entre continuidad y renovación que asegure un futuro brillante para todos? ¡Sólo el tiempo traerá respuestas!