El balonmano femenino en España, como muchas otras cosas en el deporte, tiene sus altibajos, pero hay veces que la decepción se siente más profunda. Este martes, la selección española femenina de balonmano, popularmente conocidas como las Guerreras, se enfrentó a Polonia en un partido que prometía, pero que terminó siendo una amarga despedida del Campeonato Europeo. Y aquí estoy, reflexionando sobre cómo un equipo que tenía todo para brillar puede caer con tal estruendo. ¿Te has sentido alguna vez así? Es como cuando te preparas para salir y, justo antes de abrir la puerta, te das cuenta de que olvidaste llevar algo esencial. ¡Vaya fastidio!

Un partido que comenzó con esperanzas

El encuentro dio inicio de una manera que nos llenó de ilusión. España empezó arrolladora, con un parcial de 3-0 que despertó nuestros ánimos. Pasando como si lleváramos a las espaldas el impulso de una victoria aplastante, logramos meter tres goles a puerta vacía. Podemos imaginarnos la emoción en las gradas, los aplausos resonando, y la adrenalina subiendo como un fenómeno natural. Pero, como ocurre en muchas películas de suspense, la felicidad fue efímera.

Polonia, con su defensa feroz y una estrategia bien trazada, no tardó en cortar la euforia. La selección española se vio atrapada en una telaraña defensiva que, honestamente, no supieron cómo deshacer. ¿Alguna vez te has encontrado en una situación así, donde a pesar de todos tus intentos por salir, parece que todo conspira en tu contra? Eso es exactamente lo que sintieron nuestras Guerreras.

Un encuentro lleno de altibajos

Durante los primeros 30 minutos, la capacidad de reacción de Polonia dejó a España en una situación complicada. Uno podría pensar que la presión de estar en una competición tan importante podría llevar a un rendimiento espectacular, pero en este caso sucedió lo contrario. Las Guerreras apenas lograban hacer daño, mostrando un poco de brillantez aquí y allá, pero, al igual que en la vida real, cuando las cosas se complican, es muy fácil caer en la frustración.

La expulsión de la lateral polaca, Paulina Uscinowicz, por un manotazo a Ester Somaza, encendió un rayo de esperanza, pero no fue suficiente. La defensa rival mantuvo a España bajo presión constante, y aunque hubo destellos de calidad, el poco acierto ante la portería las dejó tambaleando.

¿Te has preguntado alguna vez por qué a veces parece que todo se alinea en nuestra contra? Es un misterio que a menudo me hace reflexionar.

El nuevo formato y las lecciones aprendidas

Con la reciente implementación de un nuevo formato en el campeonato, ahora solo dos selecciones de cada grupo tienen el privilegio de avanzar. La eliminación de las Guerreras, tras haber derrotado a Portugal y haber luchado de igual a igual contra la campeona del mundo, Francia, plantea preguntas. ¿Por qué un equipo que mostró tanto potencial en la fase previa no logró dejar su huella en este partido crucial?

La selección volvió a casa con un balance de goles positivo, pero eso no es suficiente para consolar el corazón de sus seguidores y, mucho menos, de ellas mismas. Se podría argumentar que el nuevo formato de este año le ha dado una vuelta de tuerca al torneo, algo así como una ruleta rusa en la que no todos están dispuestos a jugar.

¿No es irónico? A veces, el destino parece tener más planes para nosotros de los que podemos anticipar.

Mirando hacia el futuro: los Juegos de 2028 y el Mundial de 2029

A pesar del desánimo, hay que destacar que las Guerreras no están perdidas en el abismo. La mente de cada una de ellas está puesta en los próximos retos: los Juegos de 2028 y el Mundial de 2029, que se jugará en casa. Esa es una perspectiva que debería darnos algo de optimismo, aunque, sinceramente, es complicado mirar hacia adelante cuando el presente duele tanto.

En mi experiencia personal, he visto equipos levantarse de las cenizas y transformar la decepción en combustible para su próxima batalla. ¿No es eso lo que todos deseamos en la vida? Convertir nuestras caídas en lecciones y nuestros tropiezos en escalones hacia el éxito.

Reflexiones finales y un mensaje de esperanza

La eliminación de las Guerreras ha dejado un vacío en nuestros corazones, pero también nos ofrece una lección valiosa: incluso en nuestros momentos más oscuros, debemos recordar que la resiliencia y el trabajo en equipo son la clave para superar cualquier adversidad. Al igual que en el balonmano, en la vida a veces estamos a merced de una defensa impenetrable, pero nunca debemos dejar de intentar romperla.

Me quedo pensando en cómo es posible que un equipo formado por mujeres con tanto talento no haya podido avanzar en esta ocasión. Pero al final del día, lo que más importa es que este equipo tiene la capacidad de renacer y volver más fuerte.

Así que, Guerreras, aunque este capítulo haya terminado, el libro está lejos de cerrarse. La próxima vez que nos encontremos en la cancha, esperaremos verles jugar con todo su corazón, como siempre lo han hecho. Y como dirían los optimistas: “mejor días vendrán”.

¿Y tú, qué lecciones te llevas de esta experiencia?