En un rincón del viejo continente, donde las tapas son más que un simple aperitivo y el flamenco resuena en cada esquina, la economía española está viviendo un capítulo notable. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revelado que la economía de España creció un 3,2% en 2024, una cifra que se asemeja más a un cóctel de celebraciones que a una mera estadística. Pero, antes de descorchar el vino, veamos lo que realmente ocurre tras este crecimiento.
Un vistazo a los logros económicos
Comencemos por abordar lo que está funcionando en la economía. El consumo de los hogares ha comenzado a repuntar, casi agradecido de que la inflación no esté tan presente como antes, permitiendo a las familias respirar un poco más aliviadas. Las subidas salariales, que han alcanzado un promedio del 5%, han ayudado a que la gente empiece a permitirse esos lujos que antes parecían inalcanzables: una cena fuera, unos zapatos nuevos o incluso… ¡una escapada!
Además, la actualización de las pensiones al 8,5% ha hecho que muchas personas mayores también estén contribuyendo con su parte al consumo, aunque, seamos honestos, también puede que estén disfrutando de más días en la cafetería, comentando las novedades del barrio y, por supuesto, comprando golosinas para los nietos.
Y si pensabas que el turismo había tocado su techo, piénsalo de nuevo. Este sector se está comportando como un rockstar en su gira de despedida, atrayendo a miles de visitantes a cada rincón de España. Y no es solo el sol y la playa; incluso las montañas están de moda. ¿Quién lo diría?
La inmigración como motor de crecimiento
A menudo, el término «inmigración» se acompaña de tantas connotaciones que los titulares parecen preparados para encender debates acalorados. Sin embargo, en este caso, la llegada de inmigrantes ha sido un verdadero bálsamo para la economía. Según la Encuesta de Población Activa, de los 468,000 puestos de trabajo creados, un 88% corresponde a trabajadores extranjeros o con doble nacionalidad. Esto definitivamente plantea la pregunta: si los españoles no toman esos puestos de trabajo, ¿se quedarán en casa viendo series en Netflix?
En medio de todo esto, es bueno notar que el consumo público también ha aumentado con fuerza, impulsado por las comunidades autónomas que han decidido gastar un poco más, aún después de la fuerte inversión durante la pandemia. Una buena noticia para aquellos que creen que el gobierno puede, en realidad, hacer algo bueno con nuestro dinero.
Las sombras del crecimiento
Pero no todo es luz y color en esta fiesta económica. Vamos a hablar de lo que realmente se encuentra en el fondo del vaso: la productividad. Aunque ha comenzado a recuperarse tras varios años estancada, no se muestra tan feliz; crece con la fuerza de un gato persiguiendo un ratón, pero se necesita un león para marcar la diferencia.
Es importante mencionar que gran parte de este crecimiento se ha generado sumando población, lo que significa que el PIB per cápita ha quedado un poco de lado. Así que, mientras las cifras económicas dramáticas suenan a gloria para algunos, muchos españoles pueden sentirse como si estuvieran en un carrusel que no se detiene jamás: girando, girando, pero sin llegar a ningún lado.
Algunos segmentos de la población todavía sienten que la recuperación no es tan intensa como muestran los números. ¿Te suena familiar? Esa sensación de que el dinero se escapa como agua entre los dedos, y lo que se siente más como un frágil hilo que une a todos.
La inversión privada en modo standby
Si lo piensas, uno de los aspectos más preocupantes del crecimiento actual es la inversión privada. A pesar de los fondos europeos que llegan con un aroma a esperanza, esta categoría está más lenta que un coche en una carretera de montaña. Las empresas pueden tener cuentas sanas, pero el miedo y la incertidumbre aún parecen tener el control. Y, por si fuera poco, la noticia de que los tipos de interés han comenzado a descender suena como un viejo disco que nunca se detiene.
La economía en busca de equilibrio
En el cuarto trimestre de 2024, la economía experimentó un vigoroso aumento del 0,8%, impulsado en gran parte por el consumo familiar. Las familias parecen estar listas para gastar, porque, claro, ¿quién no desea paliar el efecto de un invierno helado con un poco de actividad comercial? Pero, por otro lado, el consumo público y las exportaciones han mostrado señales de desaceleración. Si hablamos en términos futbolísticos, este es el momento en el que la afición contiene la respiración. Ese «offside» que podría convertir el juego en un momento épico o de desesperanza.
Y, como si fuera un episodio de una serie de televisión que no sabes si es una comedia o un drama, el sector exterior ha contribuido de manera negativa a la actividad económica. Al final, el aumento del consumo nacional parece que lleva a más importaciones, dejando a las exportaciones a un lado, como el último invitado en una fiesta de la que ni siquiera fue mencionado el nombre.
¿Qué depara el futuro?
José María Romero, director de Economía de Equipo Económico, apunta que, a pesar de los vientos en contra, ese 3% de crecimiento del PIB es algo que podemos esperar para este año. Suena bien, pero no nos dejemos llevar por la marea emocional. A veces, el crecimiento es más como un crecimiento lento que se desarrolla detrás de una pantalla, además de insinuar que no todo “luz verde” también es “todo en orden”.
Antonio Madera, economista jefe de EthiFinance, ha observado que el comportamiento de los servicios es un indicio positivo, y de hecho, coincidimos hasta que son pocos los momentos en los que se ve una economía que realmente «salta». La moderación en la inflación ha dado lugar a una mejor demanda, pero es necesario preguntar si esto será sostenible a largo plazo.
Reflexiones finales: ¿en qué dirección vamos?
Así que, amigos, la historia de la economía española en 2024 es una mezcla de luces y sombras. Por un lado, estamos viendo crecimiento, turismo y un consumo resurgente que a muchos les debe metabolizar los buenos momentos tras años de incertidumbre. Por otro lado, estamos luchando con la productividad estancada, una inversión privada perezosa y la creciente nerviosidad ante un futuro que, aunque brilla, todavía no es lo que esperábamos.
En resumen, la economía de España está viajando en un tren de alta velocidad. Esperemos que eventualmente pueda detenerse de manera segura y que no solo podamos mirar los números, sino también sentir su verdadero impacto en nuestros vidas. Y mientras tanto, te invito a seguir disfrutando del camino, tal vez con una tapa en la mano y un buen vino en la otra. Porque al final del día, el crecimiento no es solo un número, es un viaje y, sobre todo, un modo de vida.
¿Listos para el próximo capítulo? ¡Déjame un comentario y coméntame qué piensas sobre la economía actual!