La economía no es solo un sistema de cálculos y números. No, amigos, es también un fenómeno social, lleno de debates, pasiones y, claro, un poco de drama. Y quien mejor lo ilustra que Carles Manera, ese economista que ha decidido enfrentarse a los dogmas neoliberales en su obra “Economía en crisis. Aprendiendo de la historia económica”. Si te has preguntado alguna vez por qué los políticos dicen una cosa y hacen otra, o por qué la economía va bien mientras tú sigues sin poder llegar a fin de mes, este artículo es justo para ti.
En este artículo no solo ponderaremos los conceptos que nos ofrece Manera, sino que también reflexionaremos, nos reiremos (con un poco de humor sutil) y, de paso, cruzaremos algunas anécdotas de la vida cotidiana con la dura realidad económica de nuestro tiempo. ¡Prepárate para un viaje que promete ser revelador!
Un nuevo libro en tiempos de incertidumbre
Cuando Carles Manera habla de “crisis”, no se refiere únicamente a un fenómeno económico pasajero, sino a un fenómeno que tiene raíces en la historia. Y aquí hay una pequeña anécdota personal que me gustaría compartir contigo: hace algunos años, me encontré en una cena familiar con un economista que por pura casualidad era un ferviente defensor del liberalismo. La conversación rápidamente se tornó en un debate acalorado, donde se discutía si el crecimiento económico podía darse de manera sostenible sin un mayor gasto público. A lo que yo respondí tímidamente, «Pero, ¿y qué pasa con la gente que no llega a fin de mes?». Recuerdo que su respuesta fue más una mirada de incredulidad que otra cosa. Y aquí está la magia de lo que plantea Manera: la economía no puede ser vista como una cuestión emocional, ni tampoco una cuestión fría de números.
La apuesta por el gasto público
En el libro, Manera reitera un punto crucial: “lo que salva a la economía es el incremento del gasto público”. Olvida esas viejas creencias de que un recorte en los impuestos solucionará todos nuestros problemas. Si las familias tienen más recursos, ellos gastan más, lo que, a su vez, alimenta el crecimiento. Parece simple, pero, ¿alguien ha estado en una reunión familiar durante las vacaciones y ha notado cómo el gasto en comida puede influir en la atmósfera general? Más comida, más alegría, menos discusiones sobre la economía.
Así que aquí nos enfrentamos a un dilema: ¿debería el Estado gastar más? Si tomamos como referencia los resultados post-crisis en los años 2008 y 2020, cuando el gasto público se contrajo, la respuesta es clara. La economía española creció al 3% recientemente gracias a un aumento considerable del gasto público. ¡Bravo! Al menos en teoría. Pero la realidad es que muchos españoles aún sienten que esto no les afecta directamente.
Problemas estructurales: ¿dónde está la desconexión?
Manera también señala una desconexión evidente entre el crecimiento del PIB y la percepción individual de bienestar. La pregunta es: ¿por qué muchas familias no sienten que los brotes verdes de la economía las toquen? Es casi como sentarse al lado de un amigo que se ha ganado la lotería y que sigue quejándose de que su café está frío. Claro que hay un crecimiento, pero ¿dónde están los aumentos de sueldo, las mejoras en condiciones de trabajo o, sencillamente, la posibilidad de alquilar un lugar que no parece una caja de zapatos?
Una de las principales quejas es la vivienda, que se ha convertido en un auténtico rompecabezas. Pero, aquí viene lo interesante: la situación de la vivienda no solo es un problema del mercado. Es un problema que necesita la colaboración de distintas administraciones. Con el ambiente crispado que tenemos, resolver esto es más complicado que descifrar un enigma en una fiesta de rompecabezas.
El dilema de la bajada de impuestos
Ahora, revisemos la eterna pregunta: ¿bajar impuestos realmente resuelve problemas económicos? Manera, en su enfoque claro y directo, nos recuerda que no hay evidencia empírica que respalde esta afirmación. Hablando de bajadas de impuestos, me recuerda la vez que un amigo decidió que debería ser más frugal y quiso bajar el presupuesto de su red de Netflix. La conclusión fue que, en cuanto quitó la membresía, se pasó tres semanas viendo videos en TikTok. Moral de la historia: a veces, menos no siempre es más.
La importancia de los impuestos y la redistribución
Hablemos de impuestos, esa palabra que a muchos nos da escalofríos. Manera explica que los impuestos son “el instrumento central para la redistribución de la riqueza”. ¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo que sería vivir sin impuestos? Imagina que cada vez que compras algo, no va un céntimo a las escuelas, hospitales o carreteras. Pronto nos encontraríamos en un mundo donde todos nos veríamos obligados a arreglar nuestras propias calles, y, sinceramente, eso suena agotador.
También menciona cómo la recaudación fiscal ha permitido a nuestros gobiernos responder a crisis como la de la pandemia. Y aquí está la clave: los impuestos son el motor que mantiene en funcionamiento el estado del bienestar. No obstante, sabemos que muchas veces, la percepción que se tiene sobre el uso de esos impuestos es muy diferente. Así que, tal vez, deberíamos ponernos a explicar mejor a la gente dónde va su dinero. ¿Alguna vez has asistido a una reunión de vecinos donde se discuten las cuotas y la gente termina más confundida que al inicio? Exactamente lo mismo.
La guerra contra la inflación
En medio de todo este ruido sobre impuestos y gasto público, también hemos tenido que lidiar con otro monstruo: la inflación. Aquí es donde las cosas se complican. ¿Es posible hablar de un aumento de salario en medio de la inflación? Manera acierta al señalar que los bajos salarios son un problema estructural. En su visión, subiendo el salario mínimo no solo se benefician los trabajadores, sino que se retrata una economía que es más equitativa y más sostenible.
Recuerda, no se trata de regatear quién tiene más derechos, sino entender que todos somos parte del mismo diseño económico.
La hora del cambio: Los sindicatos y el futuro
Hagamos un alto en el camino y conversemos sobre el papel de los sindicatos. Manera hace énfasis en su relevancia a pesar de los momentos difíciles que han pasado. La figura del sindicato, ese ente que parece sacado de una serie de televisión de los años 80, es vital para mantener el equilibrio en el mercado laboral. En momentos de crisis, ¿qué haríamos sin un sindicato defendiendo nuestros derechos? Personalmente, creo que sería como tratar de navegar un barco sin timón.
Pone de manifiesto la importancia de abordar los problemas laborales de una manera que no enfrente a trabajadores nacionales contra inmigrantes. Al final, todos estamos luchando por la misma tarta, así que lo mejor sería aprender a hornearla mejor, en lugar de pelear por las migajas.
Mirando hacia el futuro: ¿qué viene?
A medida que el mundo sigue cambiando y enfrentando nuevos desafíos, las políticas del bienestar social que discutimos hoy deben adaptarse. ¿Veremos cambios significativos más allá de las elecciones? Manera pone el dedo en la llaga al decir que “las elecciones decidirán”. La realidad es que nuestras reflexiones colectivas y democráticas están más conectadas que nunca.
Sospechas y realidades
Cuando se habla de temas económicos, es fácil caer en la trampa de la ideología. Nos encontramos constantemente con propuestas que parecen tener sentido en la superficie, pero que, al profundizar, carecen de fundamento. En medio de esos discursos hay que recordar que, al final del día, la economía es algo vivo, sensible, ¡como un buen guiso! Necesita su tiempo de cocción, una pizca de sal… y a menudo, un poco de amor.
Recapitulando lo aprendido de Manera, queda claro que hay un gran potencial para la economía española si se encuentra la forma de unir fuerzas y construir un consenso. Necesitamos un debate abierto y constructivo, y no una guerra ideológica.
Así que, para cerrar este vistazo conversacional a la economía, quiero dejarte con una pregunta retórica: ¿por qué no podemos imaginar un futuro donde la economía no solo suba en cifras, sino que realmente mejore la calidad de vida de todos? La respuesta, queridos amigos, está en nuestras manos. O más bien, en nuestra capacidad para exigir un cambio, por medio de una política económica más comprensiva y solidaria.
Espero que este artículo te haya dado una nueva perspectiva sobre el tema. ¿Quién dice que la economía no puede ser entretenida? Ahora, ¡a seguir reflexionando y debatiendo!