El pasado martes, el pequeño pueblo de Sot de Chera, con su encantadora pero diminuta población de apenas 456 habitantes, vivió un acontecimiento que marcará una huella profunda en su historia. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) trajo consigo una crecida del río Sot que arrasó todo a su paso. Pero más allá de la tragedia y la destrucción, esta historia es también un reflejo de la resiliencia humana, la capacidad de levantarse y reconstruir tras el desastre. Hoy, exploraremos no solo los eventos que llevaron a esta situación crítica, sino también el espíritu indomable de los habitantes del pueblo.
La tarde que todo cambió
Como si se tratara de una escena de una película de terror, Tomás Cervera, el valiente alcalde de Sot de Chera, se vio atrapado en su casa junto a su familia cuando las aguas comenzaron a subir. ¿Te imaginas vivir una situación así? Una tarde tranquila, y, de repente, el patio de tu casa se convierte en un torrente furioso. Cervera intentó salir en coche, pero se encontró con otro vehículo bloqueando la salida. Así que, finalmente, se aventuraron a pie, arrastrando un cúmulo de emociones: el miedo, la incertidumbre, y el deseo de proteger a sus seres queridos.
Al llegar a un inmueble más alto, se encontraron con la difícil tarea de achicar agua durante horas. Imagínate a la familia, cansada y empapada, finalmente rendida, decidiendo irse a dormir, solo para despertar a la mañana siguiente y encontrarse con un escenario que habría aterrorizado a cualquiera: «Pensé que habíamos vuelto a la Edad de Piedra», confiesa Cervera.
Los dos puentes que conectaban las orillas del río estaban destruidos, separando al pueblo en dos, y la magnitud de la tragedia era difícil de asimilar. La situación se tornó aún más sombría, ya que la comunidad no solo enfrentaba la pérdida de infraestructura vital, sino la incertidumbre de no tener un aviso previo de que algo tan catastrófico pudiera acontecer.
Un pasado con recuerdos de desastres
Al recordar eventos pasados como la riada del 57, en la que las aguas del río Turia se desbordaron causando 81 muertes, la historia del pueblo de Sot de Chera se va entrelazando con relatos de lucha y resistencia. «Ni la riada del 57 fue tan catastrófica», repite Cervera, añadiendo un toque de perspectiva que nadie puede ignorar. La historia no ha sido amable con esta zona, y parece que ahora —como si fuese una broma cruel del destino— la naturaleza volvió a desatar su furia.
La preocupación por la presa de Chera
Uno de los temas más preocupantes surgió en las conversaciones acerca de la presa de Chera. Este viejo recurso, construido a principios del siglo XX, ha estado en el más absoluto abandono. ¿Cómo puede la comunidad confiar en la seguridad de una presa con deficiencias estructurales? Cervera se convirtió en el portavoz de la alarma, reportando la situación a los técnicos. Después de evaluar el estado, lograron declarar una situación de emergencia.
Parece que la única constante en situaciones así es la incertidumbre. «Las inundaciones superan la capacidad de atención de los medios y recursos locales», describe Cervera con un hondo sentido de responsabilidad. Llevar una carga tan pesada en uno mismo no es fácil, ¿verdad? Pero, en medio de la tormenta —tanto literal como figurativa— hay luces de esperanza.
La comunidad en tiempos de crisis
La respuesta de la comunidad ha sido notable. Aunque el 112 GVA reportó que los niveles de agua estaban estabilizándose y comenzaban a bajar, la precaución llevó a la evacuación de 50 vecinos que vivían cerca de zonas de riesgo. Y aquí reside la esencia de lo que significa pertenecer a una comunidad: el cuidado entre sí. Muchos de los evacuados ya se habían «autoevacuado» a segundas residencias, y la realidad es que, en medio del caos, la solidaridad floreció.
Cada pequeño gesto cuenta. Un vaso de agua ofrecido a un vecino, una mano amiga para limpiar, o simplemente el consuelo de compartir malas noticias. La lucha por sobrevivir este cataclismo se entrelaza con la determinación de recuperar la vida habitual.
Un camino de reconstrucción
El alcalde sabe que el camino hacia la recuperación es largo. «Aquí tenemos una situación catastrófica, pero como en muchas otras partes de la provincia», dice Cervera, marcando un tono de unión que se siente en todo el municipio. La realidad es que muchos pueblos están lidiando con sus propias batallas, y juntos pueden encontrar la fuerza para avanzar.
Se anticipa que los servicios básicos en su totalidad no se recuperarán en meses, y la difícil tarea de «repensar el pueblo» está por delante. ¿Qué significa tener un pueblo definido como eminentemente turístico cuando todas las infraestructuras alrededor han desaparecido? Es una pregunta que quedará en el aire mientras la comunidad trabaja codo a codo en la reconstrucción de su hogar.
La imagen de Sot de Chera será diferente, sin importar cómo se resuelva la crisis. Habrá lecciones aprendidas, historias compartidas y un renovado sentido de unidad. Al igual que un rompecabezas, algunos días serán más complicados, pero los habitantes están decididos a completar la imagen, pieza por pieza.
Reflexiones finales
La historia de Sot de Chera no es solo un relato de tragedia; es un testimonio de la fortaleza humana, de la tenacidad ante la adversidad y de la esencia misma de lo que significa ser parte de una comunidad. Todos enfrentamos desafíos, y al recordar el desafortunado evento en este pequeño pueblo, nos damos cuenta de que siempre hay espacio para la esperanza.
Soy un firme creyente en que tras cada tormenta viene la calma, y podemos encontrar la belleza en la destrucción. La historia de Sot de Chera se escribirá con recuerdos de su lucha y la indefatigable voluntad de sus vecinos de seguir adelante. Así que, la próxima vez que enfrentes una dificultad, recuerda a Tomás Cervera y su comprometida comunidad. ¿No crees que a veces es en las crisis donde realmente vemos el coraje de la gente?
La comunidad se levantará, y estoy seguro de que Sot de Chera tiene un futuro brillante por delante, lleno de resiliencia, unión y, sobre todo, amor por su hogar. La naturaleza puede ser impredecible, pero también es un poderoso recordatorio de nuestra propia fragilidad y fortaleza. De alguna manera, todos somos parte de esta misma historia, buscando construir un mundo mejor, un día a la vez.