La historia del FC Barcelona es famosa por su grandeza y su capacidad para atraer a socios apasionados y seguidores en todo el mundo. Sin embargo, en los últimos tiempos, el club ha sido objeto de críticas por su gestión financiera y problemas institucionales que han puesto en entredicho su legado. Si eres uno de esos admiradores que sueña con un Barça triunfante en el campo y en la mesa de negociación, sigue leyendo porque la actualidad del club es tan turbulenta como emocionante.
El 19 de octubre: una asamblea con tintes de drama
El próximo 19 de octubre, los socios compromisarios del Barça se reunirán en una asamblea marcada por la incertidumbre y un evidente ambiente cargado de tensiones. Aquí es donde les prometo que la historia se vuelve realmente interesante. El club ha presentado pérdidas ascendente a 91 millones de euros, lo que ha hecho que el auditor Grant Thornton levante su voz de alarma, sugiriendo que la situación podría ser aún más crítica. ¿Quién no querría estar en sala de operaciones de uno de los clubes más importantes del mundo en un momento así?
Imagina estar rodeado de fervientes hinchas, algunos de ellos probablemente más apasionados por los dramas internos que por el propio fútbol. Entre pucheros y susurros, las preocupaciones sobre la gestión actual fluyen como un torrente. Primero, hay que aprobar los resultados del pasado ejercicio y el presupuesto actual. En otras palabras, una rica mezcla de números y emociones a flor de piel que podría rivalizar con cualquier partido de LaLiga.
“Te pido que la próxima, ya te lo ha pedido Jaume Llopis, sea presencial.» Estas fueron palabras de Joan Gaspart, quien, evidentemente, quería que su petición fuera escuchada. Pero, ¿quién está realmente escuchando las preocupaciones de los socios?
¿Es realmente una asamblea democrática?
Lo que supuestamente debería ser un ejercicio democrático se ha convertido en un campo de batalla. El propio Laporta, en un intento de manejar la situación, se comprometió a realizar una asamblea híbrida, que combinara lo presencial con lo digital. Pero a medida que se acercaba la reunión, las promesas parecieron desvanecerse como una ilusión óptica. Y así, la realidad se enfrenta a la retórica. ¿No se supone que el fútbol es sobre honestidad y transparencia? Es como esos penaltis que luego se invalidan por un milímetro de fuera de juego.
Las acusaciones vuelven a surgir
Los comentarios de Jaume Llopis, senador y antiguo miembro de la Comisión del Espai Barça, no son precisamente suaves. Llopis no se ha mordido la lengua al criticar la gestión financiera del club. Él ha señalado que lo que se describía como «objeto de riqueza» ha terminado siendo un «pufo» de dimensiones colosales. La proverbial palanca mágica que se hizo famosa en los términos de Barça Studios ha resultado ser, al parecer, una ilusión óptica que ni Houdini podría haber conjurado con tanta destreza.
«Laporta ha mentido al socio», tal fue el juicio de Llopis. La ironía tras estas palabras no se pierde: ¿acaso no hemos visto esto en otras instituciones? El eslogan clásico de aquellos que lideran una entidad, muchos de ellos, parece ser: ‘Lo siento, pero eso no fue parte del trato.’
Un análisis de las pérdidas y auditorías
Hablemos de números porque, seamos honestos, a veces esos son los únicos que parecen importar. En este punto, las palabras de Grant Thornton son cruciales. Este auditor no se limitó a dar una palmadita en la espalda; declaró que el club simplemente no ha valorado correctamente su situación. Afirman que el 54 % de Barça Visión no tiene el valor que se asignó contablemente. La frase “el club no ha facilitado una nueva valoración” resuena como un eco de alarmas en el oídos de los socios.
La discrepancia entre el auditor y el Barça sobre los números es palpable y ácida. Mientras el auditor ve un deterioro y pérdidas, el club busca razones y justificaciones para mantener la fe en su modelo de negocio. Pero, llámame escéptico, ¿realmente ahora hay «motivos suficientes que justifican el valor actual de la compañía»?
¿Un club saneado o al borde del abismo?
Barça Studios debería ser su salvación, pero ahora se presenta como una especie de limbo financiero. La entidad ha tenido ingresos apenas superiores a los 70,000 euros. ¿Dónde está el colorido desfile de cifras que solía atraer a la comunidad? En cambio, nos encontraremos con el escueto y frío número que indica que el club parece estar atravesando una crisis de identidad.
A medida que se profundiza en el análisis, las interrogantes florecen: ¿qué nuevos inversores esperan que lleguen? Jaume Roures, un nombre que resuena en círculos financieros, recuperó sus diez millones de euros. Según Llopis, lo que antes era oro ha quedado reducido a un simple “solamente” al ver los balances.
La crisis institucional: Negreira y más
Y en medio de todo este panorama sombrío, la tormenta externa se agita. El escándalo del Caso Negreira, que implica a expresidentes y al propio Laporta, no es más que una guinda amarga en el pastel de la crisis institucional. Con imputaciones por cohecho, administración desleal y falsedad documental, la situación se complica aún más.
Las pruebas parecen apuntar a que la comunidad está perdiendo la fe, y esto se traduce en la escasa asistencia a la asamblea —sólo el 14.46% de los socios se presentaron. No se puede culpar a la pandemia o a otros factores; se trata de una cuestión de confianza, o la falta de ella.
¿Podrían ser estos grupos de oposición, en su intento por movilizar a más socios, la solución a un problema que muchos consideran endémico? La crisis de participación no es sólo un número, es una manifiesta desconexión de la cultura e historia del club.
Un llamado a la acción
Como hinchas, nos encontramos en un momento crucial. La gestión de Joan Laporta está en la cuerda floja y la asamblea no parece más que una representación teatral donde los actores principales están haciendo malabares para mantener la posición. La ironía es que el fútbol, un juego basado en las pasiones, ahora se encuentra mediado por cifras que no aparecen en los resultados de los partidos.
La importancia de la asamblea no radica únicamente en números, sino en la voz de los socios. ¿Cómo podemos permitir que una comunidad de millones se convierta en un grupo de pocos? Los jugadores, los aficionados y, por supuesto, los mismos socios, debieran ser los primeros en tener voz y voto.
Conclusiones
El FC Barcelona no es solo un club de fútbol; es una comunidad global y un símbolo de luchas, aspiraciones y, lamentablemente, actualmente, de incertidumbre. La próxima asamblea del 19 de octubre será un momento crucial no solo para los números de la temporada pasada, sino para el futuro del club en su conjunto.
Con un panorama que toca las fibras más profundas de nuestra identidad como seguidores, nos vemos obligados a plantearnos preguntas difíciles. La verdadera esencia del Barcelona debería estar anclada no solo en ganar títulos, sino en construir una fundación sólida y sostenible.
¿Logrará Laporta formar un proyecto que devuelva la esencia que ha hecho del Barcelona el club que todos amamos? Solo el tiempo lo dirá, pero como aficionados, siempre tendremos algo que aportar a esta narrativa. Curious, engaged and ever hopeful—esa es la esencia del verdadero culé.