La violencia de género es un tema que, lamentablemente, parece no tener fin. Recientemente, hemos sido testigos de un caso más en España que nos recuerda la gravedad de este problema. En la localidad asturiana de Sama de Langreo, una mujer de 40 años, Karilenia, fue asesinada por su pareja en un acto brutal. Esta historia se vuelve más trágica cuando consideramos que Karilenia era madre de tres hijos menores de edad que, afortunadamente, no estaban en el hogar en ese momento. Pero, ¿cuántas veces más tendremos que leer estas noticias? ¿Cuántas más víctimas deben ocurrir antes de que la sociedad despierte y actúe?

Un crimen que sacudió a la comunidad

El suceso ocurrió el pasado viernes a eso de las 11:00 de la noche. Según la delegada del Gobierno en Asturias, Adriana Lastra, el hombre, que había tenido una relación «afectiva» con Karilenia, la apuñaló en plena calle. Imagínate eso por un momento: una mujer, en la oscuridad de una noche cualquiera, se convierte en víctima de una violencia total. Aunque los servicios de emergencia llegaron rápidamente al lugar, su intervención no pudo salvarla. La rapidez de la actuación policial y la colaboración de algunos vecinos, que incluso intentaron ayudarla, fueron claves para detener al presunto asesino.

Aquí es donde se hace evidente la complicidad comunitaria: aunque no se conocían muchas denuncias previas, habrá que preguntarse si, en medio de una situación tan alarmante, el silencio de la sociedad sigue siendo una opción. ¿Cuántas veces hemos visto, oído o sentido algo extraño y hemos optado por no intervenir?

La historia detrás del número

Karilenia es la primera víctima de violencia de género en 2025 en España. Este dato parecería un mero número estadístico, pero detrás de él hay una vida, un futuro truncado y, sobre todo, un sufrimiento que no se limita solo a la víctima, sino que también afecta a sus seres queridos. Sus tres hijos, de entre 7 y 15 años, ahora enfrentan un vacío que nunca podrán llenar. Es fácil mirar desde afuera y pensar “esto no me afecta”, pero ¿realmente no nos afecta a todos? La violencia de género es una amenaza para toda la sociedad, y la sangre de Karilenia se convierte en un grito de alerta para todos.

Antecedentes inquietantes

El presunto asesino, un hombre de 71 años de Langreo, ya poseía antecedentes por otro caso de violencia de género que ocurrió hace una década. Esto plantea una pregunta inquietante: ¿cómo es posible que alguien con un historial de comportamiento violento pueda estar en una relación de pareja sin que se tomen las medidas preventivas adecuadas? Lamentablemente, este no es un caso aislado. A menudo, la sociedad y, en especial, las instituciones, parecen estar un paso atrás en la protección de potenciales víctimas.

La respuesta institucional: ¿es suficiente?

Las reacciones de las autoridades no se han hecho esperar. La Delegación del Gobierno, junto con el Ayuntamiento de Langreo y el Gobierno del Principado de Asturias, han condenado enérgicamente el asesinato y han expresado su apoyo a la familia. Se han puesto a disposición recursos psicológicos, jurídicos y de protección para los cercanos a Karilenia.

Pero aquí hay un detalle crucial: ¿realmente es suficiente con condenar y ofrecer asistencia? Algunos podrían argumentar que estas son acciones necesarias, pero lo que se necesita urgentemente es un cambio cultural. Necesitamos un compromiso colectivo para erradicar la violencia machista, un grito unánime que se alce sobre el ruido ensordecedor de la indiferencia.

La convocatoria de una concentración

A raíz de la tragedia, se ha convocado una concentración el sábado 1 de febrero a las 17:00 horas frente al Ayuntamiento de Langreo para condenar este asesinato. Un gesto importante, sin duda. Sin embargo, nuevamente surge la pregunta: ¿asistirán quienes realmente se preocupan por la situación en la que vivimos, o solo será un evento más que se olvidará en unos días? Para que esto cambie, necesitamos más que discursos; necesitamos acciones contundentes.

El papel de la educación y la prevención

¿Y qué hay de la educación? Este es un tema fundamental que rara vez se trata con la seriedad que merece. La violencia de género no surge de la nada; tiene raíces históricas y culturales profundamente arraigadas. Desde una edad temprana, es crucial educar a las y los jóvenes sobre la igualdad, el respeto y la importancia de denunciar cualquier tipo de abuso. Necesitamos comenzar desde la base para que la próxima generación no repita los errores del pasado.

Reflexiones finales

Karilenia no es solo una víctima más dentro de las estadísticas de violencia de género; es un recordatorio de que el silencio y la inacción no son opciones. La violencia machista no es un asunto privado; es una cuestión de derechos humanos. Y todos, desde nuestros propios círculos hasta la sociedad en general, tenemos un papel fundamental en este asunto.

Es hora de reconocer que la violencia de género nos afecta a todos. Cada vez que ignoramos o justificamos un comportamiento violento, estamos permitiendo que la cultura de la violencia continúe. Es el momento de levantar la voz, de actuar, porque cada vida perdida es una oportunidad de cambio que se va para siempre.

Llamemos al cambio, a la acción. La próxima vez que escuchemos que una mujer ha sido asesinada por su pareja, que sea un motivo para unirnos y no para adaptarnos a la normalidad de la tragedia. Porque, al final, la vida de cada persona importa, y juntas y juntos, podemos trabajar para que nunca más tengamos que llorar por otra Karilenia. Es un reto enorme, pero cada uno de nosotros puede contribuir en la construcción de un futuro donde la violencia de género sea solo un mal recuerdo del pasado.

Recuerda, si tú o alguien que conoces está sufriendo violencia de género, no estás solo. Hay recursos y personas dispuestas a ayudar. Llama al 016, disponible las 24 horas, todos los días del año. Tu voz es importante y, al igual que cada vida, merece ser escuchada.